Germán García Velutini habla hoy del perdón a los enemigos
Germán García Velutini explica como perdonó a sus enemigos y cómo la Biblia dejó claro su inmenso valor como hijo de Dios |
P.J.G. / ReL 1 julio 2015
En un país como Venezuela, crispado
políticamente, con falta de libertades y 25.000 muertes violentas en
2014, el testimonio de firmeza y esperanza del banquero Germán García
Velutini es más necesario que nunca.
Once meses en silencio en un cuarto diminuto
Fue secuestrado en ese país en 2009 y durante 11 meses estuvo encerrado en condiciones inhumanas. Fue en ese tiempo de oscuridad cuando se avivó una luz que hoy, años después, él comparte con todos: el valor de la fe, de la esperanza, del amor, que vienen de Dios, que le mantuvo firme gracias a la oración y la lectura de la Biblia.
Germán fue secuestrado el 25 de febrero del 2009 al salir del trabajo. No sería liberado hasta el 3 de febrero del 2010. Contaría su experiencia en el libro "Dios en mi secuestro".
"Durante once meses estuve aislado de mi familia y amigos, no crucé palabra con ninguna persona, silencio total; no vi rostro humano alguno, sólo en muy poca oportunidades personas totalmente encapuchadas entraron en la celda de aproximadamente dos metros por un metro donde me tenían excluído. Un espacio totalmente cerrado, carente de luz natural, con ventilador, un extractor de aire y un calor que por las tardes se hacía sofocante; unas condiciones precarias de alimentación, aseo y vestimenta", explica en la revista "Huellas".
Sentirse una mercancía
"Lo más fuerte y humillante era el sentirse mercancía en un entorno de violencia que no conoce distinción de posiciones políticas o clases sociales", detalla.
Germán insistió a sus secuestradores para que le trajesen una Biblia. Ellos tardaron, pero lo hicieron. Paradójicamente, hoy puede dar gracias a Dios y a los secustradores por eso: "les doy las gracias, nunca imaginé en ese momento la maravilla que para mí iba a ser pasar esos meses escuchando a nuestro Señor".
En la soledad del preso en aislamiento, orando, leyendo, le llegó una certeza: él no era una mercancía o una cosa, sino que su vida tiene un gran sentido. No debía preguntarse, dijo, "por qué a mí" sino "para qué a mí", es decir, para qué servía esa experiencia, como mejorar en ella.
Hoy dice a muchos: "Creemos necesitar muchas cosas pero pensando con detenimiento en lugares tranquilos con papá Dios y nuestra Madre querida, la Virgen, entendemos que lo que creíamos indispensable no lo es. ¿Qué necesito de verdad?"
Entregando pensamientos espirituales
Fue escribiendo algunos pensamientos espirituales y les pasaba las hojas que escribía a sus captores, pensando que "algo les llegará" a esos hombres de corazón cruel.
En diciembre no sólo le dieron de nuevo la Biblia sino que añadieron por su cuenta una estampa de San Miguel Arcángel. Él consideró que era un signo, tras 3 meses de trato especialmente duro, de que "los secuestradores son hijos de Dios y no nos corresponde a nosotros juzgarlos". También le dejaron un libro de relatos de Tolstoi, que leyó 5 veces con gran disfrute, recuerda. Y otros libros de nivel intelectual alto.
Once meses en silencio en un cuarto diminuto
Fue secuestrado en ese país en 2009 y durante 11 meses estuvo encerrado en condiciones inhumanas. Fue en ese tiempo de oscuridad cuando se avivó una luz que hoy, años después, él comparte con todos: el valor de la fe, de la esperanza, del amor, que vienen de Dios, que le mantuvo firme gracias a la oración y la lectura de la Biblia.
Germán fue secuestrado el 25 de febrero del 2009 al salir del trabajo. No sería liberado hasta el 3 de febrero del 2010. Contaría su experiencia en el libro "Dios en mi secuestro".
"Durante once meses estuve aislado de mi familia y amigos, no crucé palabra con ninguna persona, silencio total; no vi rostro humano alguno, sólo en muy poca oportunidades personas totalmente encapuchadas entraron en la celda de aproximadamente dos metros por un metro donde me tenían excluído. Un espacio totalmente cerrado, carente de luz natural, con ventilador, un extractor de aire y un calor que por las tardes se hacía sofocante; unas condiciones precarias de alimentación, aseo y vestimenta", explica en la revista "Huellas".
Sentirse una mercancía
"Lo más fuerte y humillante era el sentirse mercancía en un entorno de violencia que no conoce distinción de posiciones políticas o clases sociales", detalla.
Germán insistió a sus secuestradores para que le trajesen una Biblia. Ellos tardaron, pero lo hicieron. Paradójicamente, hoy puede dar gracias a Dios y a los secustradores por eso: "les doy las gracias, nunca imaginé en ese momento la maravilla que para mí iba a ser pasar esos meses escuchando a nuestro Señor".
En la soledad del preso en aislamiento, orando, leyendo, le llegó una certeza: él no era una mercancía o una cosa, sino que su vida tiene un gran sentido. No debía preguntarse, dijo, "por qué a mí" sino "para qué a mí", es decir, para qué servía esa experiencia, como mejorar en ella.
Hoy dice a muchos: "Creemos necesitar muchas cosas pero pensando con detenimiento en lugares tranquilos con papá Dios y nuestra Madre querida, la Virgen, entendemos que lo que creíamos indispensable no lo es. ¿Qué necesito de verdad?"
Entregando pensamientos espirituales
Fue escribiendo algunos pensamientos espirituales y les pasaba las hojas que escribía a sus captores, pensando que "algo les llegará" a esos hombres de corazón cruel.
En diciembre no sólo le dieron de nuevo la Biblia sino que añadieron por su cuenta una estampa de San Miguel Arcángel. Él consideró que era un signo, tras 3 meses de trato especialmente duro, de que "los secuestradores son hijos de Dios y no nos corresponde a nosotros juzgarlos". También le dejaron un libro de relatos de Tolstoi, que leyó 5 veces con gran disfrute, recuerda. Y otros libros de nivel intelectual alto.
Germán García Velutini cuando fue liberado en 1990 |
"Amad a vuestros enemigos"
Cuando los criminales decidieron liberarlo, le entregaron un texto avisando: "nada de venganzas ni persecuciones". Él les recomendó leer Mateo 5,45: "pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, orad por los que os persiguen". Y al leerlo, un secuestrador le pasó la mano por el hombro y lo abrazó.
Han pasado 5 años y él no ha sabido nada más de los criminales, a los que ha perdonado y no guarda rencor pese al daño que le hicieron a él y a su familia. Además, asegura: "El secuestro es más duro en la familia que en el secuestrado". Detalla en otras entrevistas que no guarda rencor tampoco a las autoridades ineficaces.
Él propone el perdón y perdona, pero no propone un perdón de olvido, sino un perdón que sirva para reconstruir la justicia, un perdón que rompa la espiral de odio y violencia, por ejemplo, la que vive su país, venezuela. "no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón", explica citando a Juan Pablo II.
En una entrevista en El Universal en 2012 puntualizaba: "Por un tenemos el perdón y por el otro la justicia. Que una persona perdone no indica que deje de hacerse justicia. No los exculpo. Ellos deben cumplir con el ordenamiento legal para que la sociedad pueda funcionar. Probablemente hoy día están planificando o han ejecutado otro secuestro".
Cuando los criminales decidieron liberarlo, le entregaron un texto avisando: "nada de venganzas ni persecuciones". Él les recomendó leer Mateo 5,45: "pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, orad por los que os persiguen". Y al leerlo, un secuestrador le pasó la mano por el hombro y lo abrazó.
Han pasado 5 años y él no ha sabido nada más de los criminales, a los que ha perdonado y no guarda rencor pese al daño que le hicieron a él y a su familia. Además, asegura: "El secuestro es más duro en la familia que en el secuestrado". Detalla en otras entrevistas que no guarda rencor tampoco a las autoridades ineficaces.
Él propone el perdón y perdona, pero no propone un perdón de olvido, sino un perdón que sirva para reconstruir la justicia, un perdón que rompa la espiral de odio y violencia, por ejemplo, la que vive su país, venezuela. "no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón", explica citando a Juan Pablo II.
En una entrevista en El Universal en 2012 puntualizaba: "Por un tenemos el perdón y por el otro la justicia. Que una persona perdone no indica que deje de hacerse justicia. No los exculpo. Ellos deben cumplir con el ordenamiento legal para que la sociedad pueda funcionar. Probablemente hoy día están planificando o han ejecutado otro secuestro".
La gente ilustrada, ¿más inhumana?
Sospecha que podían ser gente ilustrada: "Nunca les descubrí una sola falta de ortografía. La redacción era limpia. Y los libros, que me daban y me quitaban, estaban dirigidos a mí situación. El primero, fue El Éxito Depende de Ti, de Gabriela Febres Cordero. Me dieron uno de George Soros, otro sobre la vida de Gustavo Cisneros y me hicieron una maldad con La Danza de las Luciérnagas, de Fermín Mármol León, que trata de casos similares al mío. Desagradable y angustiante, eso evidenciaba que trataban de ponerme presión. Decidí, entonces, que si ellos eran fregados y me querían mansito, yo podía responder. Sin insultos les anoté que al fin y al cabo ellos eran profesionales y eso me daba tranquilidad. Y así era porque yo sabía que mientras negociaran estaría bien", añadió en su entrevista a El Universal.
Germán reflexiona hoy, además: "La misericordia y la compasión son intrínsecas al ser humano. Quizás el ilustrado sea menos misericordioso y compasivo porque con toda la información que tiene se puede creer dueño del mundo. En cambio esos sentimientos afloran fácilmente cuando la gente es llana y humilde".
Una aceptación cristiana, no fatalista
En su libro, Germán cita al filósofo español Julián Marías, que anima a aceptar las cosas que pasan en la vida, pero sin entenderlo como una predestinación. "Dios nos da la libertad y nos dice: "Estos son los hechos y este es el camino". Ahora, si quieres ir por el camino contrario puedes hacerlo. Eso es lo que no le gusta a los regímenes totalitarios porque "yo decido por todos". En una democracia real cada quien decide por sí mismo. La fe no es decir "yo creo en Dios". La fe se traduce en hechos", añade.
En el vídeo bajo estas líneas, el trailer de la película Espacio Interior (entrevistamos a su director aquí) inspirada en el secuestro del arquitecto mexicano Bosco Gutiérrez, otra historia de fe y libertad interna
Sospecha que podían ser gente ilustrada: "Nunca les descubrí una sola falta de ortografía. La redacción era limpia. Y los libros, que me daban y me quitaban, estaban dirigidos a mí situación. El primero, fue El Éxito Depende de Ti, de Gabriela Febres Cordero. Me dieron uno de George Soros, otro sobre la vida de Gustavo Cisneros y me hicieron una maldad con La Danza de las Luciérnagas, de Fermín Mármol León, que trata de casos similares al mío. Desagradable y angustiante, eso evidenciaba que trataban de ponerme presión. Decidí, entonces, que si ellos eran fregados y me querían mansito, yo podía responder. Sin insultos les anoté que al fin y al cabo ellos eran profesionales y eso me daba tranquilidad. Y así era porque yo sabía que mientras negociaran estaría bien", añadió en su entrevista a El Universal.
Germán reflexiona hoy, además: "La misericordia y la compasión son intrínsecas al ser humano. Quizás el ilustrado sea menos misericordioso y compasivo porque con toda la información que tiene se puede creer dueño del mundo. En cambio esos sentimientos afloran fácilmente cuando la gente es llana y humilde".
Una aceptación cristiana, no fatalista
En su libro, Germán cita al filósofo español Julián Marías, que anima a aceptar las cosas que pasan en la vida, pero sin entenderlo como una predestinación. "Dios nos da la libertad y nos dice: "Estos son los hechos y este es el camino". Ahora, si quieres ir por el camino contrario puedes hacerlo. Eso es lo que no le gusta a los regímenes totalitarios porque "yo decido por todos". En una democracia real cada quien decide por sí mismo. La fe no es decir "yo creo en Dios". La fe se traduce en hechos", añade.
En el vídeo bajo estas líneas, el trailer de la película Espacio Interior (entrevistamos a su director aquí) inspirada en el secuestro del arquitecto mexicano Bosco Gutiérrez, otra historia de fe y libertad interna
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