Escritor, músico, artesano y poeta: la pasión de Luis del Río por el saber le llevó a Dios
Luis del Río tiene rasgos de hombre renacentista en búsqueda de la verdad. Fue ateo convencido y desde hace poco es católico. Argentino en EEUU, ha explorado muchas cosmovisiones. Artesano y poeta, ha escrito varios libros y publicado tres discos de música.
También es un apasionado de la historia y la filosofía, ha practicado el budismo durante una década y profesado un ferviente odio a la Iglesia.
¿Cómo pasó de seguir a Nietzsche a servir a Jesucristo? Cuenta en su canal de YouTube que el camino "no fue nada espectacular", sino que podría haberlo recorrido cualquier ateo o agnóstico. Él, dice, solo estuvo abierto a buscar la verdad… y la Providencia hizo el resto.
Nacido en Argentina y residente desde hace algo más de dos décadas en Estados Unidos, cuenta que si había una Biblia con sentido para él, esta era Así habló Zaratustra, conocido por su icónica proclamación de la muerte de Dios, según Nietzsche. No era el único: El mito de Jesús, de Georg Brandes, Foucault, Marx, Freud, Rousseau y la teoría del buen salvaje, el budismo, el chamanismo o leyenda negra de España eran otros de sus compañeros de viaje.
Ateo militante, "odiaba la Iglesia y el dogma"
"Así habló Zaratustra era una `Biblia´ para mí. Era un ateo militante y odiaba a la Iglesia, el dogma y el clero", reconoce.
Su actitud comenzó a cambiar al considerar que, como ateo, esa militancia tan agresiva podía estar resultando incluso "ridícula", ya que "no podía realmente afirmar con fe que Dios no existía, no podía tener tanta convicción en algo que realmente desconocía. Estaba siendo como ellos [los cristianos]".
En su travesía, el budismo también cobró gran importancia "como forma de vida" más que como una práctica religiosa. Durante 10 años, Luis fue a retiros semanales budistas, incluso conoció a su máxima autoridad, el Dalai Lama.
Pero aquella reflexión le perseguía continuamente. Apasionado por la lectura y el conocimiento, comenzó un proceso de liberación de dogmas y prejuicios adquiridos con la intención de razonar su rechazo, sin influencias, que le llevaría más de dos años.
La fuerza y sencillez de la Biblia
"Fue un proceso de investigación histórica, de pensamiento, de acercarme a la Biblia… Para saber qué era, no quería escuchar a otros, sino leer. Y me llevé una sorpresa. No solo me resultó atrayente su `simpleza´ en el lenguaje, sino su fuerza. Me fui interesando muchísimo y, al ver lo que era, supe que era un libro importantísimo para leer, aunque no fuese cristiano", explica.
Sin saberlo, Luis había caído en un hilo del que no podría soltarse.
"¿Era Jesús un mito?" Fue la segunda pregunta que se vio obligado a responder tras leer la Biblia. Pero conforme investigó las fuentes primarias, fue consciente de las "abundantes pruebas" que hacían imposible negar que "existió alguien llamado Cristo".
Lo cierto es que conforme profundizaba en sus investigaciones eminentemente racionales y se enfrentaba a la "verdad histórica", quedó nuevamente sorprendido al comprender que aquella persona "que conmocionó el mundo" no fue un gran conquistador como Alejandro Magno, sino "una persona que caminaba entre carpinteros, entre gente pobre y enferma".
"Tuve que tomar una decisión, creerle o no hacerlo", explica.
La sentencia agustiniana de creer para comprender y comprender para creer le ayudó a dar un "pequeño salto de fe" mientras asumía que fe y razón "no son opuestos, sino que pueden y deben ir juntas".
Todo lo que buscaba estaba en "la Cristiandad"
Lo que necesitaba era experimentarlo por sí mismo. Al fin y al cabo, dice, incluso los ateos, los agnósticos o quienes profesan otras ideologías dan un salto de fe al decidir voluntariamente asumir esos preceptos.
Como se puede ver en su canal, la historia siempre ha sido una de sus grandes pasiones. Así, trató de encontrar ejemplos de algunos de sus grandes referentes históricos que hubiesen sido cristianos o se hubiesen nutrido en la fe… y quedó abrumado por su cantidad.
"Comprendí que el mito de que la religión crea hombres aturdidos es una gran mentira. Bach, Newton o Galileo son solo algunos. No había pruebas para afirmar que la religión cree hombres aturdidos", subraya.
A medida que investigaba, Luis encontraba sus antiguos argumentos cada vez más endebles. Lo siguiente fue saber que muchas de las cosas que siempre había buscado ya las ofrecía el cristianismo mucho antes que sus referentes ateístas. De todos ellos u otros pensadores, no conocía a nadie que hubiese tratado de poner el amor en el centro de la existencia como lo más importante o de vivir y morir por eso
"La posibilidad de un mundo mejor, la hermandad y el amor entre hermanos, encontré que ya estaba representado en la doctrina de la Cristiandad. No podía haber nada más alto que una doctrina que hablara del amor y esto me llevó a pensar que había algo sobrenatural en el hecho de que alguien hubiese llegado entre los pobres con esa doctrina, y además crucificado, que -entre comillas- pierde y es traicionado, iba a cambiar el mundo", relata.
Consuelo en la oscuridad
Todos estos argumentos le hacían pensar cada vez más fríamente que "debía haber algo más" detrás de todo. Pero aún necesitaba una prueba no racional, sino afectiva.
Y la encontró en base a una pregunta -la de quién era Jesús y si podía relacionarse con Él- y una necesidad, la de hallar sentido y consuelo en una oscura etapa de su vida que le llevó a perder toda voluntad de continuar viviendo.
Aunque dio el paso al teísmo, todavía no creía el Dios que predica la fe cristiana, sino en "algo general" que pudiese sacarle de aquella situación.
En pleno sufrimiento, la imagen del crucificado le generó cierta empatía, hasta el punto de que de todos los ídolos o seres espirituales que conocía, solo pensó en Cristo como "un Dios que entendería".
Si había un Dios que podía entenderle, "estaba en el madero"
"Si tuviese que pensar en alguien que pudiese comprenderme, éste estaba en el madero. Y si lo pienso, sé que nadie fue más injustamente castigado, que sufrió como hombre la traición, la humillación, la tortura y la burla, siendo el menos merecedor de todo eso. Ese ser podía escuchar a cualquiera que sufriese", recuerda.
Así, decidió rezar. Y sucedió un "acercamiento" que, aunque no puede explicar, sí le dio razones, especialmente a su sufrimiento. "No es que yo ahí ya estuviese bien, seguía muy mal, pero ya tenía otra comprensión del asunto, estaba en paz conmigo mismo y sabía que ya no estaría solo nunca".
Luis había "dado el salto". Había aceptado racionalmente que la fe cristiana era la verdadera y que no solo debía profesar, sino también compartirlo con sus seres queridos, muchos de ellos al margen de toda fe.
"Cuando descubro la fe cristiana, empiezo a tener una relación personal con Cristo. Llegó un momento que empecé a sentir a Jesús en mi vida como una realidad y a desarrollar una relación. En ese momento me di cuenta de que quería aprender más, de que la fe ya estaba en mí, y sentí un impulso de ir a buscar para aprender. Para mí era claro que no se trataba de tenerlo todo como en un cuarto oscuro, de que si me quedaba solo con mis propios medios, todo iba a ir mal. Tenía que aprender, no sabía nada".
Pero sobre todo, debía bautizarse, "algo que no habría creído hace dos años".
Su recepción oficial en la Iglesia, el 16 de abril de 2022, ha quedado inmortalizada en los videos de su canal. Algo que siempre recordará como "muy emotivo, como una sensación de pureza y como un regalo en la vida" que le ayuda a "luchar contra el pecado y contra los propios males".
Luis del Río, a la derecha, el día de su bautismo.
Fidelidad, Hispanidad, y unidad: por qué ser católico
Pero, ¿por qué católico? Especialmente en los Estados Unidos, donde el catolicismo está en clara desventaja respecto a las facilidades y a la gran cantidad de denominaciones protestantes.
En otro vídeo publicado recientemente, destaca algunos motivos.
El primero lo explica como "una cuestión de fidelidad". "Se me hacía claro que la religión católica era la original y que, al menos, tenía que empezar por ahí, ir a lo original lo más abierto posible para ver qué podía aprender".
En segundo lugar, por sus orígenes hispanos: "La Hispanidad está forjada por el catolicismo, es muy difícil separarlo. Los hispanos somos católicos aun siendo ateos. Había una cuestión de lealtad del corazón, yo voy hacia la Hispanidad, no hacia lo anglosajón".
Y por último, relacionado a este segundo, aunque contempla a los protestantes como "hermanos", observaba que "el movimiento espiritual del protestantismo era la división, la separación, porque hay muchas iglesias protestantes. En Estados Unidos parece que uno puede crear su iglesia, incluso un pastor me dijo que yo podría serlo cuando no era ni cristiano. Hay pastores que interpretan la Biblia, abren su iglesia y le ponen su versión. Llegué a la conclusión de que el movimiento es de separación, de desmembramiento constante. En la Iglesia católica, en cambio, era de unidad".
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