Hainan es una región de islas en el sur de China, que consiste en una gran isla con el mismo nombre y otras 200 islas pequeñas cercanas. Con playas tropicales, hermosos bosques y buen clima, en los últimos 20 años se ha convertido en una versión china de las Islas Canarias (o Hawái, o el Caribe) pero -como siempre en China- a lo grande (su territorio es 5 veces el de las Islas Canarias, y con 10 millones de habitantes está mucho más poblado).
Los ricos del país comunista se han acostumbrado a acudir allí y se multiplican los espacios de turismo de distintas gamas de gasto (para la clase media-alta china).
La estatua de 108 metros de la diosa Guanyin, en la capital, Sanya, junto al templo Nanshan, en la playa, es uno de sus símbolos emblemáticos. Para los budistas es una bodisatva, una mujer que alcanzó la iluminación. Para los taoístas, una divinidad benéfica que bendice la ciudad.
En 2018, el secretario general del Partido Comunista, Xi Jinping, anunció que la isla gradualmente iría contando con zonas de libre comercio e invitó a empresas extranjeras y multinacionales a instalarse allí. Además, se ha impulsado una zona de empresas de Alta Tecnología y otra de desarrollo económico especial.
El resultado es que llegan no sólo turistas para disfrutar, sino trabajadores, ejecutivos y técnicos de toda China y de otros países. Y, entre ellos, católicos.
La Iglesia en Hainan: varias veces expulsada
Los primeros sacerdotes en llegar a Hainan lo hicieron por casualidad, en barcos golpeados por tormentas, sin quedarse allí: el portugués Baltasar Gago, volviendo de Japón, en 1560, y en 1583 el español Diego de Oropesa con otros siete franciscanos, a los que enviaban de Filipinas a Hanoi, en Vietnam. Nadie introdujo el catolicismo allí hasta que un veterano funcionario chino llamado Wang Honghui, que se había cristianizado a través del famoso misionero jesuita Matteo Ricci (recientemente declarado venerable), volvió a la isla, su lugar natal, enfermo, en 1593, para descansar... y empezar a transmitir la fe.
Templo y estatua de la diosa o bodisatva Guanyin de Nanshan, en la isla turística de Heinan; empezó a construirse en 1999 y se finalizó en 2005.
Hacia 1630 llegaron a la isla muchos misioneros jesuitas (de Portugal, Francia, Italia y Alemania), que crearon comunidades católicas con miles de miembros y varios templos, pero duró poco, porque la dinastía Qing en 1665 expulsó a la Iglesia Católica de China y deportó a los sacerdotes de Hainan. Sus iglesias fueron convertidas en templos taoístas. La Iglesia intentó muchas veces en siglos siguientes volver, con breves éxitos.
La última gran expulsión tuvo lugar en 1949, con la Revolución Cultural: los comunistas expulsaron a muchos sacerdotes extranjeros, excepto algunos que fueron ejecutados. A las religiosas de los Sagrados Corazones (que hoy vuelven a tener presencia allí) las sacaron de sus conventos y las casaron a la fuerza con campesinos.
Crecimiento en apenas 11 años
Al empezar el siglo XXI, la Iglesia contaba en Hainan con solo una capilla y una religiosa. En 2012 fue ordenado el primer sacerdote desde la Revolución Cultural. Y este pasado 3 de mayo de 2023 era ordenado un nuevo sacerdote en la isla, el padre Hou Pengfei, por el arzobispo Joseph Gan Junqiu, de Guangzhou.
Hoy la isla cuenta con más de 5.000 católicos bautizados. La mayoría son trabajadores inmigrantes internos pertenecientes a grupos étnicos minoritarios. Ya hay 8 iglesias católicas en la isla. Nuevas religiosas apoyan a los sacerdotes. Los turistas son los principales destinatarios del anuncio del Evangelio.
Como ha señalado el obispo Gan, “Hainan representa la situación típica de las palabras de Jesús, cuando dijo que 'la mies es mucha, pero los obreros pocos'. Debemos dar gracias al Señor por el don de un nuevo sacerdote”.
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