10 febrero 2018
La situación en la Franja se está agravando, también debido al recorte de fondos decidido por Trump. Sólo hay seis horas de electricidad por día y faltan medicinas. El compromiso de Caritas en favor de las personas mayores y niños es palpable en esta zona del mundo donde "si tienes diez años, has pasado por tres o cuatro guerras”, explica la la hermana Bridget Thige, la nueva directora general de Caritas Jerusalén.
"Gaza está al borde del colapso", explica la religiosa, quien durante años ha estado dedicada a proyectos para apoyar a la población de la Franja de Gaza, afligida por la pobreza y las guerras continuas, explica la agencia AsiaNews.
La situación en Gaza ha empeorado en los últimos meses y las perspectivas para el futuro no son positivas: continúa el bloqueo que transforma la franja en una "prisión al aire libre" de donde es "casi imposible" salir; la crisis energética sigue siendo aguda; faltan los medicamentos esenciales; los recortes salariales de los empleados de la Autoridad Nacional Palestina han exacerbado la situación económica y, ahora, despiertan temores de que se congele parte de los fondos estadounidenses aportados a la agencia de la ONU dedicada a los refugiados palestinos (UNRWA).
"La reducción de fondos a la UNRWA -dice la hermana Tighe- no solo afectará a los beneficiarios de la educación y la atención médica, sino también a los empleados. Hay miles de personas trabajando para la agencia: maestros, trabajadores sociales, psicólogos. Con el presupuesto reducido, UNRWA tendrá que decidir qué cortar: ¿educación? ¿salud? ¿alimentos?".
Esto, en el contexto de una crisis energética que sigue siendo "aguda". "El verano pasado la situación fue desesperante. En ese momento yo vivía en Gaza y lo viví con ellos. Donde vivía, en la ciudad de Gaza, teníamos electricidad sólo dos o tres horas por día, con el calor de julio y agosto. La gente no tenía neveras en funcionamiento, por lo que tenían que comprar comida todos los días y los precios subían. Los hospitales estaban gastando más y más dinero en generadores, necesarios para los servicios esenciales".
"Han sufrido tanto -continúa- que oí hablar de familias que corrían con niños que se sofocaban, que necesitaban un respirador y no tenían electricidad".
Aunque hay más horas de electricidad, la situación en los hospitales sigue siendo desesperada porque faltan los medicamentos más esenciales. "Cuando vivía en Gaza, asistí a reuniones organizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con un representante local del Ministerio de Salud, con una conexión de video desde Ramallah y otras organizaciones involucradas en la atención médica. Recibimos una actualización continua sobre el stock de medicamentos: siempre está en cero".
En Gaza, el principal compromiso de Caritas es la salud, en apoyo de los más frágiles a través de un centro médico fijo y móvil, en particular para niños y ancianos, de los cuales nadie se ocupa directamente. Para los más jóvenes, el objetivo principal es intervenir en la psique traumatizada por la guerra: "Si tienes diez años en Gaza, has pasado por tres o cuatro guerras. Muchos niños, probablemente todos, están traumatizados en cierta medida". Otro programa tiene como objetivo atender a los pequeños refugiados de entre 3 y 5 años que viven en zonas pobres, donde hay una elevada tasa de infecciones de lombrices intestinales.
"Espero que haya negociaciones políticas o de otro tipo detrás de escena para aliviar la situación, pero no sé cuáles serán", concluye sor Tighe.
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