En las últimas horas se ha producido el canje entre Israel y Hamás de presos palestinos y de rehenes que estaban retenidos por los terroristas islamistas, un pequeño primer paso para intentar frenar la violencia en Tierra Santa. Sobre este asunto y otros relacionados con la guerra ha hablado el patriarca de Jerusalén, el cardenal Pizzaballa, en una entrevista con Andrea Tornielli para los medios vaticanos.
-¿Qué opina de las noticias de las últimas horas?
-El hecho de que se haya llegado a un acuerdo para la liberación de al menos algunos de los rehenes es positivo, porque hasta ahora el único canal de comunicación era el militar. En cambio, es un primer paso para aliviar la tensión tanto interna como internacional. También es una forma de iniciar otras soluciones distintas de las militares: me refiero a soluciones para el fin del conflicto.
-Las reacciones a la noticia de la liberación de los rehenes han sido diversas, ciertamente de satisfacción. Pero también ha habido algunos comentaristas que creen que, de hecho, la propia negociación es en cierto modo una derrota...
-Los que -llamémosles los 'halcones'- quieren identificar la paz con la victoria tal vez piensen así. Pero la paz, la resolución del conflicto, no puede ser una victoria absoluta. No existe. Así que está claro que la solución no puede dejarse sólo en manos de los militares. Está claro que la política debe retomar la situación en sus manos, dar sobre todo perspectivas, porque los militares no las tienen. Así que está claro que las negociaciones, la liberación de los rehenes, son los primeros pasos para luego iniciar caminos de perspectivas políticas para Gaza después de esta guerra. Es necesario.
-Tenemos noticias de que las personas desplazadas en el norte de Gaza están intentando regresar a lo que imagino que en la mayoría de los casos son hogares destruidos. ¿Qué significa esto?
-Por lo que yo sé, todavía no existe esa posibilidad. Algunos quieren regresar porque la situación, incluso en el sur de Gaza, donde se hacinan todos estos millones de personas, no es fácil. Así que quieren salir de allí, lo entiendo muy bien. Incluso nuestros cristianos que están encerrados en ese pequeño recinto de la iglesia apenas pueden hacerlo. Pero mientras no haya una perspectiva política clara o claridad sobre los próximos pasos, esto todavía no es posible e incluso puede ser ‘peligroso’.
-¿Cómo se puede derrotar al terrorismo? ¿Cómo se puede derrotar una ideología como la de Hamás?
-No es sencillo. Hay que eliminar, poco a poco, con paciencia -los tiempos son largos- todo lo que alimenta esa ideología. Hay que extirpar las raíces. Es inútil cortar las ramas, porque pueden volver a crecer. En primer lugar hay que dar una perspectiva a los palestinos. Ya lo he dicho y sé que a mucha gente no le ha gustado: hay que darles una perspectiva nacional que todavía no tienen. Esta guerra es un testimonio muy claro de que los dos pueblos no pueden vivir juntos, al menos no en este momento. Tienen que tener una perspectiva clara, definida, precisa, más de lo que ha sido el caso hasta ahora. Además, hay otro aspecto. Hamás es también una ideología religiosa; por lo tanto, el diálogo interreligioso es muy importante, al igual que es muy importante alimentar, hacer crecer, un discurso religioso que no esté centrado en el ‘odio’.
-¿Qué podemos hacer como cristianos, pero en general como personas que aunque viven lejos de esos lugares los sienten cercanos porque son los lugares de la vida, de la existencia terrenal de Jesús? ¿Qué podemos hacer también a nivel de opinión pública?
-En primer lugar está la oración por los creyentes, que es lo primero que hay que hacer. Luego está también la necesidad de un apoyo real, incluso humanitario. Otro aspecto importante: he visto que hay fuertes divisiones en el mundo, unos contra otros. Casi parece que sea imposible amar a ambos. Creo que es importante, como cristianos, ser claros también en nuestro discurso, pero no excluyentes. Llamar a las cosas por su nombre, en su verdad, y al mismo tiempo intentar mantener relaciones abiertas con todos y decirles a todos, a unos y a otros, que "les queremos".
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