23 junio 2017
El Patriarca de los católicos de rito caldeo, Louis Raphael Sako, ha condenado la destrucción de un emblemático edificio de Mosul, ciudad que está siendo reconquistada a los yihadistas de Estado Islámico/Daesh.
“Daesh (acrónimo árabe para el EI) es como una bestia del Apocalipsis”, declara a la agencia AsiaNews. Lamenta la destrucción de un “lugar de culto antiguo” e invita “al mundo entero a moverse y obrar” para derrotar esta cultura de muerte. “Condena decididamente” la destrucción de la mezquita Al-Nouri en Mosul y de su famoso minarete inclinado, porque estos actos “no sólo devastan la historia” de una ciudad y de un país, sino también la “memoria de la gente, su cultura”.
Empieza cierta "normalidad" en la zona reconquistada
Después de las graves y sistemáticas violencias realizadas por el EI (atrincherados en el sector oeste de Mosul), en las últimas semanas el área oriental de la ciudad y los pueblos de la planicie de Nínive, liberados gracias a la ofensiva árabe-kurda han iniciado un lento proceso de retorno a la normalidad. Para permitir la vuelta definitiva de los evacuados es necesario reconstruir las casas y asegurar los terrenos, diseminados con minas por los yihadistas.
Reconstruir la convivencia
El objetivo, asegura la agencia AsiaNews, es sostener la reconstrucción en una prospectiva de unidad y pluralismo entre los diversos credos, etnias y culturas. Se quiere demostrar que convivir en paz y diversidad es posible, y que Mosul y Nínive pueden ser en el futuro, un modelo de vivir en común y de libertad religiosa.
El Patriarca Sako cree que en el último año tanto los musulmanes como los cristianos que vuelven a la zona entienden que es necesario invertir en confianza, en “una nueva cultura de la convivencia, de la confianza entre cristianos y musulmanes”.
Sako ha visitado a los líderes civiles de la zona liberada de Mosul. “Todos, también los musulmanes, dicen que los cristianos deben volver, que sin ellos la ciudad no será la misma".
Recordar a los mártires
En Mosul, al primado caldeo visitó también la iglesia del Espíritu Santo, donde justamente hace 10 años era asesinado el p. Ragheed Ganni, junto a tres diáconos, muertos por la fe. “Hemos rezado-subraya- por nuestros mártires. Para mí fue un shock volver a la ciudad, porque realmente está cambiada".
"Quise visitar también mi casa paterna, por mucho tiempo en manos del Isis. Ahora hospeda a dos familias musulmanas, les dije que podían quedarse. Y también las iglesias, todas dañadas, una realidad cambiada…es más, profanadas. Daesh quiso eliminar la memoria cristiana. Ahora tengo miedo por la Ciudad Vieja donde están los lugares de culto más antiguos de la historia cristiana de la región”.
Es necesario ayudar a Irak, a su gente, para “dejar atrás la cultura de muerte del Isis”, subraya Mar Sako. “Hemos sufrido todos, mucho, cristianos, musulmanes, kurdos, árabes, turcomanos y no debe quedar nada de esta ideología”.
Derrotar la mentalidad de odio y enfrentamiento
“No se necesita derrotar a las personas-concluye el prelado-sino la ideología, porque aún está presente. Y trabajar por la unidad del país, reconstruyendo las relaciones de amistad y los ligámenes entre las personas”.
“Por esto, aprovechando el período estival de vacaciones-prosigue-invito a los cristianos de Europa y Occidente a venir aquí, al Kurdistán iraquí, para dar una ayuda que no sea sólo material, sino también humano y espiritual”.
Por el momento “hay grupos franceses” que adhirieron al pedido, pero es fundamental que un número mayor de personas “acompañen a esta gente” enseñándoles “ a tener confianza en el futuro”.
“La presencia de extranjeros aquí-subraya mar Sako-puede crear otra atmósfera, de confianza y esperanza” después de un largo período de “miedo y desesperación”.
“No necesitamos sólo de dinero-afirma- sino también de relaciones humanas, de intercambios y conocimientos. Y también de una contribución en la reconstrucción, en un renacer que pasa a través de casas limpias, iglesias restauradas para su función originaria, de obras manuales que completar”. La presencia de cristianos occidentales puede ayudar "a sentirnos menos solos" y se convierte en un estímulo para que “la gente se ponga en juego en primera persona y sea ella misma la primera protagonista en la reconstrucción de casas y ciudades. No se puede esperar sólo una ayuda, en dinero o en obras, desde el extranjero y permanecer inertes”.
Los que vuelven del exilio
Desde hace algún tiempo, una pequeña parte de la población ya volvió a sus pueblos y a las ciudadelas de la planicie de Nínive; otros, van y vienen, van todos los días a la zona para restaurar las actividades laborales, para hacer reiniciar la agricultura reordenando los campos.
“La vida-afirma el primado caldeo- si bien con mucha calma reinició” y los números lo confirman: en Teleskuf viven ya 635 familias, en Baqofa 30 familias de las 70 originales, en Qaraqosh las familias que volvieron a sus casas son 126 (sobre una población originaria de unas 40 mil personas). Los trabajos se refieren también a otras realidades como Batnaya, Bartella e Karamles.
“Los prófugos están volviendo-concluye mar Sako-aunque sí, muy lentamente. Hay escuelas que terminar, el año escolar hay que completarlo, los exámenes. En concreto, muchos de los evacuados pueden contar con dos meses de alquiler ya pagados en Erbil y en el Kurdistán iraquí”.
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