Ahora es directora del Servicio Jesuita a Refugiados en Siem Reap
ReL 16 abril 2016
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El sacerdote jesuita Rudy Chandra
explica en la web de SJES la historia de Srey Mom, una valiente joven
camboyana que huyó de su país por la persecución de los jemeres rojos.
En Tailandia descubrió la fe católica gracias a la Compañía de Jesús, y
desde entonces descubrió su vocación a servir a los demás tal y como
Jesús pidió: "Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40):
Cuando Srey Mom era niña tenía un sueño: ser médico. Pero su sueño se desvaneció, como los de tantos niños camboyanos de su generación. Lo cortó la brutalidad de la guerra civil que devastó casi por entero el país. Srey Mom y su familia huyeron a la vecina Tailandia, donde encontraron a jesuitas y laicos, hombres y mujeres, trabajando en un campo de refugiados en el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR).
Cuando Srey Mom era niña tenía un sueño: ser médico. Pero su sueño se desvaneció, como los de tantos niños camboyanos de su generación. Lo cortó la brutalidad de la guerra civil que devastó casi por entero el país. Srey Mom y su familia huyeron a la vecina Tailandia, donde encontraron a jesuitas y laicos, hombres y mujeres, trabajando en un campo de refugiados en el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR).
Añoraba la paz y la libertad y esto la llevó a asistir al catecismo, pues en el campo se rumoreaba que un refugiado cristiano tenía más posibilidades que otros de recibir asilo en países europeos. Pero, ¡nada de eso ocurrió! El resultado fue totalmente otro. Aprendió
el catecismo, pero al mismo tiempo sintió una profunda llamada a servir
a otras personas y esto la impulsó a regresar a Camboya, en lugar de vivir en paz en un país europeo.
En su regreso a su país tras el acuerdo de paz que se firmó a principios de los 90, Srey Mom se puso en contacto con su madrina, la religiosa de la Providencia Marie Jean Ath, que le ofreció trabajo en el Servicio Social Jesuita (JSS) recién creado en el país. Al no tener mejores perspectivas, Srey Mom aceptó la oferta. En un primer momento se ocupaba de cocinar y servir la mesa, pero luego fue descubriendo que quería dedicarse de manera incondicional a los pobres y discapacitados en su comunidad de Siem Reap.
En los marginados y en los mutilados por las minas ella vio a Jesús que una vez dijo: "Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40). Quería dar gracias por el don de la vida y por su trabajo en el JSS y prometió llevar la cruz junto al Señor, en favor de los camboyanos que luchaban por reconstruir el país y reparar el quebranto que tantos años de guerra habían producido.
Ahora es directora del Servicio Jesuita a Refugiados en Siem Reap y lo que más le preocupa hoy es la juventud que a menudo se ve obligada a casarse a una edad muy joven. Ocurre a menudo que la pareja se separa pronto y quedan los niños sin la presencia de unos padres que los quieran. Los que pueden, dejan sus ciudades y aldeas natales para trabajar en Tailandia como trabajadores migrantes o se van a la ciudad para formarse mejor. El sistema escolar en las aldeas es muy básico y no prepara para la vida.
Urge la solidaridad
El análisis que Srey Mom hace es muy sencillo. La raíz de los problemas sociales y de justicia en la sociedad está en la falta de solidaridad. Y ahora el reto consiste en ayudar a la gente a que supere esta situación, sobre todo a los jóvenes. Srey Mom siente debilidad hacia los jóvenes porque cree que son la clave para que Camboya cambie. Su generación ha soportado sufrimientos enormes, una vida dura, pero a los jóvenes les toca reconstruir el futuro. Este sueño se ve a menudo frustrado por el terrible estado de las infraestructuras y del sistema escolar en el país. Viendo la situación, Srey Mom ha decidido comprometerse a mejorar la educación como puede, ahora que es directora del JSS.
En su regreso a su país tras el acuerdo de paz que se firmó a principios de los 90, Srey Mom se puso en contacto con su madrina, la religiosa de la Providencia Marie Jean Ath, que le ofreció trabajo en el Servicio Social Jesuita (JSS) recién creado en el país. Al no tener mejores perspectivas, Srey Mom aceptó la oferta. En un primer momento se ocupaba de cocinar y servir la mesa, pero luego fue descubriendo que quería dedicarse de manera incondicional a los pobres y discapacitados en su comunidad de Siem Reap.
En los marginados y en los mutilados por las minas ella vio a Jesús que una vez dijo: "Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40). Quería dar gracias por el don de la vida y por su trabajo en el JSS y prometió llevar la cruz junto al Señor, en favor de los camboyanos que luchaban por reconstruir el país y reparar el quebranto que tantos años de guerra habían producido.
Ahora es directora del Servicio Jesuita a Refugiados en Siem Reap y lo que más le preocupa hoy es la juventud que a menudo se ve obligada a casarse a una edad muy joven. Ocurre a menudo que la pareja se separa pronto y quedan los niños sin la presencia de unos padres que los quieran. Los que pueden, dejan sus ciudades y aldeas natales para trabajar en Tailandia como trabajadores migrantes o se van a la ciudad para formarse mejor. El sistema escolar en las aldeas es muy básico y no prepara para la vida.
Urge la solidaridad
El análisis que Srey Mom hace es muy sencillo. La raíz de los problemas sociales y de justicia en la sociedad está en la falta de solidaridad. Y ahora el reto consiste en ayudar a la gente a que supere esta situación, sobre todo a los jóvenes. Srey Mom siente debilidad hacia los jóvenes porque cree que son la clave para que Camboya cambie. Su generación ha soportado sufrimientos enormes, una vida dura, pero a los jóvenes les toca reconstruir el futuro. Este sueño se ve a menudo frustrado por el terrible estado de las infraestructuras y del sistema escolar en el país. Viendo la situación, Srey Mom ha decidido comprometerse a mejorar la educación como puede, ahora que es directora del JSS.
El equipo del Servicio Jesuita a Refugiados lleva adelante varios proyectos educativos.
Los proyectos consisten en construir escuelas, ofrecer becas a
estudiantes, bicicletas para el transporte escolar, clases de
alfabetización para adultos, formación a los docentes. La regla de oro
es que nadie se quede fuera de la escuela a causa de la pobreza.
A veces Srey Mom va más allá de su rol de directora. Visita las aldeas y organiza ella misma talleres para la formación de los docentes, sobre todo en asignaturas extracurriculares como ética y educación cívica en la comunidad, educación sexual y cuidado del bien común. En particular, anima a los que se benefician de becas a que formen grupos de estudio que les permitan ayudarse mutuamente y ocuparse de los más débiles. Cree que esto alimentará la sensibilidad hacia el otro y la responsabilidad hacia la familia y los que nos rodean.
Srey Mom acogió la posibilidad de trabajar con el Servicio Jesuita a Refugiados hace 20 años. Ahora siente orgullo y alegría cuando mira a sus estudiantes y los ve crecer como personas responsables que se dejan guiar por la solidaridad. Espera que su pequeño esfuerzo contribuya al largo proceso de reconciliación que se está llevando a cabo en Camboya. Y reza por que un día los camboyanos lleguen a ser un pueblo capaz de dedicarse a mejorar las condiciones de su propio país, y también la vida de pueblos más allá de sus fronteras.
Artículo publicado por SJES
A veces Srey Mom va más allá de su rol de directora. Visita las aldeas y organiza ella misma talleres para la formación de los docentes, sobre todo en asignaturas extracurriculares como ética y educación cívica en la comunidad, educación sexual y cuidado del bien común. En particular, anima a los que se benefician de becas a que formen grupos de estudio que les permitan ayudarse mutuamente y ocuparse de los más débiles. Cree que esto alimentará la sensibilidad hacia el otro y la responsabilidad hacia la familia y los que nos rodean.
Srey Mom acogió la posibilidad de trabajar con el Servicio Jesuita a Refugiados hace 20 años. Ahora siente orgullo y alegría cuando mira a sus estudiantes y los ve crecer como personas responsables que se dejan guiar por la solidaridad. Espera que su pequeño esfuerzo contribuya al largo proceso de reconciliación que se está llevando a cabo en Camboya. Y reza por que un día los camboyanos lleguen a ser un pueblo capaz de dedicarse a mejorar las condiciones de su propio país, y también la vida de pueblos más allá de sus fronteras.
Artículo publicado por SJES
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