Patricia del Oro, joven periodista madrileña
Patricia del Oro |
ReL 28 agosto 2016
La joven Patricia de Oro, periodista madrileña y colaboradora de Religión en Libertad, ingresó el pasado 28 de agosto de 2016, como carmelita descalza en el convento de San José en Ávila (España).
Deja el periodismo para ser monja de clausura
Patricia acababa de lincenciarse en Comunicación Audiovisual, en el Centro Universitario Villanueva, este mes de junio. Llevaba año y medio trabajando en el Facebook de Religión en Libertad, en calidad de becaria, a las órdenes de su coordinador Gonzalo de Alvear, y tenía un futuro laboral prometedor a pesar de sus veinte pocos años.
Pero una llamada de Dios no se puede esquivar...
Esta es la historia de una vocación contada por la propia protagonista
«Ya desde pequeña me sentía muy cerca de Dios. Cuando tenía 6 ó 7 años recuerdo pensar en Jesús en la cruz y decir 'tuvo que dolerle mucho los clavos'».
»Cuando tuve 15 años quería tener amigos que creyeran en Dios, y encontré una parroquia con jóvenes muy simpáticos que creían en Dios. Pero conocí a un chico que era muy bueno, muy guapo, muy encantador... lo tenía todo para mí. Él se convirtió en un aliciente para que yo quisiera ir a muchas cosas de la parroquia.
»Fui a un Camino de Santiago y éste chico, la última noche, nos dijo que en septiembre iba a entrar en el seminario. Pasó algún tiempo, y lo recé, y me di cuenta que ese chico no tenía que ser para mí ni para otras, sino para el Señor y para todos.
La película de La Pasión, de Mel Gibson, le marcó...
»Eso me acercó mucho a Jesús. Conocí a otros chicos, me gustaban, pero nunca pasaba nada. En esos años vi la película de La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, y eso fue para mí un antes y un después. Fue rompedora. Me di cuenta de verdad de todo lo que Jesús hizo por nosotros. Y de cuanto sufrió...
¡Dios, respóndeme...!
»Un día, rezando, le dije a Dios: 'Mira, que sea lo que Tú quieras, pero que sea ya lo que sea. Me da igual lo que me pidas'.
¿Me caso, no me caso, me caso...?
»Una tarde hablando con las amigas de un tema, que todas las chicas hablamos alguna vez, una dijo: 'Pues yo me casaría con una vestido así'. Otra: 'Yo tendría cinco hijos'. 'Pues yo tres y se llamarían tal y cual'. Y yo de repente, en mí interior siento que yo misma me estoy diciendo: '¿Yo casada? ¡Qué va ! ¿Yo con hijos? ¡Para nada! Y me saltó una alarma de 'oye, Patri ¿qué está pasando? Has deseado esto todo tu vida...'. Y lo que llegué a pensar es que si ahora apareciera ese chico que había soñado, podía salir con él pero tenía la certeza en mí interior que esa relación se iba a terminar en algún momento..
Dios le responde con fuerza...
»Me di cuenta de que Dios me estaba llamando a ser totalmente suya...
»Entonces lo que le pregunté fue: 'Vale, ya sé esto que no me quieres casada, pero dónde me quieres'.
El mundo no era su sitio...
»Había muchas cosa del mundo que cada vez me molestaban más. Por ejemplo, estar de fiesta con mis amigas y ver como algunas personas se dejaban la dignidad... era algo que me rompía.
Comienza la búsqueda
»Me enteré a través de un amigo que su hermana era Carmelita Descalza en Ávila. Este amigo me invitó a que la conociera por si me ayudaba a mi inquietud de vocación. Cuando llegué a verlas me encontré con un montón de chicas jóvenes... todo el rato estaban sonriendo, riendo, con un brillo en las mirada, y tan llenas de amor, que yo salí impactadísima de allí...
Que la respuesta de Dios sea clarita...
»Pero lo le decía al Señor: 'He sentido cosas muy fuertes aquí, pero si me quieres en el Carmelo déjamelo clarísimo'.
»Y fueron pasando cosas muy curiosas que interpreto como respuestas que me iba dando Dios. Un día iba con una amiga y salimos del metro, y nos encontramos una tarjeta en las escaleras en la que ponía: 'Ven a Ávila', y salían las murallas de Ávila.
»Otra cosa que pasó fue en los ordenadores de mi universidad. Entro en un sala de 40 ordenadores y me pongo en un ordenador en cuya pantalla ponía: ¡Ávila! Entonces comenzaba a inquietarme.
La atracción por la vida religiosa
»En la etapa en la que Dios me llamaba para ser monja, pero a la vez huía de ello, si veía una monjita en la calle era un imán para mí. Tenía que ir a hablar con ella. Un día me encontré con una en el metro, y comenzamos a hablar. Y al terminar me da su tarjeta con el nombre de su comunidad y el número de teléfono. Me dije para mí misma: 'Oh, oh, Patri, que te quiere reclutar. Cuidado'.
Una entrevista de una carmelita descalza
»De repente, esa monjita, Rosa, me dijo: 'Vi esto y sentí que tenía que dártelo'. Lo que me dio fue una entrevista de una chica joven, carmelita descalza, y el titular decía: 'Jamás imaginé que se pudiera ser tan feliz en la clausura'. Y, claro, yo le dije: 'Rosa, ¿cómo te has enterado de lo mío?'. '¿Cómo que me he enterado de qué?, respondió'. Le conté todo y ella no se lo podía creer.
Las carmelitas en el corazón de la Iglesia
»Las carmelitas están en el corazón de la Iglesia, y desde ahí, con la oración y su trabajo, están sosteniendo a la Iglesia...
Lo importante en la vida...
»Al final, lo importante es decir que sí a Dios. Decirle que sí a lo que quiera a las vidas de cada uno de nosotros.
»Su voluntad para nosotros es lo que realmente nos va a hacer felices... no hay otra cosa.
Patricia del Oro cuenta en pocos minutos cómo Dios entró en su vida y decidió ser Carmelita Descalza en Ávila
Deja el periodismo para ser monja de clausura
Patricia acababa de lincenciarse en Comunicación Audiovisual, en el Centro Universitario Villanueva, este mes de junio. Llevaba año y medio trabajando en el Facebook de Religión en Libertad, en calidad de becaria, a las órdenes de su coordinador Gonzalo de Alvear, y tenía un futuro laboral prometedor a pesar de sus veinte pocos años.
Pero una llamada de Dios no se puede esquivar...
Esta es la historia de una vocación contada por la propia protagonista
«Ya desde pequeña me sentía muy cerca de Dios. Cuando tenía 6 ó 7 años recuerdo pensar en Jesús en la cruz y decir 'tuvo que dolerle mucho los clavos'».
»Cuando tuve 15 años quería tener amigos que creyeran en Dios, y encontré una parroquia con jóvenes muy simpáticos que creían en Dios. Pero conocí a un chico que era muy bueno, muy guapo, muy encantador... lo tenía todo para mí. Él se convirtió en un aliciente para que yo quisiera ir a muchas cosas de la parroquia.
»Fui a un Camino de Santiago y éste chico, la última noche, nos dijo que en septiembre iba a entrar en el seminario. Pasó algún tiempo, y lo recé, y me di cuenta que ese chico no tenía que ser para mí ni para otras, sino para el Señor y para todos.
La película de La Pasión, de Mel Gibson, le marcó...
»Eso me acercó mucho a Jesús. Conocí a otros chicos, me gustaban, pero nunca pasaba nada. En esos años vi la película de La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, y eso fue para mí un antes y un después. Fue rompedora. Me di cuenta de verdad de todo lo que Jesús hizo por nosotros. Y de cuanto sufrió...
¡Dios, respóndeme...!
»Un día, rezando, le dije a Dios: 'Mira, que sea lo que Tú quieras, pero que sea ya lo que sea. Me da igual lo que me pidas'.
¿Me caso, no me caso, me caso...?
»Una tarde hablando con las amigas de un tema, que todas las chicas hablamos alguna vez, una dijo: 'Pues yo me casaría con una vestido así'. Otra: 'Yo tendría cinco hijos'. 'Pues yo tres y se llamarían tal y cual'. Y yo de repente, en mí interior siento que yo misma me estoy diciendo: '¿Yo casada? ¡Qué va ! ¿Yo con hijos? ¡Para nada! Y me saltó una alarma de 'oye, Patri ¿qué está pasando? Has deseado esto todo tu vida...'. Y lo que llegué a pensar es que si ahora apareciera ese chico que había soñado, podía salir con él pero tenía la certeza en mí interior que esa relación se iba a terminar en algún momento..
Dios le responde con fuerza...
»Me di cuenta de que Dios me estaba llamando a ser totalmente suya...
»Entonces lo que le pregunté fue: 'Vale, ya sé esto que no me quieres casada, pero dónde me quieres'.
El mundo no era su sitio...
»Había muchas cosa del mundo que cada vez me molestaban más. Por ejemplo, estar de fiesta con mis amigas y ver como algunas personas se dejaban la dignidad... era algo que me rompía.
Comienza la búsqueda
»Me enteré a través de un amigo que su hermana era Carmelita Descalza en Ávila. Este amigo me invitó a que la conociera por si me ayudaba a mi inquietud de vocación. Cuando llegué a verlas me encontré con un montón de chicas jóvenes... todo el rato estaban sonriendo, riendo, con un brillo en las mirada, y tan llenas de amor, que yo salí impactadísima de allí...
Que la respuesta de Dios sea clarita...
»Pero lo le decía al Señor: 'He sentido cosas muy fuertes aquí, pero si me quieres en el Carmelo déjamelo clarísimo'.
»Y fueron pasando cosas muy curiosas que interpreto como respuestas que me iba dando Dios. Un día iba con una amiga y salimos del metro, y nos encontramos una tarjeta en las escaleras en la que ponía: 'Ven a Ávila', y salían las murallas de Ávila.
»Otra cosa que pasó fue en los ordenadores de mi universidad. Entro en un sala de 40 ordenadores y me pongo en un ordenador en cuya pantalla ponía: ¡Ávila! Entonces comenzaba a inquietarme.
La atracción por la vida religiosa
»En la etapa en la que Dios me llamaba para ser monja, pero a la vez huía de ello, si veía una monjita en la calle era un imán para mí. Tenía que ir a hablar con ella. Un día me encontré con una en el metro, y comenzamos a hablar. Y al terminar me da su tarjeta con el nombre de su comunidad y el número de teléfono. Me dije para mí misma: 'Oh, oh, Patri, que te quiere reclutar. Cuidado'.
Una entrevista de una carmelita descalza
»De repente, esa monjita, Rosa, me dijo: 'Vi esto y sentí que tenía que dártelo'. Lo que me dio fue una entrevista de una chica joven, carmelita descalza, y el titular decía: 'Jamás imaginé que se pudiera ser tan feliz en la clausura'. Y, claro, yo le dije: 'Rosa, ¿cómo te has enterado de lo mío?'. '¿Cómo que me he enterado de qué?, respondió'. Le conté todo y ella no se lo podía creer.
Las carmelitas en el corazón de la Iglesia
»Las carmelitas están en el corazón de la Iglesia, y desde ahí, con la oración y su trabajo, están sosteniendo a la Iglesia...
Lo importante en la vida...
»Al final, lo importante es decir que sí a Dios. Decirle que sí a lo que quiera a las vidas de cada uno de nosotros.
»Su voluntad para nosotros es lo que realmente nos va a hacer felices... no hay otra cosa.
Patricia del Oro cuenta en pocos minutos cómo Dios entró en su vida y decidió ser Carmelita Descalza en Ávila
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