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terça-feira, 24 de janeiro de 2017

El Papa explica que la vida del hombre no es “una crónica aséptica de acontecimientos”

En el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Francisco pide no “favorecer una desinformación en la que se ignore el drama del sufrimiento”


El Papa Francisco - © Osservatore Romano
El Papa Francisco - © Osservatore Romano
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco cree que es necesario romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de esa costumbre de centrarse en las “malas noticias” (guerras, terrorismo, escándalos y cualquier tipo de frustración en el acontecer humano). Lo indica en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, publicado hoy, día de san Francisco de Sales, patrón de los periodistas. La Jornada se celebra en muchos países el domingo 28 de mayo, solemnidad de la Ascensión del Señor. El título del Mensaje de este año es “«No temas, que yo estoy contigo» (Is 43,5). Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos”.

Con este mensaje, a Francisco le gustaría llegar y animar a todos los que, tanto en el ámbito profesional como en el de las relaciones personales, “muelen cada día mucha información para ofrecer un pan tierno y bueno a todos los que se alimentan de los frutos de su comunicación”. Asimismo, exhorta a todos a una “comunicación constructiva” que, “rechazando los prejuicios contra los demás”, “fomente una cultura del encuentro que ayude a mirar la realidad con auténtica confianza”.

El Papa advierte que no hay que “favorecer una desinformación en la que se ignore el drama del sufrimiento”, “ni de caer en un optimismo ingenuo que no se deja afectar por el escándalo del mal”. Por el contrario, el Pontífice quiere que se trate de superar ese “sentimiento de disgusto” y “de resignación” que con frecuencia se apodera de todos, “arrojándonos en la apatía, generando miedos o dándonos la impresión de que no se puede frenar el mal”. Además –asegura el Santo Padre– en un sistema comunicativo donde reina la lógica según la cual para que una noticia sea buena ha de causar un impacto, y donde fácilmente se hace espectáculo del drama del dolor y del misterio del mal, se puede caer en la tentación de adormecer la propia conciencia o de caer en la desesperación.

Por lo tanto, realiza una invitación a buscar “un estilo comunicativo abierto y creativo”, que no dé todo el protagonismo al mal, sino que “trate de mostrar las posibles soluciones”, favoreciendo una “actitud activa y responsable en las personas a las cuales va dirigida la noticia”.

La vida del hombre –explica Francisco– no es sólo una crónica aséptica de acontecimientos, sino que es historia. Una historia “que espera ser narrada mediante la elección de una clave interpretativa que sepa seleccionar y recoger los datos más importantes”. 

Por otro lado, recuerda que para los cristianos, las lentes que nos permiten descifrar la realidad no pueden ser otras que las de la “buena noticia”. 

Y bajo “esta luz”, el Santo Padre asevera que cada nuevo drama que sucede en la historia del mundo “se convierte también en el escenario para una posible buena noticia”, desde el momento en que el amor logra encontrar siempre el camino de la proximidad y suscita corazones capaces de conmoverse, rostros capaces de no desmoronarse, manos listas para construir.
En esta misma línea, el Pontífice explica que recurrir a imágenes y metáforas para comunicar la humilde potencia del Reino, no es un manera de restarle importancia y urgencia, “sino una forma misericordiosa para dejar a quien escucha el «espacio» de libertad para acogerla y referirla incluso a sí mismo”. 

La esperanza fundada sobre la buena noticia que es Jesús –prosigue Francisco– nos hace elevar la mirada y nos impulsa a contemplarlo en el marco litúrgico de la fiesta de la Ascensión. “Aunque parece que el Señor se aleja de nosotros, en realidad, se ensanchan los horizontes de la esperanza”, recuerda.

Para concluir, el Santo Padre subraya una vez más que la confianza en la semilla del Reino de Dios y en la lógica de la Pascua “configura también nuestra manera de comunicar”. Esa confianza nos hace capaces de trabajar –en las múltiples formas en que se lleva a cabo hoy la comunicación– con la convicción de que es posible descubrir e iluminar la buena noticia presente en la realidad de cada historia y en el rostro de cada persona.


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