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quarta-feira, 8 de janeiro de 2025

Las «otras» Acutis: Teresita, la madrileña, guapa y «terca», que con 10 años dijo «voy a ser santa»

La venerable González-Quevedo y Cadarso murió a los 19 años como monja carmelita

Teresita
Cuando tenía apenas diez años, durante un retiro, escribió en su diario su gran aspiración vital: "He decidido ser santa".


Juan Cadarso


El Año Jubilar que acaba de dar comienzo en la Iglesia llevará a miles de jóvenes y adolescentes a participar el próximo mes de abril en Roma en la canonización de Carlo Acutis, el muchacho italiano que murió en 2006 a los 15 años de edad tras una dolorosa enfermedad y habiendo ofrecido un gran ejemplo de santidad.

Un modelo de entrega a los designios de Dios que tiene bastantes similitudes con el de otros nombres menos conocidos, pero más cercanos, como es el caso de la siguiente protagonista: María Teresa González-Quevedo y Cadarso. Una chica madrileña que llegó a ser monja carmelita y que falleció a los 19 años de edad en el Año Santo de 1950 tras una meningitis.

Teresita, "la venenita"

Nacida en Madrid el Sábado Santo de 1930, en una familia muy bien posicionada, siendo el padre un médico afamado y la madre ama de casa. Vivían en el centro de la capital, justo enfrente del Palacio Real. Teresita era la menor de tres hermanos: Luis, el mayor, y Carmen, que era la hija mediana. Desde pequeños, tendrían una profunda educación cristiana. 

Teresita

Amante del tenis y de otros deportes, Teresita desarrolló una personalidad muy inquieta, entusiasta y atrevida. Era alegre, llena de amor por la vida, aunque algo menos por los libros. Apodada "la venenita", por su carácter testarudo e irascible, el "no me gusta" era su comentario preferido en la mesa de comer. De pequeña nunca pedía perdón por nada.

Sin embargo, desde la infancia la fe la iría transformando. Todas las noches la familia se juntaba alrededor de una imagen de la Inmaculada a rezar el Rosario. El amor por María en casa de los Quevedo era notable. Así nació la devoción de Teresita por la Virgen. De hecho, el Rosario se convirtió en su oración preferida. Le gustaba tanto que, ¡con tan solo cinco años!, fue corriendo a enseñárselo a su niñera y a la cocinera.

Durante la Guerra Civil la familia tuvo que huir de Madrid y vivió en Santander durante un tiempo. Allí Teresita se encontró con muchos niños pobres que jugaban delante de su casa. Aunque, después de conocerlos, se negó a jugar con ellos. Le daban asco sus manos, sus ropas sucias y malos modales. Se lo contó a su padre y este la corrigió: "Esos niños son más pobres que el Niño Jesús y le rezan igual que lo haces tú". Teresita, entonces, entendió todo.

Cayó en la cuenta de que debía de hacer algo para corregir el rechazo que había sentido por ellos y empezó a invitarlos a casa. Les enseñó a lavarse manos y la cara, les dio chocolate caliente y les enseñó a usar la servilleta. También empezó a juntar juguetes para regalárselos, algo que siguió haciendo durante la época de Instituto. Poco a poco, dejó de ser "la venenita" y, siempre que hacía un pequeño sacrificio, se lo contaba a la Virgen María.

Teresita

Un suceso familiar le ayudó en esta transformación. Uno de sus tíos fue mártir de la Guerra Civil dejando huérfanos a siete hijos, y todos se fueron a vivir con los Quevedo. Un repentino incremento de la familia que le enseñó a cuidar de los demás sin tener en cuenta sus necesidades. Al acabar la guerra volvieron a Madrid y empezó a ir a un colegio de monjas.

Cuando tenía apenas diez años, le pidió a sus padres que le dejaran ir a unos Ejercicios Espirituales con las chicas mayores que se estaban preparando para la Confirmación. Durante este retiro escribió en su diario la que se convertiría en su gran aspiración vital: "He decidido ser santa".  

Teresita le tenía un amor tan grande a la Virgen que la empezó a llamar "mi madrecita". Con 13 años entró en la Congregación mariana de su Instituto. Se consagró totalmente a María, rezaba diariamente, procuró vivir la fe en la vida diaria y acercar a otros a ella. Las niñas llevaban una medalla de nuestra Señora con una inscripción que cada una elegía individualmente, y Teresita eligió: "Madre mía, que quien me mire, te vea".

Y, esta fue la oración de consagración que escribió:

"Oh dulce Virgen María, Madre mía, hoy me ofrezco completamente a vos. Os pido le deis mi cuerpo, mis ojos, oídos y lengua, mi alma y corazón a Jesús. Soy toda vuestra, santa Madre de Dios. ¡Guárdame! Amén".

Una carta a la Virgen María

El día de la Inmaculada Concepción, teniendo quince años, le escribió una carta a la Virgen en una estampita: "Santísima Madre, hoy solemnemente prometo vivir santa y castamente para siempre. Mi único deseo es seros a vosotros, Jesús y María, del mayor agrado".

Teresita maduraba alegre y jovial. Le encantaba estar con sus amigos, ver películas (La canción de Bernadette era su preferida), ir a fiestas, los deportes, la ropa, los coches y ayudar a los pobres. Fue capitana del equipo de baloncesto y premiada como "la mejor vestida". Sin embargo, cada vez tenía más claro qué es lo que quería para su vida. 

Teresita

El tema de la vocación religiosa no era extraño entre sus amigas, algunas alumnas del Instituto habían entrado como monjas. Una de ellas, en una ocasión, le dijo: "Yo viajaré, me divertiré mientras sea joven, y cuando sea más vieja, entraré en el convento para asegurarme el cielo". A lo que Teresita, indignada, le respondió: "¡Qué tacaña y egoísta! ¡Cómo que te crees que Jesús te va a admitir ya achacosa, cuando hayas ofrecido lo mejor de tu vida al mundo! Jesús tiene mejor gusto, y quiere como ofrenda la juventud con sus alegrías y sus ilusiones".

Un fragmento de una carta de Teresita, dirigida a su tía Irene, decía así:

"Cada día soy más feliz. ¡Nuestro Señor me ha amado tanto! Por esta razón quiero ser muy generosa y no negarle nada de lo que me pida. Le digo mucho que me entrego totalmente a Él, pero como aún no sé cómo hacerlo bien, Él se encarga de tomar lo que necesite de mí. Y junto con Jesús y María, la Virgen, haré todo el bien que pueda. ¿No parece un buen plan?".

En 1947, Teresita tenía 17 años, y una belleza física muy particular. Los chicos se sentían atraídos por ella, pero notaban algo especial que les obligaba a respetarla, a tratarla como a alguien que viajaba por horizontes más lejanos. Ella llevaba en su corazón un propósito firme: ser religiosa. Soñaba con las misiones, soñaba con China. Su alma añoraba otros mundos, deseaba llevar a Cristo a rincones donde no lo conocían. 

Un día de mayo salió de su corazón una súplica especial: "¡Madre mía, dame vocación religiosa!". Pero, luego, se asustó de lo que acababa de pedir. A una amiga le confesó: "¡Mira que si la Virgen me la da de verdad!". Habló con su director espiritual y con una tía, religiosa, para pedir consejo. Teresita estaba decidida, incluso propuso la fecha en la que quería entrar al noviciado de las Carmelitas de la Caridad de Vedruna: el 23 de febrero de 1948.

Portada del libro Teresita: apuntes biográficos de la venerable María Teresa González-Quevedo y Cadarso, de López de Uralde y Elorza, María Luisa.

Portada del libro Teresita: apuntes biográficos de la venerable María Teresa González-Quevedo y Cadarso, de López de Uralde y Elorza, María Luisa.

La familia y los amigos mostraron su sorpresa. Una chica tan guapa... Pero sus padres dieron el permiso. Su hija les había pedido algo bueno. Llegaba el 23 de febrero, mientras nevaba en Madrid empezaba su vida de postulante con 17 años. Muy poco después, en mayo de 1949, Dios le empezó a revelar sus planes: una extraña fiebre dio la alarma, indicaba que algo no iba bien. Tras los análisis, se descubrió que sufría una pleuresía aguda.

En su diario, escribió: "Durante la Comunión, tenía tantas ganas de entregarme completamente a Jesús para demostrarle cuánto quería amarlo, que me ofrecí como víctima para que hiciera de mí lo que quisiera". Sintió una llamada profunda a confiar, a ponerse en manos de Dios. Y dijo a una compañera: "Para ser santa el primer paso es la confianza, y después abandonarse en manos de la Virgen, para que Dios haga lo que quiera...".

Teresita previó que moriría antes de la fecha en la que se iba a declarar el dogma de la Asunción de la Virgen. En enero de 1950, sufrió un fuerte dolor de cabeza. Llamaron a su padre, que era médico, y le diagnosticó meningitis tuberculosa: no había nada que hacer... Pero, para sorpresa de todos, reaccionó con una especial alegría.

No me lo he ganado, me lo regalan

Su maestra de novicias vio, entonces, a Teresita demasiado confiada en ir al cielo. Un día, le preguntó: "Pero, si tú no has ganado el cielo, ¿cómo vas a conseguirlo tan pronto?". Y la novicia respondió con naturalidad: "¡¡Claro que no me lo he ganado!! Pero me lo regalan; ya sabes tú lo del Buen Ladrón. Si Jesús y María me lo quieren regalar, ellos son muy dueños".

El Jueves Santo de ese año sufrió un empeoramiento. Todo su cuerpo temblaba, pero siguió repitiendo en los labios algunas invocaciones marianas. Poco a poco su vida se iba apagando, aunque todavía decía con decisión: "¡Jesús, te amo por los que no te aman!... ¡Madre mía! ¡mil veces morir antes que ofenderte!". Llegaba la agonía. Teresita decía algunas oraciones. Al final, dio un fuerte grito: "¡Madre mía, ven a recibirme... y llévame contigo al cielo!".

Pocos minutos después, habiendo recibido la Eucaristía y los votos de religiosa profesa, el 8 de abril del Año Santo de 1950 –este años se cumplen 75 años– Teresita falleció. Fue proclamada venerable por Juan Pablo II el 9 de junio de 1983. Su tumba se encuentra en el convento de Carabanchel Bajo (Madrid) de las Carmelitas de la Caridad de Vedruna,​ donde vivió desde febrero de 1948 hasta su muerte. En 1960, el Ayuntamiento de Madrid dio el nombre de Teresita González-Quevedo a una calle situada en el barrio de Cuatro Caminos.

Teresita

En 2023, la tumba de la venerable se llenó con 80 jóvenes estadounidenses que regresaban de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa. En el estado de Minnesota (EE.UU), las hermanas del Instituto del Verbo Encarnado la han nombrado copatrona, tras haber conocido su historia por el libro Mary was her life: The Story of a Nun, Sister Maria Teresa Quevedo 1930-1950 (María fue su vida: la historia de una monja, la hermana María Teresa Quevedo 1930-1950), publicado en 1960 en EE.UU. por la religiosa Mary Pierre, de las Hermanas de la Misericordia.

Hoy, son muchas las personas que visitan su tumba cada día y se encomiendan a Teresita cuando tienen algún problema personal o una enfermedad seria. Se puede escribir a este correo electrónico para dar parte de las gracias recibidas mediante la intercesión de Teresita: causateresita@gmail.com

Tumba de Teresita en el barrio madrileño de Carabanchel Bajo.

Tumba de Teresita en el barrio madrileño de Carabanchel Bajo. 

Cronología de su vida:

- 1930. Nace el día 14 de abril. El día 20 fue su bautismo.
- 1938. Primera comunión el día 29 de julio.
- 1939. Confirmación el día 9 de noviembre.
- 1944. El 14 de diciembre forma parte de la Congregación Mariana.
- 1948. El 23 de febrero, ingresa en la Congregación de Carmelitas de la Caridad, en el noviciado de Madrid-Carabanchel. Eligió el día 23 porque 2+3=5 (las letras de MARIA). Pidió a la Virgen que ese día nevase porque le gustaba mucho la nieve y, aunque el día anterior no pronosticaba nada, el día 23 Madrid se levantó con una capa de nieve.
- 1950. El 20 de enero, siendo novicia, cae gravemente enferma.
- 1950. El 24 de enero, hace su profesión “in artículo mortis”
- 1950. El 8 de abril, sábado santo, muere en concepto de santidad. La causa de
su fallecimiento fue una meningitis tuberculosa.
- 1967. El 25 de abril, se introduce la causa en Roma.

- 1983. El 9 de junio el Papa Juan Pablo II (hoy San Juan Pablo II), la declara venerable y el 13 de diciembre se hizo su lectura pública en Madrid (Basílica de San Francisco el Grande).



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