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sexta-feira, 6 de janeiro de 2017

The Wall Street Jornal destaca el catolicismo de François Fillon como una baza electoral decisiva

C.L. / ReL  6 enero 2017

En junio Fillon estuvo en Irak solidarizándose con los cristianos perseguidos.
Se llaman Sens Commun, son jóvenes profesionales católicos muy movilizados y se definen como "los Estados Generales de la derecha". Y apuestan por François Fillon como próximo presidente de la República Francesa. Tanto como para llamar la atención de The Wall Street Journal, que en un artículo del 3 de enero destacaba el confeso catolicismo del veterano político, ex primer ministro con Nicolas Sarkozy, como la gran novedad en las elecciones a doble vuelta del 23 de abril y el 7 de mayo.

Es el efecto político de varios años de Manif pour Tous en la calle, básicamente en defensa de la familia. En realidad, en dos puntos muy sensibles para los católicos, como son el aborto y el "matrimonio" entre personas del mismo sexo, Fillon no promete cambio alguno, salvo revisar la adopción por parejas homosexuales. Pero no esconde su fe personal, y eso resulta algo llamativo en una Francia oficial que, en perfecto divorcio de la Francia real (al menos mientras ésta ha sido sociológicamente cristiana), se basa sobre una concepción del laicismo poco abierta al reflejo público de la fe personal.

El siguiente cuadro es muy revelador del peso que ha tenido la religión en el voto en lasprimarias de Los Republicanos: la relación entre mayor religiosidad y mayor voto a Fillon sobre su rival Alain Juppé es casi perfecta:


Es evidente, sin embargo, que la desproporción favorable a Fillon entre los católicos practicantes no se invierte en quienes no muestran ninguna religión, donde hay un cierto equilibrio: señal de la transversalidad que ha conseguido el aspirante de la derecha, convenciendo a unos con el factor religioso y a otros con sus propuestas de liberalización económica.

Aprecio a la religión e identidad católica
"Su apoyo a las enseñanzas de la Iglesia son opciones personales, no principios políticos", subraya The Wall Street Journal, si bien la cosmovisión de Fillon difiere sustancialmente de la corrección política impuesta por la presidencia de François Holland: "Cada vez que la nación afronte cuestiones fundamentales (la vida, la muerte, lo que nos convierte en seres humanos), es importante que el punto de vista de las religiones no sea ignorado".

Algo muy distante del laicismo oficial galo. Como su tajante afirmación de que "debemos dejar de engañarnos a nosotros mismos, Francia no tiene un problema con la religión, el problema está ligado al islam".

Fillon no ha escatimado gestos que le definen personalmente, desde mostrar su solidaridad con los cristianos perseguidos en países islámicos ("todos somos cristianos orientales", proclamó, algo que no se le ha oído a los que exigían el "todos somos Charlie Hebdo") a confesar cierta nostalgia por la Francia socialmente cristiana en la que nació: "Crecí en un mundo donde la fe católica estructuraba ámbitos enteros de tu vida social".

Como recoge el diario neoyorquino, en agosto celebró la festividad de la Asunción cerca de la histórica abadía de Solesmes, y proclamó la catolicidad de Francia. "¡Escuchad las campanas!", dijo señalando hacia el monasterio benedictino: "¡Mil años de historia! ¿Cómo no sentir el poder, la fuerza y la profundidad de ese pasado que nos forjó y nos da las llaves de nuestro futuro?".

Hasta ahora, solo los dirigentes del Frente Nacional de Marine Le Pen, sumido ahora en una complicada fractura ideológica, reivindicaban las raíces católicas de la nación francesa. Fillon disputa ahora ese terreno, y su participación en las elecciones abre perspectivas inéditas.


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