Entre otras cosas, Graham Galloway ha sido actor, y la gente de cierta edad le pudo ver en los 90 cuando era jovencito en un capítulo de Beverly Hills 90210 (¿recuerdan a Brandon y Brenda?), otro de Dallas, un par de La Doctora Quinn...
Pero, desde hace pocos años, Galloway es diácono permanente de la Iglesia Católica, lo que tiene su mérito porque hasta 2011 era protestante. Ha contado su historia de fe en la serie SignPosts de CHNetwork.
Una familia presbiteriana y practicante
"Crecí en una familia que iba mucho a la iglesia, en la Iglesia Presbiteriana", explica. Los presbiterianos son protestantes sin obispos, pero con presbíteros (pastores), que a menudo mantienen cierta liturgia.
Su madre era la que empujaba el fervor religioso de la familia. Ella cantaba en el coro, ayudaba en la comunidad, invitaba a pastores a comer casa y se volcaba con todos en la vida parroquial.
Adolescencia complicada, ayudado por jóvenes cristianos
La adolescencia fue complicada para Graham. Su madre se metió en "su tercer matrimonio, que no pintaba bien". El joven Graham se escapó de casa. Luego se fue a vivir con su padre a un entorno completamente distinto.
Durante un breve tiempo consideró que Dios no existía. Pero pronto quiso "volver explorar mi relación con Dios".
Se apuntó a un grupo juvenil protestante en el instituto que le ayudó mucho. "Escuchaban buena música, de fe, salías con gente que creía, eso estaba bien...", recuerda.
Recuerda que una vez hablando con un pastor presbiteriano le comentó que los católicos creían que la Comunión "era realmente Cristo". "Vaya locura", dijo el joven Galloway. Pero nunca le hablaron mal de los católicos. Para él, dice, "era, simplemente, como los que hablan otro idioma".
Pruebas teatrales con Val Kilmer y Michelle Pfeiffer
Era un chaval muy tímido... pero también un enamorado del escenario, y desde muy joven supo que quería ser actor, participar en obras, improvisar diálogos y personajes. A veces hacía representaciones para la iglesia local.
Graham Galloway en su época de actor joven en los 90.
Con 18 o 19 años ya estaba en actuaciones y pruebas profesionales con Michelle Pfeiffer o Val Kilmer... "Me encantaba todo eso; salí de mi caparazón, y aceptaban mi creatividad".
Espiritualmente, recuerda un retiro presbiteriano para adolescentes en un rancho en Nuevo México, en medio de una naturaleza impresionante, mirando el cielo estrellado por la noche. "Te hace sentir tan pequeño, y ver la grandeza de todo... No podía expresarlo, pero creo que vi algo de Dios Padre, Dios como Creador, que nos ama. Nos recuerda en la belleza de su Creación que todo eso no está por azar, que sería loco pensarlo".
Su primera misa: "sentí algo, una Presencia, un Amor"
Más adelante pudo pasar unos meses en Europa, primero en Escocia, luego en Italia. Era un joven haciéndose preguntas sobre su vida. En Italia pasó 3 meses. En una pequeña ciudad amurallada, apiñada en las colinas, entró en una iglesia y contempló su primera misa.
"Era en italiano, yo no entendía nada. Pero aquello era hermoso, aquello era reverente y sentí algo, que hoy creo que era una Presencia, un Amor, era, creo, Cristo en la Eucaristía. Pero entonces no entendía nada, excepto que Dios estaba allí: es una de esas veces que 'conectas'".
Más adelante se casó con una chica católica.
Como familia, "intentamos hacer esa cosa dual", es decir, ir unos días a la iglesia católica y otros a la presbiteriana.
A ella no le impresionaron mucho las comunidades protestantes que visitaron. Y a él, en cambio, le parecía bien la misa católica aunque, recuerda, no tenía muy claro cuándo había que levantarse y cuándo sentarse y a veces le daba sueño.
Se despertó un hambre de conocer, y de comulgar
Mudados a Cincinatti, empezaron a acudir a una parroquia de forma estable. A él le parecía bien educar a los niños como católicos y quedarse él en el banco de atrás sin poder salir a comulgar. Durante mucho tiempo eso le bastó. "No fue hasta más adelante que el Espíritu Santo empezó a trabajar en mí a través de otras cosas y personas".
Por ejemplo, viejos estereotipos contra la Iglesia empezaron a desmontarse en su mente. Otras veces, amigos le dejaban libros sobre la fe. Y notó que en su interior se despertaba un hambre de conocer y una sed por Cristo... y por los sacramentos, por poder comulgar.
"Quise acercarme más, tanto como pudiera", dice. Dios lo fue acercando de formas "sutiles pero poderosas", constata. Los temas de doctrinas complicadas, de la Virgen María, por ejemplo, fueron encajando todos.
La oportunidad del diaconado
Entró oficialmente en la Iglesia en 2011. Y al cabo de un par de años, varias personas le empezaron a comentar: "¿Has pensado en hacerte diácono permanente?"
Decidió probar las clases de teología en el Seminario sin estar muy convencido, pensando: "Siempre puedo parar y decir que no, o lo dirá el obispo, o lo dirá mi mujer..."
Pero a medida que estudiaba y rezaba, sentía más y más ganas de servir a Dios y a la Iglesia como diácono. "Dije: 'sí, Señor, quiero servir y ser una herramienta en tus manos'".
Con agradecimiento y humildad se encontró ordenado como diácono. "Es una bendición, espero poder servirle como Él quiera. Ha sido una bendición para mí y mi familia, espero que a través de mí pueda ayudar a otros", declara.
La versión breve de su testimonio en inglés.
La versión más larga del testimonio (1 hora) en inglés.
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