Siete años antes del hallazgo la censura eclesiástica aprobó sin problema sus dataciones no bíblicas
Juan Vilanova y Antonio Banderas en el papel de Marcelino Sanz de Suautola. |
P.J.G. - C.L.A. / ReL 1 abril 2016
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Este viernes 1 de abril se estrena Altamira, película protagonizada por Antonio Banderas, y su orientación no puede ser más explícita: "Un descubrimiento que desafió a la religión", proclama el tráiler,
presentando a una Iglesia exasperada contra la ciencia porque las
pinturas encontradas en 1879 en la cueva cuestionarían la fe.
La verdad histórica dice otra cosa
La presentación en algunos medios va en el mismo sentido: Ciencia vs religión, el enfrentamiento que desató Altamira, sintetiza la sección de noticias del portal Terra. Altamira contra la Iglesia y Darwin, titula El Confidencial, que al menos sí señala a los evolucionistas como los primeros y más tenaces enemigos de la autenticidad de esas muestras artísticas del hombre primitivo.
En lo que se refiere a la Iglesia, el hecho objetivo es que, por ejemplo, en 1872, siete años antes del hallazgo de Altamira, el censor eclesiástico de las obras de Juan Vilanova y Piera (1821-1893), padre de la geopaleontología española, daba el visto bueno a sus obras señalando que de la Biblia no puede deducirse una datación geológica o biológica específica.
¿Por qué entonces presenta el film a la Iglesia como oscurantista?
Los objetivos de la película
Altamira es una superproducción europea de 10 millones de euros (la película media en España no supera los dos millones), financiada al 50% con dinero de la familia Botín y su fundación, para hablar bien de su antepasado, Marcelino Sanz de Sautuola (1831-1888), descubridor y divulgador de las pinturas rupestres de Altamira, y para mostrar en circuitos internacionales la belleza natural de Cantabria.
La verdad histórica dice otra cosa
La presentación en algunos medios va en el mismo sentido: Ciencia vs religión, el enfrentamiento que desató Altamira, sintetiza la sección de noticias del portal Terra. Altamira contra la Iglesia y Darwin, titula El Confidencial, que al menos sí señala a los evolucionistas como los primeros y más tenaces enemigos de la autenticidad de esas muestras artísticas del hombre primitivo.
En lo que se refiere a la Iglesia, el hecho objetivo es que, por ejemplo, en 1872, siete años antes del hallazgo de Altamira, el censor eclesiástico de las obras de Juan Vilanova y Piera (1821-1893), padre de la geopaleontología española, daba el visto bueno a sus obras señalando que de la Biblia no puede deducirse una datación geológica o biológica específica.
¿Por qué entonces presenta el film a la Iglesia como oscurantista?
Los objetivos de la película
Altamira es una superproducción europea de 10 millones de euros (la película media en España no supera los dos millones), financiada al 50% con dinero de la familia Botín y su fundación, para hablar bien de su antepasado, Marcelino Sanz de Sautuola (1831-1888), descubridor y divulgador de las pinturas rupestres de Altamira, y para mostrar en circuitos internacionales la belleza natural de Cantabria.
Marcelino Sanz de Sautuola. |
Los productores, Lucrecia Botín y Álvaro Longoria, al principio querían hacer un documental, con José Luis López Linares como guionista. Pero después pensaron que Altamira y su historia daban para una película de ficción emocionante, y acudieron a Olivia Hetreed, guionista inglesa especializada en adaptaciones literarias.
Hacen falta "malos"
Una ficción emocionante ha de tener buenos y malos, y entre los malos está la Iglesia, como se ve ya desde el cartel en la cara de pocos amigos del personaje eclesiástico. Lucrecia Botín declaró que quería que la película se pareciera visualmente a Greystoke, filme en el que un niño de la época victoriana, náufrago criado en la jungla con monos, es devuelto al palacio de su familia y finalmente se rebela contra el mundo y sus convenciones. Por eso acudieron al director de Greystoke, Hugh Hudson, que también dirigió Carros de fuego (Oscar a la mejor película en 1981), otro film de un hombre contra el mundo y sus convenciones (en este caso, un deportista cristiano que no quiere competir en el Día del Señor).
Hugh Hudson ha querido que Altamira sea como sus otras películas: el hombre contra el mundo y la sociedad, Marcelino Sanz de Sautuola contra los que le acusaban de falsificador... y contra la Iglesia, cerrada y fanática, según la película.
"Marcelino fue castigado por la sociedad, por parte de la Iglesia y de la comunidad científica. Le tacharon de mentiroso, de mal hombre, de fraude, y ese era un tema bueno para el cine", ha declarado Hugh Hudson.
"No podía ni imaginar que se iba a encontrar con una ciencia más monolítica que la propia religión", ha matizado en una entrevista el actor Antonio Banderas, que encarna a Sanz de Sautuola. En cualquier caso, Banderas, en las entrevistas promocionales, ha hablado más de aspectos como "la envidia, tan española", que de la supuesta oposición católica a las pinturas y su datación prehistórica.
La prueba irrefutable, siete años antes del hallazgo de las cuevas
Porque la realidad histórica es que la Iglesia (fuera de algún personaje aislado) no presentó objeción al hallazgo de Marcelino. Pese a lo que muchos repiten, la Iglesia no tenía una doctrina sobre la edad del mundo o la edad del hombre sobre la tierra, y la prueba está en el texto que el censor eclesiástico escribió en el libro Origen, naturaleza y antigüedad del hombre, de 1872, siete años anterior al caso Altamira, escrito por Juan Vilanova y Piera, padre de la geopaleontología española y católico fervoroso.
"La Iglesia no ha declarado el número fijo de años que lleva el hombre en la tierra... Tampoco vemos que se contraríe el texto sagrado cuando la geología ha descubierto que las capas terrestres nos demuestran que la vida ha debido sucederse por grados en la tierra y aun en razón directa de la complicación del organismo", escribe el censor en 1872.
Todos esos personajes de la película que se espantan aferrados a las cronologías bíblicas, no son creíbles, pues, a la luz de la historia real. Como mínimo, no son representativos de la posición de la Iglesia.
Dos científicos frente a la cerrazón de los darwinistas
Además, Sanz de Sautuola fue un hombre de una profunda fe católica. Y cuando murió en 1888 su gran apoyo intelectual y científico era otro católico fiel, Juan Vilanova y Piera (1821-1893), a la sazón catedrático de Geología y Paleontología de la Universidad Central de Madrid y máximo experto español de la época en fósiles. Vilanova era prácticamente el único experto que sostenía la autenticidad de las pinturas de la cueva de Altamira.
Hacen falta "malos"
Una ficción emocionante ha de tener buenos y malos, y entre los malos está la Iglesia, como se ve ya desde el cartel en la cara de pocos amigos del personaje eclesiástico. Lucrecia Botín declaró que quería que la película se pareciera visualmente a Greystoke, filme en el que un niño de la época victoriana, náufrago criado en la jungla con monos, es devuelto al palacio de su familia y finalmente se rebela contra el mundo y sus convenciones. Por eso acudieron al director de Greystoke, Hugh Hudson, que también dirigió Carros de fuego (Oscar a la mejor película en 1981), otro film de un hombre contra el mundo y sus convenciones (en este caso, un deportista cristiano que no quiere competir en el Día del Señor).
Hugh Hudson ha querido que Altamira sea como sus otras películas: el hombre contra el mundo y la sociedad, Marcelino Sanz de Sautuola contra los que le acusaban de falsificador... y contra la Iglesia, cerrada y fanática, según la película.
"Marcelino fue castigado por la sociedad, por parte de la Iglesia y de la comunidad científica. Le tacharon de mentiroso, de mal hombre, de fraude, y ese era un tema bueno para el cine", ha declarado Hugh Hudson.
"No podía ni imaginar que se iba a encontrar con una ciencia más monolítica que la propia religión", ha matizado en una entrevista el actor Antonio Banderas, que encarna a Sanz de Sautuola. En cualquier caso, Banderas, en las entrevistas promocionales, ha hablado más de aspectos como "la envidia, tan española", que de la supuesta oposición católica a las pinturas y su datación prehistórica.
La prueba irrefutable, siete años antes del hallazgo de las cuevas
Porque la realidad histórica es que la Iglesia (fuera de algún personaje aislado) no presentó objeción al hallazgo de Marcelino. Pese a lo que muchos repiten, la Iglesia no tenía una doctrina sobre la edad del mundo o la edad del hombre sobre la tierra, y la prueba está en el texto que el censor eclesiástico escribió en el libro Origen, naturaleza y antigüedad del hombre, de 1872, siete años anterior al caso Altamira, escrito por Juan Vilanova y Piera, padre de la geopaleontología española y católico fervoroso.
"La Iglesia no ha declarado el número fijo de años que lleva el hombre en la tierra... Tampoco vemos que se contraríe el texto sagrado cuando la geología ha descubierto que las capas terrestres nos demuestran que la vida ha debido sucederse por grados en la tierra y aun en razón directa de la complicación del organismo", escribe el censor en 1872.
Todos esos personajes de la película que se espantan aferrados a las cronologías bíblicas, no son creíbles, pues, a la luz de la historia real. Como mínimo, no son representativos de la posición de la Iglesia.
Dos científicos frente a la cerrazón de los darwinistas
Además, Sanz de Sautuola fue un hombre de una profunda fe católica. Y cuando murió en 1888 su gran apoyo intelectual y científico era otro católico fiel, Juan Vilanova y Piera (1821-1893), a la sazón catedrático de Geología y Paleontología de la Universidad Central de Madrid y máximo experto español de la época en fósiles. Vilanova era prácticamente el único experto que sostenía la autenticidad de las pinturas de la cueva de Altamira.
Juan Vilanova y Piera. |
El debate se resumía en dos posiciones: los darwinistas no admitían esa
perfección artística en un hombre primitivo cuyas habilidades tendrían
que ser sustancialmente distintas a las del hombre actual; sin embargo,
para los adversarios del darwinismo, que aquella belleza tuviese miles
de años confirmaba su convicción de la identidad de la naturaleza humana en el tiempo.
Vilanova, investigador con repercusión internacional
La discusión tenía mucho de ideológica en sus motivaciones, pero era experimental en los argumentos utilizados, en una época en la que la multiplicación de hallazgos paleontológicos y su datación y análisis suscitaban pasiones. Y Vilanova, quien había descrito el primer dinosaurio hallado en España al identificar restos de iguanodón en Utrillas (Teruel) y Morella (Castellón), se había hecho célebre, como parte de su extensa e internacionalmente acreditada labor investigadora, por oponerse a las tesis de Charles Darwin sobre el origen de las especies.
La historia de esta polémica aparece recogida en un libro publicado en 2012 por la Diputación de Valencia, su ciudad natal: Juan Vilanova y Piera (1821-1893), la obra de un naturalista y prehistoriador valenciano, del que son autores Francisco Pelayo López y Rodolfo Gozalo Gutiérrez. Que incluye la reproducción de un capítulo de su Manual de Geología titulado "Concordancia entre Génesis y ciencia".
La verdad de la Biblia y la verdad científica es la misma
Acertada o no, la argumentación de Vilanova contra el darwinismo es científica, no religiosa, y lo que plantea es la compatibilidad entre cuanto dice la Biblia y los conocimientos ciertos que suministraba la ciencia de su tiempo.
La discusión tenía mucho de ideológica en sus motivaciones, pero era experimental en los argumentos utilizados, en una época en la que la multiplicación de hallazgos paleontológicos y su datación y análisis suscitaban pasiones. Y Vilanova, quien había descrito el primer dinosaurio hallado en España al identificar restos de iguanodón en Utrillas (Teruel) y Morella (Castellón), se había hecho célebre, como parte de su extensa e internacionalmente acreditada labor investigadora, por oponerse a las tesis de Charles Darwin sobre el origen de las especies.
La historia de esta polémica aparece recogida en un libro publicado en 2012 por la Diputación de Valencia, su ciudad natal: Juan Vilanova y Piera (1821-1893), la obra de un naturalista y prehistoriador valenciano, del que son autores Francisco Pelayo López y Rodolfo Gozalo Gutiérrez. Que incluye la reproducción de un capítulo de su Manual de Geología titulado "Concordancia entre Génesis y ciencia".
La verdad de la Biblia y la verdad científica es la misma
Acertada o no, la argumentación de Vilanova contra el darwinismo es científica, no religiosa, y lo que plantea es la compatibilidad entre cuanto dice la Biblia y los conocimientos ciertos que suministraba la ciencia de su tiempo.
"Si la revelación es la verdad emanada de Dios, las ciencias no podían estar en oposición,
siendo también su objeto final la indagación de la verdad", sostenía el
científico valenciano. Y recordaba que la Biblia utiliza "el lenguaje
enteramente simbólico y metafórico propio del idioma hebreo y de los
pueblos orientales".
Con censura eclesiástica
Vilanova sometió a la censura eclesiástica las páginas de su libro concernientes al relato de la Creación.
"La formación sucesiva de los diversos seres, según lo refiere el historiador sagrado, está en perfecta armonía con la doctrina que en este punto sigue el señor Vilanova", afirma el juicio del censor: "Y si bien en el terreno de la ciencia asegura que la antigüedad del hombre en el globo es más de la que se supone por los variados cálculos hechos sobre este punto, no obstante creemos no sea contrario al dogma católico sostener esta opinión, cuando la Iglesia no ha declarado el número fijo de años que lleva el hombre en la tierra... Tampoco vemos se contraríe el texto sagrado cuando la geología ha descubierto que las capas terrestres nos demuestran que la vida ha debido sucederse por grados en la tierra y aun en razón directa de la complicación del organismo; puesto que se deduce esta teoría del mismo Génesis", determinó la vicaría eclesiástica de Madrid.
La cual concluye recordando que "la Iglesia ha ido siempre delante en todos los conocimientos científicos y ha protegido en todos tiempos las ciencias naturales (por más que la maledicencia diga lo contrario)".
Días bíblicos y periodos cósmicos y geológicos
En cuanto a la cuestión cronológica, por ejemplo, afirma Vilanova en Concordancia entre Génesis y ciencia que el periodo de "aparición de la materia que había de constituir más tarde los centros planetarios, los planetas y sus satélites (periodo que hemos llamado cósmico)" fue "de duración indefinida para la ciencia como para Moisés", y el segundo periodo de la Creación hace referencia "a la historia particular de la Tierra, y corresponde a los que llamamos tiempos geológicos".
Con censura eclesiástica
Vilanova sometió a la censura eclesiástica las páginas de su libro concernientes al relato de la Creación.
"La formación sucesiva de los diversos seres, según lo refiere el historiador sagrado, está en perfecta armonía con la doctrina que en este punto sigue el señor Vilanova", afirma el juicio del censor: "Y si bien en el terreno de la ciencia asegura que la antigüedad del hombre en el globo es más de la que se supone por los variados cálculos hechos sobre este punto, no obstante creemos no sea contrario al dogma católico sostener esta opinión, cuando la Iglesia no ha declarado el número fijo de años que lleva el hombre en la tierra... Tampoco vemos se contraríe el texto sagrado cuando la geología ha descubierto que las capas terrestres nos demuestran que la vida ha debido sucederse por grados en la tierra y aun en razón directa de la complicación del organismo; puesto que se deduce esta teoría del mismo Génesis", determinó la vicaría eclesiástica de Madrid.
La cual concluye recordando que "la Iglesia ha ido siempre delante en todos los conocimientos científicos y ha protegido en todos tiempos las ciencias naturales (por más que la maledicencia diga lo contrario)".
Días bíblicos y periodos cósmicos y geológicos
En cuanto a la cuestión cronológica, por ejemplo, afirma Vilanova en Concordancia entre Génesis y ciencia que el periodo de "aparición de la materia que había de constituir más tarde los centros planetarios, los planetas y sus satélites (periodo que hemos llamado cósmico)" fue "de duración indefinida para la ciencia como para Moisés", y el segundo periodo de la Creación hace referencia "a la historia particular de la Tierra, y corresponde a los que llamamos tiempos geológicos".
Como ya antes habían establecido los exégetas bíblicos, la expresión
"día" en el Génesis no se refiere a un periodo de veinticuatro horas,
por lo cual Vilanova no veía ninguna contradicción con los periodos de miles de años con los cuales empezaba a trabajar su ciencia.
No se trataba, pues, de contraponer verdades religiosas con verdades científicas, sino de examinar cuáles eran realmente verdades religiosas y cuáles eran realmente verdades científicas, porque entre ambas la contradicción sería imposible.
(Lea aquí la historia del comunista ateo que empezó a convertirse cuando vio unas pinturas rupestres que le convencieron de que el hombre tiene alma)
No se trataba, pues, de contraponer verdades religiosas con verdades científicas, sino de examinar cuáles eran realmente verdades religiosas y cuáles eran realmente verdades científicas, porque entre ambas la contradicción sería imposible.
(Lea aquí la historia del comunista ateo que empezó a convertirse cuando vio unas pinturas rupestres que le convencieron de que el hombre tiene alma)
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