Un grupo internacional de investigadores identificó recientemente los restos del obispo Teodomiro de Iria Flavia, descubridor en el siglo IX de la tumba del apóstol Santiago. Un hecho que, décadas después, daría lugar a la peregrinación a la catedral de Santiago de Compostela, en el norte de España, conocida como el Camino de Santiago.
El origen del Camino de Santiago se remonta al siglo IX, cuando un ermitaño llamado Pelayo presenció una lluvia de estrellas descendiendo sobre un campo. Una vez allí, descubrió una tumba antigua e informó al obispo de Iria Flavia, Teodomiro.
La tumba descubierta en 1955
Según la tradición, transcurrieron tres días de oración y ayuno hasta que el prelado recibió una revelación en la que se le decía que aquel era el lugar donde habían sido enterrados el apóstol Santiago junto con dos de sus discípulos.
Fue el rey Alfonso II de Asturias quien conoció los hechos y ordenó construir una iglesia en el lugar, además de ser el primer peregrino en dirigirse al lugar sagrado. El monarca siguió una ruta desde la ciudad de Oviedo, que hoy se conoce como el Camino Primitivo.
Lápida del sarcófago del obispo Teodomiro de Iria Flavia. La inscripción que figura en ella reza: "En este sepulcro descansa el siervo de Dios Teodomiro, obispo de la sede de Iria, que murió el día 13 de las calendas de noviembre del año 885".
Pronto muchos peregrinos, guiados por la fe y la piedad, acudieron en masa al lugar, que con el paso de los años se convirtió en la catedral de Santiago de Compostela. En 1955 el arqueólogo español Manuel Chamoso Lamas descubrió en el suelo de la catedral una lápida con una inscripción referente al obispo Teodomiro. Debajo estaban los restos óseos de lo que parecía ser un anciano. Años más tarde, se llegó a la conclusión de que pertenecían a una mujer.
La investigación se detuvo al menos hasta las revelaciones de hace unos días, cuando el equipo coordinado por Patxi Pérez Ramallo, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, y en colaboración con instituciones como el Instituto Max Planck de Geoantropología de Estocolmo, aportó nuevos datos más precisos sobre la identidad del obispo gallego.
Pérez Ramallo confirmó los resultados y, aunque subrayó que desde el punto de vista científico "nunca habrá" certeza absoluta sobre la identificación, aseguró que las posibilidades de que los restos correspondan al obispo Teodomiro son "altísimas".
La nueva investigación constituye "el primer análisis óseo que combina técnicas osteológicas y biomoleculares, con el objetivo de establecer un perfil biológico detallado del individuo y aportar nuevos indicios sobre su cronología, origen geográfico, dieta y estatus social", explicó Pérez Ramallo.
Entre otras pruebas, se realizó la datación por radiocarbono de un fragmento de costilla, un análisis de ADN y otro sobre la estabilidad de isótopos estables de carbono y nitrógeno del esmalte de un premolar inferior. El resultado fue que se trata de "un varón adulto de constitución esbelta" de unos 45 años, cuya datación concuerda con la fecha de muerte reportada en la lápida, 847 d.C. De las evidencias también se puede deducir que se trata de un individuo que vivía cerca de la costa, hecho aplicable también al obispo de Iria Flavia, hoy Padrón, municipio costero de Galicia.
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