ReL 17 enero 2017
Pese a la persecución, en Orissa los cristianos perseveraron en su fe |
Naba Kishore Patra es
un catequista de la diócesis de Balasore, en Orissa, una tierra en la
que hinduistas radicales llevaron a cabo una persecución anticristiana
brutal en 2008. Nació y creció en una familia hindú. Se casó con una
mujer católica, que le hizo conocer la fe cristiana. Esa semilla de fe
luego fue cultivada por los sacerdotes y las hermanas vicentinas.
“Trabajamos duro para la misión”, afirma.
"Estoy orgulloso de mi fe en Jesucristo y estoy agradecido a mi esposa por haberme estimulado para aceptar la fe católica”. Es lo que dice a AsiaNews Naba Kishore Patra, un exmilitar, ya retirado, que pertenece a la parroquia de San Pablo en Hatigarh, la cual forma parte de la diócesis de Balasore (en Orissa). Nacido en una familia hindú, se convirtió al cristianismo tras su matrimonio. Ahora está retirado y ha decidido dedicar su vida a servir en la parroquia, donde se ha vuelto catequista.
Católico gracias a su mujer
Naba, de 60 años de edad, es el último de cinco hijos. Él y sus cuatro hermanos mayores – Harilal, Motilal, Jarilal y Sukhlal – fueron educados en la fe hindú. Su nombre significa “nuevo”. Él está seguro de que esto ha sido “un plan de Dios, que inspiró a mis padres para que me dieran este nombre”.
Al terminar el colegio, Naba entró en el ejército. Luego la familia organizó sus bodas con Shantilata, una mujer católica que había sido adoptada por Monseñor Jacob Vadakkaveetil CM, difunto obispo de la diócesis. “La mayor bendición que he recibido –afirma- es haberme casado con una mujer católica, que hizo nacer mi fe. Luego, los sacerdotes y las hermanas alimentaron esa semilla y hoy estoy orgulloso de ser catequista”.
"Estoy orgulloso de mi fe en Jesucristo y estoy agradecido a mi esposa por haberme estimulado para aceptar la fe católica”. Es lo que dice a AsiaNews Naba Kishore Patra, un exmilitar, ya retirado, que pertenece a la parroquia de San Pablo en Hatigarh, la cual forma parte de la diócesis de Balasore (en Orissa). Nacido en una familia hindú, se convirtió al cristianismo tras su matrimonio. Ahora está retirado y ha decidido dedicar su vida a servir en la parroquia, donde se ha vuelto catequista.
Católico gracias a su mujer
Naba, de 60 años de edad, es el último de cinco hijos. Él y sus cuatro hermanos mayores – Harilal, Motilal, Jarilal y Sukhlal – fueron educados en la fe hindú. Su nombre significa “nuevo”. Él está seguro de que esto ha sido “un plan de Dios, que inspiró a mis padres para que me dieran este nombre”.
Al terminar el colegio, Naba entró en el ejército. Luego la familia organizó sus bodas con Shantilata, una mujer católica que había sido adoptada por Monseñor Jacob Vadakkaveetil CM, difunto obispo de la diócesis. “La mayor bendición que he recibido –afirma- es haberme casado con una mujer católica, que hizo nacer mi fe. Luego, los sacerdotes y las hermanas alimentaron esa semilla y hoy estoy orgulloso de ser catequista”.
En 2008, en Orissa decenas de cristianos fueron asesinados, iglesias destrozadas y sus casas quemadas |
Naba se convirtió al cristianismo gracias a la mujer y con el apoyo
espiritual de los sacerdotes de las Congregación de la Misión y de las
hermanas Hijas de la Caridad (la sociedad masculina y femenina de vida
apostólica fundada por San Vicente de Paul). Durante 26 años se desempeñó como militar, y de simple soldado fue promovido a oficial comisario. “Todo esto –sostiene- ocurrió gracias a la bendición de Dios”.
"La llamada de Dios para la evangelización"
En el año 2001 aceptó el retiro y decidió seguir “la llamada de Dios para trabajar en la evangelización”. Tras un período de formación trimestral durante cuatro años consecutivos (12 meses en total), “me convertí en catequista de tiempo completo. Este período me permitió alcanzar una buena formación y me brindó la calidad necesaria para llevar la palabra de Dios a varios lugares y a personas diferentes”.
Sus “reglas” para el trabajo misionero son: “Dedicación a la oración y a la devoción; disponibilidad para servir; tener la capacidad de perdonar y sacrificarse por el bien de los demás; leer la Biblia todos los días; construir relaciones entre cristianos y fieles de otras religiones; tener el coraje de vivir una vida cristiana; asistir a misa todos los días; vivir con simplicidad y humildad”.
“Cristo está en mí, él es mi orgullo” afirma. Por eso, Naba da un consejo a los otros catequistas: “Debemos trabajar duro para la misión. Si tenemos fe en Dios, él bendecirá nuestro trabajo misionero”.
"La llamada de Dios para la evangelización"
En el año 2001 aceptó el retiro y decidió seguir “la llamada de Dios para trabajar en la evangelización”. Tras un período de formación trimestral durante cuatro años consecutivos (12 meses en total), “me convertí en catequista de tiempo completo. Este período me permitió alcanzar una buena formación y me brindó la calidad necesaria para llevar la palabra de Dios a varios lugares y a personas diferentes”.
Sus “reglas” para el trabajo misionero son: “Dedicación a la oración y a la devoción; disponibilidad para servir; tener la capacidad de perdonar y sacrificarse por el bien de los demás; leer la Biblia todos los días; construir relaciones entre cristianos y fieles de otras religiones; tener el coraje de vivir una vida cristiana; asistir a misa todos los días; vivir con simplicidad y humildad”.
“Cristo está en mí, él es mi orgullo” afirma. Por eso, Naba da un consejo a los otros catequistas: “Debemos trabajar duro para la misión. Si tenemos fe en Dios, él bendecirá nuestro trabajo misionero”.
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