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sexta-feira, 5 de outubro de 2018

De adolescente soñó con un hombre lleno de llagas: son ya 50 años sirviendo a Cristo en los leprosos




Daniela Kuzhiadyil lleva medio siglo atendiendo
a los enfermos de lepra
Sor Daniela Kuzhiadyil tuvo una visión cuando tenía 18 años: en ella veía a un leproso cubierto de llagas. Lo más llamativo es que en aquel momento no sabía ni lo que era la lepra ni cómo afectaba a las personas. Esta misionera de la Inmaculada lleva ya medio siglo cuidando de las personas que con esta enfermedad son además marginadas de la sociedad. En aquel sueño encontró una vocación muy específica.
Esta religiosa siempre ha querido llevar la esencia del Evangelio a las periferias, que en su caso son los leprosos de Andhra Pradesh. Su vida, dedicada al servicio de los enfermos de lepra es la testigo viviente de cómo Dios se sirve de los misioneros para llevar alivio y consolación hasta los confines de la tierra.
Una vida entregada a los enfermos
Según recuerda AsiaNews, actualmente las Misioneras de la Inmaculada trabajan en India en diversos institutos sanitarios que se ocupan de cuidar de los infectados por el morbo de Hansen. Se trata del St. Mary’s Leprosy Centre en Bhimavaram; del Padre Frascogna Memorial Leprosy Rehabilitation Centre en Srungavraksham; de la Paolo Manna Home en Vegavaram; de la St. Mary’s School a Bhimavaram; de los hostales situados en Mogalturu, Fatimapuram y Jangareddygudem y de otros servicios para los pacientes afectados por la lepra, HIV, tuberculosis y marginados en general.
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Todas estas iniciativas tienen un origen común; en 1962, la madre Clara Bellotti, superiora de las Misioneras de la Inmaculada, responde al pedido de Monseñor Ambrogio De Battista, en esa época obispo de Vijayawada, abriendo el primer hospital para enfermos de lepra en Vegavaram. En ese período las calles de Godavari Oeste y del Este estaban llenas de enfermos que imploraban ayuda en cada esquina.
Con aquel primer hospital la congregación se lanza a la aventura más difícil pero digna de alabanza en el distrito de Godavari: evangelizar las periferias siguiendo el ejemplo divino y encuentra en sor Daniela una sierva incansable. Originaria de Trivandrum, en Kerala, en 1949 (a los 18 años, Ndr) un docente le hace una pregunta que le cambiará la vida: “¿Qué quieres hacer en el futuro?”. El pensamiento de Daniela corre inmediatamente en varias direcciones: docente, médica o enfermera. Mientras reflexiona, una imagen inesperada le recorre la mente. Era la de un leproso con la piel cubierta de llagas.
Su vocación dentro de su vocación
En esa época, sor Daniela no sabía siquiera qué era la lepra y nunca había visto a un enfermo de lepra. Solo leyendo el Evangelio descubre la existencia de enfermos con úlceras y con las extremidades mutiladas. Entiende que es el Espíritu Santo quien eligió la dirección de su vida y decide acogerla.
En 1962, sor Daniela encuentra la dirección de las Misioneras en una revista y decide enviar una carta, pidiendo ser admitida en la congregación. Fue una bendita coincidencia, porque justo en ese período la madre Clara Bellotti estaba fundando el hospital para leprosos y buscaba personal preparado. En 1963, sor Daniela entra en la congregación, en 1965 la envían a Italia para frecuentar un curso específico, en 1968 vuelve a India e inicia a trabajar en el Damien Leprosy Centre de Vijayawada, donde permanecerá por 25 años al servicio de los enfermos.
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Mientras tanto el p. Nicola Frascogna, (PIME), abre otro centro en Veeravasaram  para los leprosos discapacitados que se amontonaban a los largo de las vías del ferrocarril, Él se había quedado impactado viendo aquellos desechos humanos abandonados por todos, que sobrevivían con las limosnas. Por esto decide comprar una parcela de tierra y crea un refugio para hospedarlos. Pero se enfrenta con la oposición de los habitantes locales que no les agrada la presencia de los leprosos en el pueblo. Al final el sacerdote fue obligado a comprar otros 2 terrenos en Sungavraksham y Gunupudi y transfiere allí a sus enfermos.
Sor. Daniela llega al Padre Frascogna Memorial Rehabilitation Centre en 1993 y es aquí donde todavía trabaja, con sus 87 años. No obstante su venerada edad, es aún muy entusiasta y sonríe agradeciendo a Dios por su constante amor. El próximo 12 de octubre el centro la celebrará con una ceremonia especial, a la cual participarán todos los pacientes internados.
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