Matteo Ricci, uno de los jesuitas con más nombre de la historia, ha sido declarado venerable por el Papa. El pasado 17 de diciembre de 2022, cuando Francisco precisamente cumplía 86 años, se hizo este importante regalo a la Iglesia china. Se reconocen por tanto las "virtudes heroicas" de este incansable misionero y su beatificación parece un poco más cerca.
En la audiencia con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, el Papa, además, autorizó la proclamación de 10 nuevos beatos y, además de Ricci, 13 venerables.
Camino intrincado
La causa de beatificación de este italiano, nacido en Macerata en 1552 y fallecido en Beijing (China) en 1610, ha tenido un camino bastante intrincado. Durante siglos, Ricci fue vinculado a la polémica litúrgica sobre los llamados Ritos Chinos, que proyectó una sombra sobre su persona y lo perjudicó. Los ritos de veneración a los antepasados fueron condenados por las autoridades vaticanas (1742) para luego ser admitidos (1939).
Desde el pontificado de Juan XXIII, todos los papas se han pronunciado de forma positiva sobre el misionero jesuita. En particular Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Este último suele señalar a Ricci como el misionero ideal, capaz de inculturación, diálogo y apertura al otro.
Está enterrado allí, en el cementerio jesuita que ahora está incluido en el gran jardín de la escuela del Partido Comunista.
Matteo Ricci murió en Beijing el 11 de mayo de 1610, a la edad de 57 años. Y está enterrado allí, en el cementerio jesuita que ahora está incluido en el gran jardín de la escuela del Partido Comunista. Debido a la particular situación que atraviesa la Iglesia en China, la causa de beatificación de Ricci se llevará en su diócesis de origen, Macerata.
El proceso de beatificación se abrió por primera vez en 1982. Sin embargo, esa fase nunca se terminó. Finalmente, en 2010, con ocasión del 400 aniversario de la muerte de Ricci, llegó el momento: el obispo Claudio Giuliodori reabrió el proceso mostrando no sólo las virtudes heroicas, sino también la fama de santidad que lo rodeó a partir de su muerte.
Una red de amigos
En los últimos años Vaticano tenía la idea de vincular el proceso de beatificación de Matteo Ricci al de su discípulo y amigo Xu Guangqi, científico, erudito y político originario de Shanghai, pilar fundamental del cristianismo chino. El proyecto proponía como venerable no sólo al misionero extranjero, sino también al que acogió el anuncio, haciendo del Evangelio su razón de vivir (Puedes leer aquí la historia de Paul Xu).
La situación de la Iglesia de Shanghai, con el obispo Thaddeus Ma Daqin en confinamiento forzoso desde 2012, impide que avance la causa de Paul Xu. Aún no es posible realizar la investigación histórica necesaria y situar realmente las dos causas en el mismo plano.
Matteo Ricci llevó el Evangelio a China por el camino del diálogo cultural y científico. En 1595, tras una serie de fracasos Matteo decidió escribir su primer libro en chino.
Ricci estimaba la amistad como un valor evangélico y humanista, y en torno a este valor común construyó una red de amigos que le permitió establecer comunidades cristianas en cinco importantes ciudades de China.
En 1601, Ricci llegó a Beijing: fue acogido en la Ciudad Prohibida por sus conocimientos científicos y culturales. Y en Beijing fue enterrado, en un terreno imperial: es el único extranjero al que el emperador concedió este privilegio.
Hoy Ricci, incluido en los libros de texto de secundaria de China, es recordado en el Museo del Milenio, junto con Marco Polo, como el único extranjero importante en la historia del país.
Aquí puedes ver una breve biografía de Matteo Ricci.
Aún así, Ricci fue sobre todo un misionero: como Pablo de Tarso, sufrió y dio todo de sí por la predicación del Evangelio. Las comunidades que fundó han conservado y transmitido la fe y, a pesar de persecuciones y dificultades de todo tipo, siguen presentes entre el pueblo chino.
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