El Santo Padre pide a Dios que “toque el corazón de los hombres y de
las mujeres de las distintas mafias, para que se detengan, dejen de
hacer el mal, se conviertan y cambien de vida”
El Papa Francisco con los miembros de la Dirección Nacional Antimafia y Antiterrorismo - © Osservatore Romano |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La
sociedad necesita ser resanada de la corrupción, de las extorsiones, del
tráfico ilegal de drogas y de armas, de la trata de seres humanos,
entre los cuales niños, reducidos a la esclavitud. Así lo ha afirmado el
papa Francisco, en su encuentro esta mañana con los representantes de
la Dirección Nacional Antimafia y Antiterrorismo. Asimismo ha señalado
que son auténticas plagas sociales, y al mismo tiempo, “desafíos
globales que la colectividad internacional está llamada a afrontar con
determinación”.
Tal y como ha explicado el Santo
Padre, la función que se les encomienda es perseguir los delitos de las
tres grandes organizaciones criminales de marca mafiosa: mafia, camorra y
‘ndrangheta. Estos, “explotando
carencias económicas, sociales y políticos, encuentran un terreno fértil
para realizar sus deplorables proyectos”, ha advertido. Entre las
competencias de este grupo, está también “la lucha contra el terrorismo,
que está asumiendo cada vez más un aspecto cosmopolita y devastador”.
Por ello, el Santo Padre ha querido
expresar su aprecio y aliento por su actividad, “difícil y arriesgada”,
pero más que nunca “indispensable para el rescate y la liberación del
poder de las asociaciones criminales, que se hacen responsables de
violencias y opresiones manchadas de sangre humana”.
Por otro lado, les ha exhortado a
“dedicar todo esfuerzo especialmente en la lucha contra la trata de
personas y el contrabando de los migrantes”. Estos son delitos
gravísimos –ha exclamado– que golpean a los más débiles entre los
débiles. Al respecto, el Santo Padre ha asegurado que es necesario
incrementar las actividades de tutela de las víctimas,
facilitando asistencia legal y social.
Además, ha advertido de que el
fenómeno mafioso, como expresión de una cultura de muerte, es “para
oponerse y combatir”. Esto –ha aclarado– se opone radicalmente a la fe y
al Evangelio, que están siempre a favor de la vida. A este punto, ha
hecho mención a muchas parroquias y asociaciones católicas que “son
testigos de estos frutos”. Desarrollan, ha afirmado Francisco, un
encomiable trabajo en el terreno, destinado a la promoción de la gente,
una promoción cultural y social dirigida a extirpar progresivamente
desde la raíz la mala hierba de la criminalidad organizada y de la
corrupción.
El Santo Padre ha pedido que “el
Señor os dé siempre la fuerza para ir adelante, para no desanimarse,
para continuar luchando contra la corrupción, la violencia, la mafia y
el terrorismo”.
Al respecto, Francisco ha pedido a
Dios que toque “el corazón de los hombres y de las mujeres de las
distintas mafias, para que se detengan, dejen de hacer el mal, se
conviertan y cambien de vida”.
Finalmente, ha subrayado que el dinero de los negocios sucios y de los delitos mafiosos es dinero manchado de sangre y produce un poder inicuo”.
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