Mary Joseph of the Trinity (María José de la Trinidad) es una monja carmelita de clausura que ha fallecido a los 92 años. Sin embargo, su vida ha sido algo diferente al de otras monjas, pues ella antes de ingresar en el convento estuvo casada y tuvo 10 hijos. Tras enviudar decidió dedicarse a la oración como religiosa contemplativa, donde pasó los últimos 30 años de su vida.
Uno de sus hijos relató en Twitter la historia de su madre monja después de fallecer y se convirtió en viral. “A los 92 años murió hoy una monja en un monasterio carmelita en Illinois. Ella era una religiosa muy inusual. No cantaba muy bien. Solía llegar tarde a sus obligaciones en el convento (…). Ella era mi madre”, escribió Mark Miller, uno de los diez hijos de Mary Joseph.
De este modo, Mark relataba, tal y como recoge Aciprensa:“ Sólo la vi dos veces en los últimos 33 años desde que ingresó al convento, en parte porque las carmelitas son una orden contemplativa. No enseñan en la escuela ni trabajan en hospitales, ni siquiera salen del lugar donde viven. Ellas rezan y viven en silencio 23 horas y media al día”.
En su hilo de Twitter, el hijo de la religiosa explicaba también que “cuando se va a visitarlas no se les puede abrazar ni tocar. Estás separado por varias rejas de metal”.
Los diez hijos de la religiosa Mary Joseph of the Trinity
“No soy el único hijo de la monja. Ni de cerca. Soy el noveno de sus diez hijos. Ella tiene 28 nietos, algunos de los cuales nunca ha visto. Tiene más de una docena de bisnietos también, y a ninguno ha sostenido”, añadía Mark.
Ann Russell Miller, el nombre de la madre de Mark antes de ingresar a la vida contemplativa, se casó con 20 años y ya tenía cinco hijos a los 27: “Y luego tuvo cinco más. Un equipo de baloncesto de cada sexo”.
Ella provenía de una familia muy adinerada y eso le permitió también –cuenta su hijo- tener “un millón de amigos. Fumaba, bebía, jugaba a las cartas. Estuvo embarazada más de 400 semanas de su vida”.
En 1984 falleció su marido Richard Miller. Tres años más tarde, en dos comidas separadas, una para sus cinco hijas y otra para sus cinco hijos, Ann Russell Miller anunció que ingresaría a un convento carmelita. Algunos amigos se preguntaron por qué no eligió una orden “más moderna”, o por qué no simplemente se jubiló y llevó una vida tranquila.
Finalmente, en 1989 –sigue su hijo- “dejó todo lo que tenía en el mundo. En su cumpleaños 61 hizo una fiesta de despedida con 800 invitados en un hotel en San Francisco y voló a Chicago al día siguiente”.
La historia de esta monja ya había salido en la prensa años atrás. El San Francisco Gate ya afirmaba en 2005 que “Ann Russell Miller era una adinerada socialité de San Francisco: su padre era el presidente de Southern Pacific Railroad; el padre de su esposo fundó lo que se convirtió en Pacific Gas and Electric”.
“Vivió una vida atestada y sociable: presidía varias beneficencias, navegó en un yate en el Mediterráneo, tenía anteojos separados para combinar con muchos de sus atuendos y compraba en (la tienda) Elizabeth Arden cuatro días a la semana”, agrega el texto.
A veces, explicaba uno de los hijos al San Francisco Gate, Richard y Ann bromeaban con la posibilidad de ingresar a la vida contemplativa si el otro fallecía. Él a un monasterio trapense y ella a un monasterio carmelita. Ann Russell Miller ingresó finalmente al monasterio carmelita de Des Plaines en el estado de Illinois.
Y allí es donde –informaba su hijo- ella ha estado los últimos 33 años, “haciendo cuentas del Rosario con pétalos de rosas y durmiendo en su propia celda”. “Dile hola a papá por mí”, concluía su hijo la historia contada en Twitter.
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