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domingo, 20 de outubro de 2019

Un ex jefe de las Fuerzas Libanesas alerta: la presión islamista está expulsando cristianos del país

Fouad Abou Nader recuerda que la estabilidad del Líbano es esencial en la región


Fouad Abou Nader, ante el mapa del Líbano. Su único objetivo es que sus descendientes sigan viviendo en el país.


A mediados del siglo XX, a Líbano se lo conocía como "la Suiza de Oriente Medio", por su paz y prosperidad, su importante porcentaje de población cristiana, el delicado equilibrio político logrado entre los grupos y el sólido respaldo de París a su estabilidad.
Arriba: Evolución de las comunidades religiosas cristiana y musulmana en el Líbano (Expansión). Abajo: dispersión de la población siria en los países a su alrededor, en datos de 2015 (Russia Today).
Posteriormente todo cambió: la guerra civil, el enfrentamiento en su territorio entre Israel y Siria, la llegada masiva de refugiados (palestinos hace décadas y más recientemente sirios), la desigual demografía y el creciente desinterés europeo han cambiado radicalmente la estructura del país. En 1985 se produjo el sorpasso de la población musulmana sobre la cristiana, hasta entonces mayoritaria. Actualmente muchos cristianos optan por el éxodo.
Un reportaje de Amaury Buccco en Valeurs Actuelles con ocasión de la visita de una delegación francesa recoge, entre otras, la opinión de un buen conocedor de la situación, Fouad Abou Nader, antiguo jefe de las Fuerzas Libanesas durante la guerra civil:
Detrás de su mesa de despacho de madera de Beirut, Fouad Abou Nader, de 63 años, tiene una apariencia de persona importante. Sin embargo, las mangas subidas de su camisa revelan las huellas de un pasado tumultuoso, lejos de la tranquilidad de su despacho. Tiene en su cuerpo una veintena de cicatrices como la del brazo. Las balas enemigas no le han perdonado. Ha visto morir a amigos suyos, cómo un obús le arrancaba la cabeza a su primo y a familias derrumbarse por el dolor. ¿A qué debe su salvación? "Al instinto de supervivencia, sin duda, y a las oraciones de mi madre", dice con su mejor francés.
Habla poco de su pasado, como si quisiera evitar que se repitiera en el futuro. Ha dejado encerrado su rencor en el armario, al lado de los M16 y las AK-47 que conserva en su casa, bajo una espesa capa de polvo que lleva acumulándose 34 años. "Hoy sólo tengo un deseo: que mis hijos vivan en este país, Líbano, en total libertad, seguridad, igualdad y buen entendimiento con nuestros compatriotas musulmanes", confía a Valeurs actuelles.
Ex-comandante de las Fuerzas libanesas, una milicia principalmente cristiana
Quedan ya lejos los tiempos de la guerra civil, cuando cada una de las comunidades libanesas luchaba en milicias contra los invasores palestinos y sirios. Pero también entre ellas, desde los años 70 a los años 90. Perteneciente a los mandos de las Fuerzas Libanesas, una milicia 90% cristiana, Fouad Abou Nader tenía a sus órdenes, entonces, a 4500 hombres.
Fouad Abou Nader fue designado jefe de las Fuerzas Libanesas en 1984.
"Queríamos evitar que el país fuera absorbido por los países vecinos y que se asesinara a los cristianos", nos cuenta, con sus gafas en la punta de la nariz, mirando el mapa de Líbano que destaca sobre el muro de su despacho, al lado de sus diplomas de medicina. Antes de la guerra civil soñaba con ser cardiólogo. La situación del Líbano no le permitió conseguir la especialización. Actualmente dirige una empresa especializada en el sector médico. "La guerra, por muy cruel que sea, al menos nos ha dejado el respeto entre nosotros. Veo con una cierta regularidad a los antiguos jefes de las milicias. Nuestro deseo es llevarnos bien para que nuestros hijos puedan vivir en paz", nos dice.  
Desde 2010 Fouad Abou Nader combate por su país de otra manera. Sin armas. Su asociación, Nawraj, ayuda a las aldeas cristianas repartidas por todo el país, desde la frontera con Siria a la frontera con Palestina. Escuelas, hospitales, iglesias, centros culturales, turismo religioso, agua... sesenta voluntarios le ayudan activamente para permitir a la población cristiana vivir en las mejores condiciones posibles. Y para que así los cristianos se queden en el país.
Porque todo el desafío está aquí, en este sutil equilibrio demográfico sin el cual la democracia no habría podido establecerse en el país: pequeño milagro político -¡tan a menudo amenazado!- en el corazón de un Medio Oriente agitado: "Los cristianos son la base de este país. Garantizan la diversidad religiosa, sobre todo entre las diferentes comunidades musulmanas -chií, suní y drusa-, que viven separadas en las dos mil aldeas libanesas". 
El éxodo rural y la explosión del flujo migratorio procedente de Siria amenaza este equilibrio. El terrorismo islamista también. El último atentado hasta la fecha fue la explosión, en junio de 2016, de cuatro kamikazes en el centro del pueblo cristiano de Qaa, no lejos de la frontera siria. Para los 5000 habitantes y, por extensión, para los cristianos del país, la conmoción sigue estando presente.
El 26 de junio de 2016 murieron cinco personas y quince resultaron heridas en el atentado islamista contra la ciudad cristiana de Qaa, en el valle de la Beka, cerca de la frontera siria.
Ahora bien, "por la pluralidad religiosa que implica su presencia, los cristianos son un freno al extremismo. Esto vale para el Líbano, pero también para los países vecinos. Sin ellos, los musulmanes vivirían sólo entre ellos, según sus leyes, por lo que los más extremistas impondrían las suyas. Un vuelco de este tipo tendría, obligatoriamente, repercusiones en Europa".
La región Paca (Provenza-Alpes-Costa Azul) se compromete con los cristianos de Oriente
Los cristianos libaneses esperan muchos de Europa, pero sobre todo de Francia (la mayoría de ellos son francófilos). Fouad Abou Nader, educado en los jesuitas, dice sentirse frustrado, incluso decepcionado, de la política que llevan a cabo sus vecinos mediterráneos. A pesar de todo, está dispuesto a hacer oír su voz. En 2017 y 2018 abogó por la causa de los cristianos de Oriente en los parlamentos francés e italiano. "Pero los europeos son muy pusilánimes en estos temas. Sólo han reaccionado cuando ha habido atentados en sus países", se lamenta. "Europa debe comprender la importancia que tiene la diversidad religiosa en Oriente Medio, y darse cuenta de la gravedad de la situación actual. En esta región la población cristiana está disminuyendo de manera alarmante". 
Como si esta llamada de auxilio hubiera atravesado el Mediterráneo hasta llegar a las costas de la Costa Azul, una delegación regional francesa se desplazó a Líbano los días 13 y 14 de junio. Estaba encabezada por el carismático presidente (de Los Republicanos) de la región Provenza-Alpes-Costa Azul (Paca), Renaud Muselier, dispuesto a defender y reforzar la influencia francesa en ámbitos como la educación, la sanidad y los transportes. Pero también la presencia de los cristianos.
El presidente libanés, Michel Aoun (derecha), recibió a Renaud Muselier (izquierda) en un viaje que quiere reforzar el apoyo de la región que preside a la estabilidad del Líbano.
"Fue aquí, en el Mediterráneo, donde nacieron las religiones. De ahí la importancia que les damos, para crear nuestro proyecto de colaboración en la cuenca mediterránea", explica a Valeurs actuelles Jean-Pierre Colin, asesor regional de Paca y delegado ante los cristianos de Oriente.
Jean-Pierre Colin muestra una placa de agradecimiento de un responsable de la Iglesia libanesa por el apoyo prestado desde la "Paca" francesa.
Sentado en el vestíbulo de un hotel del barrio francés de Beirut, llamado Verdun, añade: "Se percibe que desde hace un siglo los cristianos de Oriente están particularmente afectados. La situación es la siguiente: los islamistas reclaman derechos suplementarios en todos los países en los que los musulmanes son minoría. A la inversa, en los países donde el islam es mayoría, las minorías religiosas son consideradas ciudadanos de segunda clase. Los cristianos son, en cierto modo, víctimas de su amabilidad y su tolerancia".
Jean-Pierre Colin lamenta la renuncia que ha hecho al respecto Francia, "avergonzada de sus raíces", mientras que "aquí cada una de las comunidades religiosas recibe el apoyo de países extranjeros, como Arabia Saudita o Irán, que ayudan a los suníes o chiíes. Los cristianos confían en Francia, no tanto por el dinero como por los símbolos". A su nivel regional, Renaud Muselier ha decidido participar de manera diplomática, con una primera misión relevante, tanto a nivel material como simbólico.
Un aparato de rayos para la aldea cristiana de Qaa
Diversos miembros de la delegación salieron a primera hora de la mañana de Beirut en dirección al hospital de la aldea cristiana de Qaa, para entregar un aparato de rayos, que ha sido financiado al 80% por la región. Después se han reunido con las familias de las víctimas en el lugar del atentado, antes de visitar una serie de edificios escolares y religiosos, como también el campo de refugiados sirios situado a la salida de la aldea. Una manera de tocar de primera mano la realidad. Y de medir su espesor.
"Qaa se está enfrentando a un verdadero desafío", relata Jean-Pierre Colin. "La aldea acoge a 30.000 migrantes que han pasado la frontera, para un población de ¡5000 habitantes! Y esto no pasa sólo en Qaa, sino en el conjunto de las aldeas cristianas, que los refugiados prefieren por su apertura, su tolerancia y su neutralidad en el conflicto entre chiíes y suníes. Este flujo repentino crea una tal falta de medios que muchos prefieren irse. Ahora bien, la mayoría de los que se van, no vuelven. De ahí la necesidad de ayudarles".
Detrás de su mesa de despacho de madera, el ex comandante de las Fuerzas libanesas Fouad Abou Nader no podría haberlo dicho mejor.
Traducción de Elena Faccia Serrano.


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