Casi tres meses después de recibir un disparo nada más ser nombrado obispo de Rumbek, en Sudán del Sur, Christian Carlassare dice que está haciendo un buen progreso en su recuperación y espera regresar a su diócesis “lo antes posible”. En una entrevista de la que se hace eco la web norteamericana Crux, Carlassare dijo que “no tengo dudas sobre el deseo de volver a mi Sudán del Sur, la gente me espera y, más allá de los muchos problemas, también hay una gran esperanza y quiero se parte de ello”.
Carlassare es un misionero comboniano italiano, de 43 años. Fue nombrado obispo de Rumbek en marzo y llegó a principios de abril y aún no había sido ordenado obispo cuando le dispararon el 26 de abril, poco después de la medianoche, cuando dos hombres armados irrumpieron en su casa y le dispararon en las piernas.
Sobrevivió al asalto, pero sufrió una importante pérdida de sangre y, como resultado, fue trasladado a un hospital de Nairobi para recibir una transfusión. Luego fue trasladado a Italia, donde ha continuado su recuperación. Su consagración episcopal estaba programada inicialmente para el 23 de mayo, pero se ha pospuesto a medida que avanza la investigación sobre su ataque.
Al recordar el ataque, Carlassare explicó que fue “un momento dramático” en el que tuvo que ponerse en las manos de Dios, “pensando que mi trabajo terminaría ahí”. “Esto me dio libertad, y la conciencia de que nuestro testimonio es válido cuando somos fieles al Evangelio hasta el final, en nuestra fidelidad diaria”, dijo, señalando que durante las primeras tres semanas de su recuperación estuvo restringido al reposo en cama e incapaz de caminar. A lo largo de este tiempo ha sido sometido a seis cirugías diferentes. Por ahora, vive en su ciudad natal de Vicenza, en el noreste de Italia.
Carlassare ha pasado toda su vida sacerdotal en Sudán del Sur, trabajando con la tribu Nuer. Sin embargo, Rumbek es un área que pertenece predominantemente a la tribu Dinka, tradicionalmente es enemiga de los Nuer. A medida que se difundió la noticia del tiroteo, muchos observadores sospecharon que esas tensiones étnicas podrían haber influido.
Carlassare señaló que el acuerdo de paz alcanzado en 2018 parece mantenerse, aunque las partes todavía están luchando por implementarlo por completo, y dijo que “es una gran esperanza para Sudán del Sur que nos hace mirar al país con un poco más de perspectiva”.
La paz, dijo, “es siempre frágil, siempre está sujeta a límites y situaciones de violencia que la socavan. Es un largo viaje que hay que emprender sin tener miedo de lo lejos que nos puede llevar”.
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