Diana Kim y el proyecto Homeless Paradise
Abc 24 agosto 2015
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Veinticinco años habían pasado desde que Diana Kim había visto a su padre por última vez y quizás pensó que su imaginación le estaba jugando una mala pasada cuando, entre los indigentes que estaba fotografiando, creyó ver a su progenitor.
La fotógrafa y abogada de 30 años estaba retratando a la gente sin hogar en Hawai (Estados Unidos), cuando se percató que uno de esos hombres era su propio padre, que había sido dueño de un estudio de fotografía en Hawai y a quien no había vuelto a ver tras la separación de sus progenitores cuando ella tenía cinco años.
La fotógrafa y abogada de 30 años estaba retratando a la gente sin hogar en Hawai (Estados Unidos), cuando se percató que uno de esos hombres era su propio padre, que había sido dueño de un estudio de fotografía en Hawai y a quien no había vuelto a ver tras la separación de sus progenitores cuando ella tenía cinco años.
Así encontró Kim a su padre, enfermo y sin techo en las calles |
En 2003, Kim había empezado a fotografiar a personas sin hogar en las calles de Hawai como parte de un proyecto que se acabaría convirtiendo en una iniciativa dedicada a la humanización de las personas sin hogar: «The Homeless Paradise».
No sería hasta nueve años más tarde cuando la joven fotógrafa daría con su padre, cuyo aspecto retrató.
Kim explicaba a la cadena estadounidense NBC News que se acercó a él «sintiendo una sensación de incertidumbre, pero encontré el coraje para tocar su hombro y llamarlo. Él no me oyó. No me pudo oír».
Aquejado de una esquizofrenia severa, el hombre no respondía a las preguntas de su hija y, en su lugar, discutía intensamente con el espacio vacío frente a él.
Durante mucho tiempo, el padre de Kim se negó a recibir tratamiento médico, no quería comer ni bañarse ni usar la ropa nueva que le llevaba su hija, que no perdía la esperanza.
No sería hasta nueve años más tarde cuando la joven fotógrafa daría con su padre, cuyo aspecto retrató.
Kim explicaba a la cadena estadounidense NBC News que se acercó a él «sintiendo una sensación de incertidumbre, pero encontré el coraje para tocar su hombro y llamarlo. Él no me oyó. No me pudo oír».
Aquejado de una esquizofrenia severa, el hombre no respondía a las preguntas de su hija y, en su lugar, discutía intensamente con el espacio vacío frente a él.
Durante mucho tiempo, el padre de Kim se negó a recibir tratamiento médico, no quería comer ni bañarse ni usar la ropa nueva que le llevaba su hija, que no perdía la esperanza.
Diana Kim y su padre cuando ella era una niña; llevaba 25 años sin verlo, desde que sus padres se separaron |
Cuando, en 2014, el hombre sufrió un ataque cardíaco en la calle y la Policía le llevó al hospital, empezó un tratamiento de varios meses que le permitió recuperar una vida normal a principios de 2015 junto a su hija.
«Él tiene metas, tiene esperanza, tiene la voluntad para tener éxito», explicaba la fotógrafa y destacaba que ahora «pasa tiempo con sus amigos y familiares, está buscando trabajo y planea visitar a sus parientes en Corea del Sur».
«Él tiene metas, tiene esperanza, tiene la voluntad para tener éxito», explicaba la fotógrafa y destacaba que ahora «pasa tiempo con sus amigos y familiares, está buscando trabajo y planea visitar a sus parientes en Corea del Sur».
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