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terça-feira, 8 de maio de 2018

Vendido como esclavo, cruzó los Alpes andando...: la Iglesia le acogió, se sintió amado y se bautizó

Arouna, agradecido a la Iglesia: «Nunca había sido tratado de esta manera»

Arouna ha encontrado en la Iglesia Católica el trato y el amor que no había recibido nunca en su vida
7 mayo 2018


“Porque tuve hambre, y me distéis de comer; tuve sed, y me distéis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí”. Estas palabras que pronunció Jesús, y que recoge el Evangelio de Mateo, han sido puestas en práctica por la Iglesia desde su fundación hace 2.000 años. Además del mandato de anunciar la Buena Nueva la Iglesia se ha volcado y lo sigue haciendo ayudando a los últimos, sabiendo que aquellos olvidados son el mismo Cristo.

Decenas de millones de personas en dificultad son atendidas, acogidas y queridas por la Iglesia. Una de ellas es Arouna, que se ha convertido al catolicismo precisamente al ver el amor con el que fue tratado tras vivir una vida llena de sufrimientos y un viaje a Europa en el que fue hecho esclavo en África y casi pierde la vida en los Alpes.

Una Iglesia que ama provoca conversiones
Arouna es natural de Costa de Marfil, y es uno más de los millones de africanos que se juegan la vida para buscar una vida mejor en Europa. Muchos llegan a su destino, aunque no como esperaban, pero otros tantos pierden sus vidas por el camino.

Este joven cuenta a la publicación católica La Vie cómo vio de cara a la muerte, su dura y peligrosa travesía hasta Europa y su encuentro con una Iglesia amorosa, que le sorprendió de tal manera que le llevó a pedir el bautismo.

Arouna atravesó en pleno mes de enero los Alpes a través del Col de l´Echelle, donde la nieve le llegaba hasta la cintura

Llegó a Francia en enero, a través de los Alpes desde Francia. Cruzó el Col de l´Echelle de noche y avanzaba con mucho esfuerzo mientras la nieve le llegaba casi a la cintura. El frío le invadía el cuerpo y no iba preparado para estas condiciones climatológicas, pero el miedo a hacerlo de día era aún mayor. Finalmente, llegó a Briançon y alguien le pagó un billete de tren a París. Allí fue acogido tres meses por la Iglesia como parte de la Operación Invierno Solidario, en la que participan 27 parroquias de la capital francesa.

Pidió el Bautismo en Francia
Esta experiencia de acogida en la parroquia fue una auténtica sacudida para Arouna, que hasta entonces sólo había visto el mal que puede hacer el hombre. “Nunca en mi vida he sido tratado de esta manera”, asegura este joven, lo que le ha llevado a pedir ser católico.

Los sacerdotes de la parroquia como los voluntarios de esta pastoral de acogida quedaron impresionados por la claridad y sinceridad de este joven. Decidieron acompañarles en sus primeros pasos en la fe católica. Ahora, con la perspectiva de una vida muy dura, Arouna confiesa: “Cuando me siento y pienso en mi vida, creo que el Dios bueno es fuerte”.

Su agradecimiento le ha llevado para ofrecerse como camillero en una peregrinación a Lourdes. Hasta ahora su viaje había sido de huida, ahora lo es de felicidad.

Arouna encontró la acogida gracias a la iniciativa de la Archidiócesis de París, 'Operación Invierno Solidario'

Su proyecto inicial no pasaba por ir a Francia, ni siquiera a Europa. Huyendo de las amenazas que había sufrido en su país quería llegar a Argelia, donde quería reunirse con un conocido.

Esclavo en Libia
Sin embargo, tras pasar Burkina Faso fue consciente de que el paso a través de Mali era muy peligroso. Los touareg conocían estas rutas y atrapaban a los inmigrantes para luego revenderlos. Por ello, decidió desviarse hacia Níger, y finalmente encontró un camión en el que tras pagar una cantidad importante de dinero le llevaría a Argelia.

Pero tras un larguísimo viaje, el vehículo entró en un edificio. "Cuando las puertas se cerraron, me di cuenta de que era demasiado tarde”, cuenta él. Al igual que otros muchos, había sido engañado y vendido. Estaba en Libia y no en Argelia.

Encerrado y privado de su libertad,  solo le daban comida y bebida una vez al día,alimentos que le cabían entre sus manos. Pensó que aquel sería su final.

"Dios me ayudó, Dios me salvó"
Dos meses después, un libio fue al lugar en el que estaba recluido y lo compró. Se convirtió en el pastor de sus ovejas y en agricultor de sus tierras. Pero a pesar de ello, Arouna era apreciado por esta familia, que le cuidó bien.

Unos meses más tarde le permitieron seguir su camino e incluso le pagaron el viaje a Europa, aunque sería muy peligrosa. Fletado por las mafias de personas, embarcó con otras 145 personas en una lancha hinchable. Un carguero francés logró rescatarlos en mitad del Mediterráneo, aunque esto no impidió que dos mujeres que viajaran con él murieran aplastadas. Fue trasladado a Napoles, y desde allí inició su otro viaje a Francia, a través de los Alpes. “Dios me ayudó, Dios me salvó”, cuenta ahora este joven marfileño.



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