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terça-feira, 14 de junho de 2022

«¡Dios no es necesario!»: la discusión sobre el Big Bang que le llevó de no bautizado a dominico

La historia de conversión de Luuk Jansen lleva a las alturas...


Luuk, junto a otros dos jóvenes dominicos
Luuk, en el centro de la imagen, se ordenó en Irlanda, donde se convirtió, pero en realidad es holandés


J.L. / ReL


Luuk Jansen nació en Holanda y en su entorno no conocía a nadie que fuera católico. De familia no creyente, vivía en el norte del país y lo máximo que veía eran a algunos protestantes. Pero años después y siendo ya un prometedor ingeniero e investigador, descubrió a Dios precisamente a través de la ciencia hasta que se enamoró tanto de ese Creador que decidió dedicarle su vida entera. Ahora es fraile dominico en Irlanda.

En una entrevista en el programa Cambio de Agujas de Euk Mamie, este joven explica que no sabía nada de la fe. Él estudiaba en colegios públicos en Holanda y en ellos no había asignatura de religión, únicamente impartida en colegios cristianos.

Vivía indiferente al hecho religioso. Sólo recientemente supo que su abuela se había convertido al catolicismo a una edad avanzada.

"No era necesario tener un Dios"

Llegó a la Universidad y allí estudió Ingeniería Química. Todo le iba muy bien, sacaba notas muy buenas, tenía coche, salía con sus amigos de fiesta mientras seguía viviendo ajeno completamente a Dios. Antes de graduarse necesitaba hacer prácticas en una empresa. Todo estaba preparado para ir a México, en una experiencia que le apetecía mucho, pero todo se truncó al final.

Fue así como surgió la posibilidad de ir a Irlanda a realizar dichas prácticas, hecho que acabaría cambiándole la vida. Allí conoció a uno de los ingenieros, que le hizo una pregunta que le trastocó: “¿por qué no crees en Dios?”.

“Yo le decía -afirma Luuk Jansen- que no hacía falta creer en Dios, no era necesario tener un Dios. Teníamos el Big Bang que explicaba donde empieza el mundo, la evolución que explica dónde venimos nosotros”.

La discusión que fue llevándole a Dios

Sin embargo, su compañero lejos de darse por vencido le daba la vuelta a sus argumentos. ¿De dónde viene el Big Bang?, le repreguntaba este compañero irlandés. “Todo esto –agrega Luuk- nos llevó por la vía de la Filosofía. Debe haber algo fuera del tiempo y del espacio, sabemos por Einstein que el tiempo y el espacio tuvieron un comienzo y que están estrechamente unidos”.

Además, discutían sobre la complejidad del universo y cómo este “Big Bang tenía que estar diseñado con mucha precisión para poder desarrollar hasta los elementos más sencillos, pequeños planetas, estrellas, galaxias…”.

Al final de todas estas discusiones llegó a la conclusión de que “si el Big Bang se hubiera iniciado solo, la posibilidad de que hubiera sucedido por azar sería casi imposible” y acabó creyendo que “todos estos factores encajaban en un maravilloso diseño para traer a la existencia un planeta como el nuestro donde podía haber vida en abundancia”.

El siguiente paso en su planteamiento era que “ese algo” debía ser “eterno”, y tenía sentido “que lo hubiera hecho un ser inteligente. Esto me abrió el intelecto y la existencia de un Ser”.

¿Y si existe el Dios de la Biblia?

A partir de ese instante, Luuk estaba ya abierto a la existencia de un Creador, en el que encajaba el Dios de la Biblia. Y así fue como empezó a leer las Escrituras, estudiar la historia, la vida d Jesús, la arqueología…

Su compañero le propuso un paso más en su desafío. Le dijo que era un Dios personal, y que le pidiera una prueba de su existencia, para lo que le regaló una Biblia en neerlandés.

Luuk empezó leyendo el Evangelio de Mateo, y posteriormente entraba a una iglesia a pedir a Dios que si existía se lo demostrase.

“Mi corazón empezó a descubrir que había algo más profundo. Las Escrituras me hablaron de una manera muy profunda. Cuando leía algo, al día siguiente venía relacionado con lo que pasaba en mi vida. Para mí era un signo de que Dios me decía que era real. Fueron muchas pequeñas coincidencias”, explica el ahora dominico.

El día de su Bautizo y Primera Comunión

En este punto, este joven holandés empezó a acudir a un grupo de oración y a rezar el Rosario. Un día fue a una misa pero le dijeron que no podía comulgar al no estar bautizado ni haber recibido el resto de los sacramentos. “Creía que este era Jesús, lo creía de verdad”, recuerda, y la única cosa que podía hacer entonces era bautizarse.

Luuk, el día de su ordenación sacerdotal.

Sobre su Bautismo, todavía se impresiona con la sensación que tuvo la mañana siguiente pues cuenta que “al despertarme era una persona nueva, completamente renovado, fue una experiencia impresionante…”

Cada vez rezaba más e iba a misa  a diario. Ingresó en la Legión de María y llegó a ir a Medjugorje. No sabía que quería Dios de él y fue entonces cuando conoció a una chica con la que comenzó a salir. Las cosas le iban bien, pues había montado su propia empresa y ahora también tenía pareja. Pero entonces la cosa se torció y rompió con su novia.

El camino hacia la vida religiosa

Por la cabeza de Luuk empezaba a circular la idea del sacerdocio, hasta que un día dijo al Señor: “Si esta es tu voluntad, te doy mi vida, si quieres que sea religioso, ahora estoy libre”.

Acudió a un encuentro de jóvenes de la Legión de María y en el rezo del Rosario vio que Dios le llamaba a esto. “Sentía tanto amor por Dios que era algo maravilloso, más que cualquier cosa que hubiera experimentado antes”, explica.

Había allí un fraile dominico. Habló con él y éste le puso en contacto con otro fraile de Galway para que fuera su director espiritual. Cuando iba a empezar la experiencia en el noviciado su exnovia le llamó para que volvieran juntos. Fue un tiempo complicado pero estaba convencido de que Dios le llamaba así que decidió hacer esta experiencia de seis meses.

“Cuando entré en el noviciado pasaba todo el tiempo libre rezando. Descubrí el amor de Dios y la profundidad de la oración. Sabía que esto era lo que Dios me estaba pidiendo”, concluye. Era 2007. Desde hace tres años, Luuk es fraile de la Orden Dominica. Ahora es él el que muestra a otros el camino hacia Dios.

Publicado originariamente en ReL en julio de 2018.



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