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quinta-feira, 12 de janeiro de 2017

Cardenal Tobin: "La Iglesia no es ni un club de élites ni un contenedor estático de la verdad"

El cardenal Joseph Tobin, en su misa de instalación en Newark
El neopurpurado toma posesión de su cátedra de la archidiócesis de Newark

"El reto más grande al que se enfrenta hoy es el abismo entre la fe y la vida", advierte el purpurado
Cameron Doody, 10 de enero de 2017 a las 08:41

Procesión en la misa de instalación del cardenal Tobin en Newark
(Cameron Doody).- "El reto más grande al que la Iglesia se enfrenta hoy es el abismo entre la fe y la vida". El cardenal Joseph Tobin ha tomado posesión de su cátedra en la catedral de Newark, recordando de esa forma que la Iglesia "no es ni un club de élites ni un contenedor estático de la verdad".

Ante una catedral a rebosar, y acompañado de decenas de obispos y cardenales, entre ellos Sean O'Malley o Blase Cupich, el nuevo arzobispo de Newark arrancó la homilía con una anécdota en la que una mujer le preguntó por lo que más le preocupa de la Iglesia de hoy día.

¿Su respuesta? La iniquietud del nuevo purpurado no pasa por "uno de los temas candentes que dominan el discurso, tanto dentro como fuera de la Iglesia", como el matrimonio "tradicional", el aborto o la libertad religiosa. Por muy "ruidosas y divisivas" que estas polémicas sean, no le inquietan tanto al flamante pastor de Newark tanto como "el abismo de la fe y la vida" que sienten muchos católicos a la hora de poner sus creencias en la práctica.

Tobin denunció así una tendencia cada vez mayor "que parece aislarnos, convenciéndonos a que compartimentemos nuestras vidas: seduciéndonos para que vayamos a misa los domingos y luego, durante el resto de la semana, a que hagamos lo que tengamos que hacer para sobrevivir".

Para animar a que los católicos repiensen esa tentación de no vivir su fe entre semana, Tobin recurrió al mensaje de la Navidad y al evangelio del Emanuel, Dios hecho carne, Dios-con-nosotros. El nacimiento de Jesucristo, explicó, es fruto de todos los esfuerzos de Dios "para hacernos entender que la fe todo tiene que ver con la vida: la vida entera", y no con los dogmas, credos y leyes estériles.

Creer en Jesucristo "no es la aceptación de una doctrina o un código moral", dijo Tobin, sino más bien un compromiso con "una persona que vive y es la fuente de la vida, ¡y no solo los domingos por la mañana!". La Iglesia que el Señor fundó, por tanto, no es "un contenedor estático de la verdad", sino "un conjunto de relaciones dinámicas y entrelazadas entre la gente y con el Dios trinitario". Un lugar "donde los creyentes se hablan y se escuchan", y una "comunidad de fe que habla y escucha al mundo". Y todo eso para que el Cuerpo de Cristo pueda realizar su misión y asumir su responsabilidad social: no simplemente como "otra presencia institucional o una ONG benévola", sino como "un movimiento de sal, luz y levadura para la transformación del mundo".

Una conexión entre la fe y la vida real de la gente, y eso en clave de "amabilidad", no confrontación. Con mensajes así no es difícil ver por qué el cardenal Tobin se ha ganado la fama de uno de los "hombres de Francisco" en la Iglesia norteamericana.




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