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domingo, 13 de setembro de 2020

Alex Esau es muy bueno recogiendo niños de la calle en Kenia... él antes era uno de ellos

“Dios ha estado para mí siempre”, dice; con el arte y ONGs, ayuda a los pequeños

Alex Esau con una cooperante española y niños de la calle en Mombasa
Alex Esau con una cooperante española y niños de la calle en Mombasa


En Nairobi hay unos 150.000 niños que malviven en la calle, y Alex Esau (Nakuru, Kenia, 1992) fue uno de ellos. Pero ahora, a sus 27 años, colabora con el Wema Centre en rescatar a niños de la calle. Wema, en suahili, significa "Obras Buenas". La organización tiene un lema: "El amor nunca falla".  A los niños les ofrece techo, comida, educación integral, amistad, un entorno adecuado y protegido… Presente, futuro y esperanza, en definitiva.

Ubicado en una gran parcela amurallada en Bamburi, barrio de Mombasa (la segunda ciudad del país, en la costa este), el Wema Centre funciona durante todo el año como colegio y orfanato y actualmente acoge a unos 200 niños. (Quien quiera participar allí como voluntario, puede contactar con la ONG española Tumaini).
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Alex, con algunos chavales de la calle; los comprende bien porque él mismo fue uno de ellos

Alex explica a ReL que cada día sale a la calle a visitar a los niños. Les lleva pan, leche, juguetes, ropa… Algunos de estos niños se integrarán luego en el Wema Centre. Él, que fue niño de la calle muchos años, sabe cómo tratarles, animarles e inspirarles. Afirma que, solo en Mombasa, conoce a 1.500 por sus caras (no siempre por sus nombres). Algunos fueron sus amigos y compañeros en la calle.

Comer huevos e insectos de la basura

La infancia de Alex cambió a sus 8 años, cuando perdió a sus padres, sus hermanos se dispersaron, y se convirtió en un niño de la calle. Empezó a comer de la basura (huevos, insectos…), a fumar marihuana, a esnifar combustible y pegamento… y a deambular de pueblo en pueblo. No se lavaba casi nunca, solo esporádicamente en algún lago o río.

En ocasiones era atacado y golpeado por otros niños y adolescentes de la calle, que no querían competencia. Llegó a ser detenido y pronto se convirtió en un ladrón armado con cuchillos.

En las ciudades trataba de buscarse la vida, pero le resultaba difícil por el rechazo de la gente. Desde los 8 años de edad tuvo algunos trabajos esclavizantes, como cuidar de las vacas durante unas 12 horas al día, sin descansos, solo a cambio de desayuno y cena. Huyó porque no le pagaban.

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En su ciudad natal de Nakuru, en 2004, ya con 12 años, fue admitido en un centro de rehabilitación: el International Children’s Home. Pasó allí 4 años y aprobó el nivel 8 de la educación Primaria. Logró salir de un grupo: el de los 1,2 millones de niños en edad de cursar la Primaria que no están escolarizados en Kenia. 

Chicos que no se rinden

Alex no pudo ingresar en el instituto para cursar la Secundaria y tuvo que volver a la calle en 2008. Pero esta vez conoció a un grupo, que se hacía llamar ‘The Big Seven’, que luchaba por el derecho a la educación, muchachos que buscaban estudiar la Secundaria. Sufrieron muchos rechazos, pero no se rindieron y lograron ser admitidos en una academia.

Allí también tuvieron problemas, fueron arrestados, y finalmente les expulsaron de la academia por no poder pagarla. Los Big Seven se separaron. Alex recuerda sufrir depresión y estrés por perder la educación.

De nuevo robando y arrestado

Volvió a ser chico de la calle y ladrón, esta vez en Nairobi (la capital de Kenia es famosa por sus robos, habiéndose ganado el mote de ‘Nairobery’). Tras ser arrestado volvió a Mombasa a buscar una oportunidad, y en este regreso le cambió la vida.

Cuenta que encontró a muchos niños y niñas de la calle con los que había estado en otras ciudades. Cambió su modo de ver las cosas, y se dijo: “Necesito hacer algo por las familias de la calle”.

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Ahora Alex colabora también con familias necesitadas

Talento en las calles

En 2014 fundó The Kenyan Street Family Group, que lucha por cambiar la vida de estas familias. Uno de sus proyectos más personales y queridos es el Kenyan Street Family Talent Night, pues descubrió que las familias de la calle tienen mucho talento artístico y se decidió a darles cauce: música, canciones, bailes, acrobacias y deportes tienen cabida en este proyecto, difundido por sus redes sociales.  

Bajo el nombre artístico de Lexxy Majira, Alex también toca la guitarra e interpreta sus propias canciones. Uno de sus grandes sueños actuales es crear una House of Talent, con un estudio donde grabar, editar y publicar vídeos (si quieres ayudarle económicamente a financiar este proyecto, ponte en contacto con él a través de alguna de sus redes sociales).

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La organización liderada por Alex ha llevado a un total de 40 niños y niñas a centros como el Wema desde 2018. Tras varias campañas para conectarse a este tipo de centros, ahora colabora con 5 de ellos en Mombasa, 5 en Nakuru, 2 en Nairobi, 2 en Malindi, 1 en Kericho y 1 en Kitale. También trata de concienciar a la sociedad y visibilizar este problema que el Gobierno a veces prefiere tapar. 

Alex es cristiano y dice que Jesucristo ha sido importante en su itinerario, en su vida y en su punto de inflexión. En sus escasos años en casa tuvo una educación cristiana, pero en la calle perdió el sentido de la fe que fue luego recuperando con el tiempo. Afirma convencido que, puesto que Jesús le ha ayudado en su vida, él necesita ayudar. “Dios ha estado para mí siempre”, sentencia.  

(Escrito por Francisco de Asís Delgado-Iribarren Cruz, desde Mombasa, Kenia, para ReL)





Una canción de Alex (Lexxy Majira) sobre la vida en las calles

 




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