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quarta-feira, 23 de agosto de 2017

Cardenal Simoni, 28 años en la cárcel: «Jesús está con quien le ama con mortificación y oración»

«La vía del Paraíso es la vía dulce y luminosa de la Cruz»

El cardenal Ernest Simoni en noviembre pasado, y dos años antes, cuando su relato hizo llorar a Francisco.
23 agosto 2017


Es difícil olvidar el momento vivido el 21 de septiembre de 2014 en la catedral de San Pablo en Tirana (Albania), cuando el Papa Francisco lloró y abrazó emocionado al anciano sacerdote Ernest Simoni, después de escuchar el estremecedor relato de sus torturas a manos del régimen comunista y de su doble reclusión de 18 años primero y 10 después en trabajos forzados en una mina y unas alcantarillas.


Dos años después, el 19 de noviembre de 2016, Francisco elevó al cardenalato a Simoni, un gesto hacia un hombre en su condición de testigo de la fe. Gigliola Alfaro le ha entrevistado para la agencia SIR recordando lo que ha sido su vida y para comentar el giro radical que ha vivido el país tras el fin de la pesadilla:

Ha perdonado a sus verdugos y ha dedicado su vida a la reconciliación entre las personas. La suya es una vida entregada a Dios y a los demás.

Hay vidas que se caracterizan por ser un don para los demás. Vidas entregadas en el amor de Dios y por el prójimo. Vidas que no han retrocedido ni un milímetro tampoco ante las torturas y las persecuciones. En Albania, durante la dictadura comunista de Enver Hoxha, sacerdotes, religiosos y fieles fueron un punto de referencia para los otros. Para el régimen su presencia era un peligro, porque daban esperanza a los que sufrían y la entrega de su vida era un ejemplo para el pueblo. Perseguidos por amor a Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos no dudaron en morir por no renegar de su fe.

En Scutari, cerca de la catedral de San Esteban, el 5 de noviembre de 2016 fueron beatificados 38 mártires, asesinados en los tiempos de la dictadura.


Hoy, en el País de las Águilas está garantizada la libertad religiosa y son muchísimos los misioneros que, en las aldeas y montañas, en las que hay muchísima pobreza, afrontan cualquier incomodidad para dar a conocer a Jesús. Una misión que también el cardenal Ernest Simoni ha llevado a cabo hasta avanzada edad, en especial en las parroquias de Barbullush y Trush, en Fushë Arrëz. Como muchos de sus amigos, también el cardenal estaba dispuesto a entregar la vida, pero Dios tenía otros proyectos para él.

A punto de cumplir 89 años (nació en Scutari el 18 de octubre de 1928) y después de sufrir atrozmente durante las persecuciones, el purpurado albanés es hoy un testigo de cómo la fe y el amor por Cristo no pueden ser derrotados por los poderes de este mundo. Asombran su fe granítica, su continuo agradecimiento al Señor por haberle dado la fuerza de superar todas las dificultades y su corazón generoso, que nunca ha cultivado el odio.

-Eminencia, la Iglesia albanesa sufrió grandes persecuciones a causa de Cristo, pero la fe ha resistido. ¿Esto ha sido posible por la obra y el testimonio de sacerdotes y religiosos como usted?
-He tenido amigos sacerdotes asesinados por la fe. Jesús nos dijo: "Os perseguirán, sufriréis adversidades, pero tenéis que confiar. Yo he vencido al mundo". Jesús está con todos los que rezan, los que hacen Su voluntad y lo aman con obras, con la mortificación, la oración diaria; así, todo lo que hacen desciende de la gracia divina, que ilumina la mente y el espíritu de quienes aman a Jesús en la Cruz, porque la vía del Paraíso no es fugaz como la promesa de este mundo, sino que es la vía dulce y luminosa a través de la cruz. Ésta ha sido nuestra meta diaria: acercar a Jesús a los corazones de las personas. Nos ocupábamos cada día en hacer conocer el rostro de Jesús en sus corazones y almas. Esto fue posible por la gracia y el poder del Espíritu Santo.

-El Papa Francisco, después de conocerle en 2014, en el vuelo de vuelta de Albania dijo: "Oír hablar a un mártir del propio martirio es muy fuerte". Háblenos de su experiencia...
-El régimen comunista quería alejarme de Jesús. Me consideraban un "enemigo del pueblo". Al no querer renegar de la fe, en Nochebuena de 1962 me arrestaron mientras celebraba la Santa Misa. Al acabar la celebración me pusieron cadenas y me leyeron el decreto de ahorcamiento con la acusación de haber dicho al pueblo: "Debéis morir por fidelidad a Jesús".

-¿Tuvo miedo?
-Jesús me dio la gracia divina de poder afrontar cada prueba. Hicieron todo lo posible para alejarme de Jesús por la fuerza. Me pidieron que blasfemara contra Jesús, contra la Iglesia y contra el Papa. Nunca lo hice y me encadenaron. Se me paró el corazón, pensé que moría. Cada mártir encuentra la fuerza de afrontar su propio martirio en el amor a Jesús.

-Sin embargo, al final no ejecutaron la condena a muerte...
-Habían puesto en mi celda a un espía. Era un amigo mío, que había venido a comer conmigo muchas veces en la parroquia. Había cambiado e intentaba ponerme en situaciones difíciles. Me provocaba diciéndome: "Estos comunistas son delincuentes, quieren destruir la fe". Yo le respondía: "Estoy dispuesto a dar la vida por Jesús. Jesús nos ha enseñado también a perdonar y a amar a nuestros enemigos. Con su amor hacia todos Jesús ha salvado al mundo". El espía relató lo que había dicho al dictador. Diez días después la condena me fue conmutada en dieciocho años de cárcel en la mina de Spaç. Cuando salí de la cárcel, me condenaron de nuevo a trabajos forzados: durante diez añostrabajé en las alcantarillas de Scutari.

-¿Qué le sostuvo en estos largos y dolorosos años?
-La luz, el amor, la gracia divina me acompañaban cada día. Nunca perdí la fe. Seguía celebrando la Santa Misa con hostias cocidas a escondidas en pequeñas estufas; para el vino utilizaba el zumo de los granos de uva. Rezaba el Santo Rosario confesaba a mis compañeros de cárcel y en la mina. Dios nos protegió y salvó a todos.

El presidente de Albania, Bujar Nishani, concedió en abril al cardenal Simoni la Orden de Honor del país.
-¿Cuál es la situación actual en Albania para los cristianos?
-Hoy todo es hermoso, todo está claro. Ya no hay impedimentos para quien quiera seguir a Jesús; no obstante, hay un gran trabajo que hacer para salvar a las almas, porque son aún muchos los que están lejos de Jesús. En Albania hay actualmente unos 600.000 católicos, pero el número concreto de católicos, ortodoxos y musulmanes albaneses no se sabe porque están diseminados por todo el mundo. De todas formas, en el país los católicos son una minoría.

-¿Cómo es la convivencia?
-En Albania hoy todo es amor, hermandad, consenso y acuerdo. Todos rezan. Ha sidouna gracia especial del Señor.

-Cuando terminó el régimen ateo, ¿fue difícil volver a manifestar la fe?
-No, todo lo contrario. Cuando acabó el régimen, todo el pueblo católico buscó a Jesús, rezó a Dios, se volvieron a abrir las iglesias. Y las mezquitas. Con la llegada de la libertad religiosa, el Señor me ayudó a servir a muchas aldeas y a reconciliar a muchas personas deseosas de venganza, alejando el odio de sus corazones.

Traducción de Helena Faccia Serrano


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