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quinta-feira, 31 de agosto de 2023

50 años de la muerte de Tolkien: así se celebra con misas, libros, jornadas y encuentros culturales

En España, la Asociación Tolkien Católica (ATCE) invita a sendas misas el sábado 2 de septiembre

JRR Tolkien en su casa en 1961, ya como escritor popular, doce años antes de su muerte
JRR Tolkien en su casa en 1961, ya como escritor popular, doce años antes de su muerte


P.J.G.



El escritor inglés J.R.R. Tolkien falleció hace 50 años, el 2 de septiembre de 1973. Tenía 81 años de edad.

Tolkien, profesor y lingüista en Oxford, había alcanzado cierto reconocimiento a los 45 años con El Hobbit, la fama le llegó en 1955 con El Señor de los Anillos, a los 63; el dinero ya con 70 años, con las ventas de sus libros en EEUU. Pero la popularidad e influencia de su obra nunca dejó de crecer. Tras su muerte, su hijo publicó muchos de sus cuentos y relatos en El Silmarillion, y luego más versiones y textos inconclusos.

Hubo una primera película de El Señor de los Anillos en 1978 (de dibujos animados, con la peculiar técnica del rotoscopio), y hace ya 20 años llegó la premiada trilogía de películas de Peter Jackson. En septiembre de 2022 se emitió la teleserie Los Anillos del Poder, poco relevante en lo artístico, pero que constata el hambre del público por la obra tolkiniana y su mundo, la Tierra Media.

Anunciando unas jornadas sobre Tolkien en clave católica en la Franciscan University de Steubenville (Ohio), dan unas cifras: "Con más de 700 millones de copias vendidas y publicadas en docenas de idiomas, El Hobbit y El Señor de los Anillos también inspiraron los éxitos de taquilla de Peter Jackson, que han facturado 7.000 millones de dólares a nivel mundial". Y con los libros y películas, llegaron los videojuegos, juegos de rol y tablero, cómics, calendarios, libros de ilustraciones...

Aún en vida de Tolkien, surgieron las asociaciones de fans de su obra, como la Tolkien Society en Inglaterra y la Mythopoeic Society en EEUU, combinando lo lúdico (fiestas, juegos y disfraces) con lo intelectual (publicaciones, conferencias, estudios académicos, ficción creativa...)

La novedad más reciente, ligada a este 50 aniversario del fallecimiento, es la aparición de asociaciones tolkinianas específicamente católicas. Por el momento, hay una en Perú y otra en España. La Asociación Tolkien Católica de España explica a ReL que más de 200 personas les han contactado desde España, y casi 100 desde distintos países de Hispanoamérica.

Tolkien era un católico devoto, formado desde los 12 años en el Oratorio de Birmingham, donde era casi un interno y acolitaba en la misa de la madrugada, con oratorianos que se habían formado con San John Henry Newman. En las asociaciones Tolkien católicas buscan explorar los elementos espirituales en su vida y obra, además de disfrutar de amistades cristianas y actividades lúdicas y culturales.

Aunque en El Hobbit y El Señor de los Anillos no hay mención a nada explícitamente católico (no la hay a Dios, los santos, la Virgen, etc...) en una carta de 1953 a su amigo jesuita Robert Murray (el 2 de diciembre se cumplirán 70 años), Tolkien le dijo: "El Señor de los Anillos es, por supuesto, una obra fundamentalmente religiosa y católica; de manera inconsciente al principio, pero luego cobré conciencia de ello en la revisión. Ésa es la causa por la que no incluí, o he eliminado, toda referencia a nada que se parezca a la «religión», ya sean cultos o prácticas, en el mundo imaginario. Porque el elemento religioso queda absorbido en la historia y el simbolismo".

Misas a los 50 años del fallecimiento de Tolkien

Con motivo de los 50 años del fallecimiento de Tolkien, la Sociedad Tolkien Peruana y la Asociación Tolkien Católica Peruana invitan a una eucaristía en la parroquia Inmaculado Corazón, en La Molina (Lima, Perú), en la Avenida Alameda de la Paz, el 2 de septiembre a las 19h.

En España, la Asociación Tolkien Católica (ATCE) invita a sendas misas el sábado 2 de septiembre en Madrid y Barcelona. La de Madrid se celebra en la Cripta de la Catedral de la Almudena, a las 13h. La de Barcelona, en la parroquia de Sant Jordi de Vallcarca (Viaducto de Vallcarca, 7) a las 20h.

Varios sacerdotes admiradores de la obra de Tolkien han asegurado a la ATCE que ofrecen la misa del 2 de septiembre por Tolkien y su familia, desde distintos lugares del mundo.

Primera misa de la Asociación Tolkien Católica de España, con el padre Antonio Izquierdo y un icono de San Juan Henry Newman, en marzo de 2023

Primera misa de la Asociación Tolkien Católica de España, con el padre Antonio Izquierdo y un icono de San Juan Henry Newman, en marzo de 2023 en Madrid. En septiembre hay misa en Madrid y en Barcelona por los 50 años de la muerte de Tolkien.

Hay actos también en el Oratorio de Birmingham, fundado por San John Henry Newman, donde Tolkien se hizo católico a los 12 años (en Navidad se cumplirán 120 años), con una conferencia el 1 de septiembre de Holly Ordway (ella misma conversa al catolicismo) sobre la fe de Tolkien y el Oratorio, misa de Requiem el sábado 2 de septiembre a las 9 de la mañana y conferencia a las 12 del sacerdote Richard Duncan sobre el carácter "fundamentalmente religioso y católico" de El Señor de los Anillos.

Otra cita que combina espiritualidad y cultura es el encuentro del 22 al 24 de septiembre en el Monasterio de Nuestra Señora de La Paz (Villaconejos del Trabaque, Cuenca), a 50 km de Cuenca, 50 km de Sacedón y 2 horas en coche desde Madrid, que organizan miembros de la Sociedad Tolkien Española en la zona de Cuenca con "música, juegos para familias, rutas para caminar por la Alcarria, misa, adoración, lecturas y más cosas", incluyendo ponencias sobre "La figura del héroe a través de la literatura" o "Tolkien y la alabanza". [Los interesados pueden rellenar este formulario cuanto antes, a inicios de septiembre se quiere cerrar las inscripciones].

Más actos culturales

El 50 aniversario es causa de más citas culturales. La profesora de literatura Holly Ordway presenta en Oxford, el 4 de septiembre en Grandpont House, Tolkien's Faith: A Spiritual Biography, probablemente el libro más trabajado y documentado sobre la fe de Tolkien a partir de sus cartas y los comentarios de sus parientes (su hija Priscilla, católica practicante toda su vida, ayudó a la autora; Priscilla falleció en 2022).

Holly Ordway en la antigua parroquia de Tolkien en Oxford con su libro sobre la fe de Tolkien

Holly Ordway en la antigua parroquia de Tolkien en Oxford (Saint Aloysius, ahora es un Oratorio, no confundir con el de Birmingham donde Tolkien se formó) con su reciente libro sobre la fe de Tolkien.

Otra novedad desde el mundo editorial es que se publicará en septiembre una edición ampliada de las Cartas de Tolkien; la edición de 1981 tenía 350 cartas, y la de noviembre de 2023 incluirá 50 cartas, inéditas, que quedaron fuera de la selección inicial. Algunas de ellas tendrán temática religiosa: muchas eran respuestas de Tolkien a preguntas de lectores apasionados.

Ya hemos comentado el gran encuentro del 22 al 24 de septiembre en la Franciscan University en Ohio. Uno de sus organizadores, Ben Reinhard, profesor de Lengua en esa universidad, detalla que "2023 es un punto de inflexión significativo en los estudios sobre Tolkien porque la generación de estudiosos que de verdad le conocieron en vida empieza a retirarse. No está claro qué tipo de estudiosos llenarán el vacío que dejan".

En Madrid, los días 21 (por la tarde) y 22 (todo el día), la Sociedad Tolkien Española celebra en la Universidad Complutense de Madrid unas jornadas culturales con el título "Tolkien 50 años después". Tendrá lugar en el salón de actos “Emilia Pardo Bazán”, en el edificio D, de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid. Entre los ponentes están Verlyn Flieger, Martin Simonson, el sacerdote mercedario José Anido y José Manuel Ferrández, biógrafo del padre Francis X. Morgan Osborn, el sacerdote español de la familia Osborn que fue tutor de Tolkien cuando quedó huérfano a los 13 años (lo cuenta con detalle en este libro). 

Además, del 6 al 10 de diciembre, la Sociedad Tolkien Española organiza su gran evento anual, la EstelCon, en un hotel de Zaragoza, que requiere inscripción desde ya (quedan plazas pero no muchas).

Y en Navidad de  2023 se cumplen 120 años desde la entrada de JRR Tolkien en la Iglesia Católica (su madre era conversa desde el protestantismo, y eso le causó muchos problemas con la familia). Es un año intenso para los apasionados por la vida y obra de Tolkien.

Para recibir información sobre la Asociación Tolkien Católica se pide rellenar este cuestionario. Se pueden ver aquí fotos de actividades de la Asociación Tolkien Católica de España.



Festas em honra de Nossa Senhora da Saúde, em Santa Margarida da Serra



quarta-feira, 30 de agosto de 2023

Informação Partilhada do Núcleo Distrital de Beja da EAPN Portugal/Rede Europeia Anti-Pobreza 96 - 2023




«Sor Pistolas»: de pandillera amiga de grandes narcos... al convento y a rescatar adolescentes

Sor María Julieta lleva 23 años como religiosa: «Todos mis amigos están muertos»

Sor María Julieta
"Algunos vivían armados, y yo cargaba un arma siendo adolescente, estaba siempre a la espera de si salía alguien al encuentro para poder defenderme", comenta sor María Julieta.


G. de A.


María Julieta Ávila Pérez, apodada "Sor Pistolas", tiene 38 años de edad, y 23 de ellos los ha pasado dentro de una congregación religiosa. Cuando tenía 17 años decidió entrar al convento de las Hermanas Marcelinas. Lo interesante es que su verdadero mundo, antes de sentir el llamado, había sido la calle; las drogas y las pandillas.

"En mi región había bandas callejeras. Salíamos a jugar; me empezaba a meter en círculos que empezaban a drogarse y a beber", cuenta al portal Aleteia. Sor Julieta es de Veracruz (México) y en el barrio donde vivía muchos de sus amigos vendían droga y ella misma llevaba un arma al colegio.

Sin amigos por el narcotráfico 

"Algunos vivían armados, y yo cargaba un arma siendo adolescente, estaba siempre a la espera de si salía alguien al encuentro para poder defenderme", comenta. Lo cierto es que no era un arma de fuego sino una navaja, a pesar de ello, en la universidad, ya siendo religiosa, la bautizaron como "Sor Pistolas".

Julieta sabía pelear, ya fuera a puñetazos o con un arma. Participó en peleas callejeras en su etapa de secundaria. "En la región donde vivo había pandillas; había pandillas del Norte, había pandillas del Sur; todo era por regiones, por colonias, por barrios, y mi barrio era muy sonado. Entre barrios nos peleábamos por diferentes cosas", relata.

Julieta

Sor María Julieta participó en peleas callejeras en su etapa de secundaria.

Por desgracia "empezaba a circular la venta de droga entre mis compañeros, ya sea en la secundaria o en mi grupo de chicos de la calle con los que me juntaba. Cuando circulaba la venta de marihuana, o a veces cocaína, ahí ya no entraba; sabía en lo que me estaba metiendo. No voy a negar que me hicieron propuestas para vender", confiesa.

Sor Julieta recuerda lo que le podía haber pasado si no hubiera encontrado a Dios. "Muchos de mis amigos actualmente están muertos, asesinados por el narcotráfico; otros están metidos en las drogas". De las pocas amigas que tenía en su pandilla, algunas acabaron víctimas de la trata de blancas.

"Un día salí con un amigo en bicicleta y nos abordaron dos chicos; nos agredieron con palos,  y cadenas (...). Tiré la bicicleta, porque quería defenderlo, pero mi amigo estaba sangrando (...). Luego descubrí que eran compañeros de la escuela. Estos dos chicos se hicieron de los Zetas, y hoy en día están muertos. Mi otro amigo también está muerto. Los tres están muertos y yo sigo viva, el Señor me ha regalado la vida para dar vida", comenta.

La religiosa reconoce que durante su adolescencia tenía mucha falta de cariño. "Había mucha inquietud dentro de mi vida, de mi corazón. Quería aprender qué era el amor, quería aprender qué cosa significaba tener una familia, qué significaba tener confianza en una persona sin que te defraude. Quería algo bueno, pero en realidad no lo encontraba", afirma.

Un hombre quiso comprarla 

 "Yo siempre comprendo a los adolescentes que piensan en el suicidio, porque cuando uno no encuentra el hilo con el que se cose la historia, a veces se tienen vacíos profundos. Y entonces uno se pregunta: ¿para qué estoy aquí? Yo, como dos o tres veces, pensé en el suicidio por desesperación, por decepción de la vida (...) Era tanto a veces el sufrimiento que yo no veía que tuviera sentido vivir", explica.

"Mis amigos me admiraban, me querían mucho; tenía muchos amigos varones, más que chicas, teníamos muchas carencias, y este grupo nos afianzaba y a mí me gustaba porque me sentía parte", confiesa sor María Julieta.

La vida en su casa tampoco fue fácil. Era la tercera hija de una familia de nueve y tuvo que madurar pronto para ayudar a sus padres en la crianza de los más pequeños. "Cuidaba perros y limpiaba casas, vendía en los semáforos, hacía comidas... hacía todo lo posible", relata la religiosa mexicana.

Julieta

"Muchos de mis amigos actualmente están muertos, asesinados por el narcotráfico".

Cuando tenía 14 años, Julieta trabajaba como niñera cuidando a tres niños pequeños. "Una tarde el señor de la casa llegó y me tiró un paquete de dinero y me dijo: 'Quiero todo'. Me espanté, quería salir corriendo; pero él, obviamente, cerró la puerta. Yo temblaba de miedo, pero me dije: 'En el nombre de Dios. Si me ataca, yo ataco y no importa hasta dónde'. Logré liberarme de esa situación, abrí la puerta y escapé", recuerda.

La adolescente llegó a su casa con el temor de que no le creyeran. "Esa noche se encontró el hombre con mi papá. En venganza por no haber sucedido lo que él quería, le inventó una historia y al final le dijo: 'Oye, quiero comprar a tu hija'. Mi papá pensó que yo ya había hecho cosas; pero en realidad no fue así. Teníamos una relación muy fría mi papá y yo. Él desconfiaba mucho de mí", cuenta.

La vida de sor María Julieta se empezaba a complicar cada vez más. "Tenía ideas y las llevaba a cabo; si quería hacer travesuras, las hacía; no medía realmente, no tenía límites, y eso era peligroso (...) Siempre tenía peleas con mis padres porque no respetaba los límites. Yo me percataba de que no tenía miedo de ciertas cosas", comenta. 

 "Un día llegó mi madre y me dijo: 'hay una denuncia de robo, y dicen que fuiste tú'". Le dolió tanto ver a su madre llorar que decidió cambiar. Mientras tanto comenzó a sentir la vocación a la vida religiosa, una inquietud que se mantuvo hasta que terminó la secundaria.

Pero Julieta sentía atracción por un chico de su pandilla, que era traficante, aunque nunca llegaron a ser novios. Sin embargo, sí tuvo otros novios. Uno de ellos era un vecino. Este chico no era católico sino protestante. Dios se valió de ese muchacho para alejar a Julieta de la pandilla, pues él no pertenecía. Precisamente viviendo esa relación de noviazgo, Julieta sintió el llamado de Dios hacia la vida consagrada.

"Terminé la secundaria, hice mi examen de admisión para entrar en la universidad. Un día me visita una amiga y me dice: '¿Sabes qué?, vengo de visitar un convento, tú también podrías, pues es para todos. 'No, no me gusta'¡, le respondí yo, no quiero ser eso, yo no quiero a los sacerdotes", confiesa la religiosa.

"Yo blasfemé contra los sacerdotes, contra la Iglesia, contra todo. Yo dejé de creer en Cristo, dejé de creer en la Eucaristía (...) No me aprendía ni siquiera el Credo, por eso ni siquiera pasaba el examen para la Primera Comunión. Fui muy fría, fui muy cruel con Dios; yo le pedía siempre pruebas, yo le decía: 'Si Tú existes, haz que esto cambie; si Tú existes, hazme ver esto'", relata.

Aún así, aquellas palabras de su amiga habían hecho su efecto. Mientras se preparaba en la universidad para empezar sus estudios fue a buscar a su madre al trabajo y le dijo: ¡Mamá, quiero que me ayudes; quiero buscar un convento y quiero hacer una experiencia!".

Dos grandes signos de Dios

Dios habría de llegar a la vida de Julieta, desarmándola por completo: "De pronto, empiezo a ver signos muy puntuales. En una ocasión, granizó horrible en la casa de mis papás, se destruyó toda por el granizo. Y yo por primera vez vi a mi papá y a mi mamá hincados, rezando, debajo de la lluvia, hincados y llorando, pidiendo a Dios. Eso me quebrantó el alma, y fue un primer signo", asegura.

"El segundo signo fue la fuerte discusión que tuvimos mi papá y yo por lo de aquel hombre que quería comprarme. Yo fui a la iglesia que estaba atrás de mi casa; fui directa hacia el crucifijo y le dije:' ¡Ya, oye, ya! ¡No se vale, no sé ni quién eres! Mis padres creen en Ti' (...). Le dije que no iba a creer hasta que Él no me diera signos. Y entonces resulta que me llega esa invitación a este convento, del que hablaba esta amiga", afirma.

Después de dos años de discernimiento, entrando y saliendo del convento, decidió abrazar definitivamente la vida religiosa. La cuestión es que aquel muchacho narcotraficante que tanto le había gustado comenzó a visitarla y a llevarle regalitos. "Como que intentaba jalarme hacia afuera otra vez”". En ese momento ella tenía 19 años, y aquel amigo le propuso matrimonio. 

Esa fue una de las razones por las que Julieta decidió hacer una pausa de un año en la congregación, a fin de discernir si verdaderamente la vida consagrada era lo suyo. Entró en una profunda crisis emocional y afectiva. Pero algo dentro le decía que aquel matrimonio no era el camino. Años más tarde, cuando Julieta ya era religiosa consagrada, aquel joven fue asesinado en la puerta de su casa.

Julieta

Después de dos años de discernimiento, decidió abrazar definitivamente la vida religiosa.

Julieta entonces viajó a Italia para comenzar su formación, primero como seglar y finalmente como hermana. Volvió a México y, en Querétaro estudió pedagogía. Después la enviaron a la Ciudad de México para trabajar con los jóvenes de zonas marginadas.

"Hay que ir a dónde están los jóvenes. Así que me empecé a juntar con las bandas, ya que era experta; me empecé a juntar con los jovencitos para saber qué era lo que veían, qué era lo que escuchaban, cómo vivían; fui a sus casas, los visité, conviví con ellos. Uno de ellos me dijo: 'Nosotros sabemos que tú intentas ser como nosotros, que tú intentas sacarnos de aquí'", explica la religiosa.  

Además, sor María Julieta, recuperó la relación con sus padres y con sus hermanos. "A la gente le intrigaba, porque no cree que uno pueda cambiar de vida (...). Yo regresé a mi comunidad con un hábito y la gente me empezó a preguntar: ¿por qué dejaste tu familia? Ya no soy la chica rebelde que ellos tenían en casa. El día de mis votos perpetuos vinieron por primera vez a visitarme mi papá y mamá; nunca habían venido antes", concluye.



terça-feira, 29 de agosto de 2023

El sistema transgénero se llevó a su hija con depresión, la hormonó... y 3 años después se suicidó

En vez de tratar su depresión, la maquinaria trans separó a la hija de la madre

La familia de Yaeli Martínez.
Con su trágica experiencia, Abby Martínez denuncia el fenómeno creciente en el que autoridades y escuelas ponen a los hijos en contra de sus padres para motivar el cambio de género.


J.M.C.

TAGS: Trans

Para Abby Martínez, salvadoreña residente en California, lo ocurrido el 4 de septiembre de 2019 fue la constatación de una realidad que sacude sin descanso a ya numerosas familias de todo el mundo. Aquella noche fue la última vez que habló con su hija Yaeli.

Tras años de profunda depresión, una asociación LGTB incitó a la muchacha a comenzar el cambio de género, como si esto fuese a motivar su recuperación. No lo hizo. Poco después de comenzar el tratamiento de género, la joven se quitó la vida. Iba a cumplir 20 años.

Abby detalló a Daily Signal que desde el comienzo del día le invadió una profunda tristeza. Había quedado con una amiga a comer pero casi no tocó el plato. No sabía lo que ocurría, pero estaba profundamente afectada porque su hija Yaeli, de 19 años, hubiese anunciado que comenzaría a vivir como Andrew.

Aquel día Abby escribió a su hija para ver cómo estaba, sin obtener respuesta. Al final respondió, y su madre respiró aliviada. "Está bien", pensó.

"Me contó cómo le había ido en el trabajo", explicó. Pero dejó de responder. Horas después, el teléfono volvió a sonar: era la policía.

"Mi corazón comenzó a latir muy rápido", recuerda. Esa noche, Abby acudió a la casa de su hija, acompañada por la policía. No estaba. Buscó en los hospitales cercanos, y no había ni rastro de su hija.

A la mañana siguiente, después de recoger a su hijo del colegio, la preocupada madre recibió una nueva llamada, esta vez de la oficina forense.

"¿Dónde está mi hija? Quiero ir a verla", dijo.

"Lo siento mucho, pero no podrá ver a su hija", respondieron.

Un cambio de vida al margen de los padres

Desde la adolescencia, Yaeli fue víctima de una fuerte depresión, agravada por los problemas que atravesaban sus padres.

En la escuela secundaria, una amiga que decía sentirse chico le sugirió a Yaeli que el motivo de su depresión podía ser una posible disforia de género.  Una asociación LGTB la animó a comenzar la "transición de género", sin ningún contacto con su familia.

Cuando su madre se enteró, ya era demasiado tarde. 

"Se supone que la escuela debería habernos permitido saber lo que ocurría, pero nunca me enviaron ningún mensaje diciéndome que necesitaban hablar sobre mi hija", expresó Abby. Al parecer, fue la propia escuela la que convenció a la joven de no hablar del tema con su familia porque no apoyarían la 'transición'.

Los padres, tratados como un "peligro" para sus hijos

Cuando la madre expresó su preocupación a la escuela, el psicólogo escolar recomendó a la joven vivir fuera de la casa familiar. Poco después, el departamento de Servicios para Niños y Familias de Los Ángeles le retiró la custodia de su hija.

Durante los siguientes seis meses, la madre solo pudo verla una hora a la semana. Los servicios sociales pensaban que "si mantenían a Yaeli fuera de su casa, tendría más probabilidades de sobrevivir", que fuera de casa "no intentaría suicidarse", recuerda ahora la madre.

Pasaron tres años separadas. Ese tiempo la joven sometió su cuerpo a hormonas cruzadas que lo alteraran  y cambió su nombre legal a Andrew. Pero, según su madre, "nada de eso le hacía feliz".

Tres años después de comenzar el proceso, lejos de mejorar, Abby recibió la fatídica llamada que le informó de que su hija se había tirado a las vías del tren.

Un dolor que nunca desaparece: "Os la llevasteis"

"No le deseo a ningún padre que pase por esto, es un dolor que nunca desaparece y cada vez que respiras puedes sentir el dolor", expresó Martínez a The Daily Signal.

Acto seguido, acudió al departamento de Servicios para Niños y Familias. "Os llevasteis a mi hija lejos de mí, me dijisteis que iba a estar mejor y ahora ella se ha ido", reprochó. Una vez más, obtuvo el silencio como respuesta.

Abby recuerda haber comentado en repetidas ocasiones la depresión de su hija pero "no les importó".

"Ojalá algún día el sistema cambie y ayuden de verdad a los jóvenes. Quiero que investiguen lo que está pasando. ¿Por qué los niños se comportan así? ¿Por qué se sienten de esa forma? Quiero que sean conscientes [de la importancia] de la salud mental", expresó, "pero no hablan de eso: hay muchos niños que se están suicidando mientras el sistema les ofrece que les pagarán cualquier cosa, desde hormonas hasta cualquier cirugía".

"Me gustaría que en vez de gastar millones de dólares en estos niños, nos permitiese volver a ser padres y nos brindase las herramientas que necesitamos", pero en lugar de ello, "el sistema está destruyendo a nuestras familias", advierte. Actualmente, Martínez denuncia cómo el movimiento transgénero no solo ha afectado a su familia, sino a muchas otras por todo el mundo.

Artículo de hemeroteca publicado originalmente en mayo de 2022.



segunda-feira, 28 de agosto de 2023

«No había católicos»: el primer misionero de Mongolia recuerda su evangelización «de cero»

Gilbert B Sales.
El padre Gilbert B. Sales, presidente de la Universidad Saint Louis en Filipinas, fue uno de los primeros misioneros de Filipinas: relata su experiencia.


ReL


A pocos días de que Francisco comience su próximo viaje a  Mongolia este 31 de agosto, Revista Ecclesia informa de esta realidad eclesial a través de uno de estos protagonistas, Gilbert B. Sales ,hoy presidente de la Universidad Saint Louis en Filipinas.

Cuando llegó junto a sus dos compañeros el 10 de julio de 1992, la emoción y el peso de la responsabilidad les invadieron al ser los "pioneros" en evangelizar el país desde la misión recién abierta.

"Nos sentimos muy bendecidos por ser elegidos por el papa Juan Pablo II para la misión. Evidentemente, también notábamos el peso de la responsabilidad, ya que era un lugar nuevo para nosotros", admite.

La Iglesia también era nueva para Mongolia. Recién caída la Unión Soviética, Mongolia dejó de recibir su apoyo económico y la pobreza se generalizó.

"Fue cuando la Iglesia católica se hizo presente ayudando a los más pequeños y vulnerables. La Iglesia católica en Mongolia funciona bajo la Congregación del Inmaculado Corazón de María. A través de la misericordia de Dios, pudimos superar todos los desafíos y limitaciones que experimentamos a la hora de transmitir al pueblo mongol el mensaje de salvación de Dios", explica el sacerdote.

Su papel fue desde ese momento "hacer un poco de todo" y ejerció tanto de párroco, formador y director del Verbist Care Center como a visitar las calles llevando comida y bebida a la gente.

Evangelizar un país sin iglesias ni bautizados

Pero, ¿cómo evangelizar un país inmenso en el que no existen católicos nativos? Sales explica que todo comenzó con reuniones en domicilios privados o en su propia casa hasta que lograron construir la primera parroquia del país, cuatro años después de su aterrizaje.

"Entonces, 150 mongoles católicos asistieron a la inauguración de la primera iglesia católica del país: la catedral de San Pedro y San Pablo. Monseñor Padilla se desgastó por completo, se entregó por completo para evangelizar al pueblo de Mongolia", relata.

El sacerdote no esconde que fueron años de arduo trabajo, pero que recuerda "con mucha gratitud. Siempre doy gracias a Dios por permitirnos al padre Robert y al difunto obispo Wenceslao experimentar este viaje misionero con el pueblo mongol, que consideramos nuestra segunda familia, nuestro segundo hogar. Luchamos mucho, pero también sentimos la inmensa protección y el amor de Dios por nosotros mientras cumplíamos con los deberes misionales de cuidar a su pueblo".

Pasados treinta años de su llegada, el sacerdote misionero recuerda como emoción al primer bautizado mongol, "un niño adoptado por una pareja de ciudadanos ingleses al que pusieron el nombre de Peter. Cantamos juntos el Magnificat: era una obra de Dios que se estaba realizando".

Si tuviese que quedarse con un recuerdo de su etapa misionera en Mongolia, afirma sin dudar que este sería el de la gente. "Sobre todo de los niños", explica, que le ayudaron a ver el "sentido y significado" de su vida como misionero.

"Contribuyeron mucho en mi formación como instrumento de Dios para llevar a todos su mensaje de salvación. Cuando me encuentro con estos niños de la calle, que ahora tienen éxito profesional y han formado sus propias familias, me siento enormemente agradecido al Señor. Todos estos años con ellos fueron muy significativos, ya que fui testigo de su crecimiento y formación como los ciudadanos de la futura Mongolia", explica.

El padre Sales abandonó Mongolia en 2005 cuando la comunidad católica mongola contaba ya con más de 300 personas y la misión se está expandiendo incluso más allá de la capital, Ulán Bator. Ahora, con motivo de la visita del Papa Francisco, regresará al país con profunda gratitud. El sacerdote misionero concluye destacando la hospitalidad y fácil trato del pueblo mongol, confiando en que el Papa "recibirá una cálida bienvenida".



domingo, 27 de agosto de 2023

Hizo «prácticas satánicas extremas», hoy habla como seminarista ante el Papa: «Cristo me liberó»

Alexander Baranov.
Alexander Baranov fue uno de los participantes del Encuentro de Jóvenes Católicos de Rusia, que concluye este domingo. Como exsatanista y actual seminarista, alertó de la práctica generalizada de la superstición y sus riesgos.


J.M.C.


Este 27 de agosto concluye el Encuentro de Jóvenes Católicos de Rusia, que se viene celebrando desde el año 2.000 y que ya va por su décima edición. Cientos de jóvenes provenientes de hasta 54 ciudades -algunas a 9.000 kilómetros de distancia- recibieron las palabras del Papa en el ecuador del encuentro, que participó en el mismo mediante videoconferencia el pasado viernes. En su mensaje, Francisco invitó a los presentes a "ser sembradores de semillas de reconciliación" que, aseguró, "van a florecer en una primavera futura".

Uno de los asistentes al evento fue Alexander Baranov. Aparentemente este joven seminarista de 34 años no tenía nada de especial: buena planta, un discurso firme, sincero… Sería imposible reconocer en el algún rasgo que delatase su pasada militancia satanista., descrita por la Arquidiócesis de la Madre de Dios de Moscú. 

"Mi nombre es Alexander, tengo 34 años. Y hace sólo 10 o 12 años estaba lo más lejos posible de la Iglesia. Era satanista, participaba en rituales ocultos, hacía y decía muchas cosas no muy buenas", relató ante Francisco.

En base a su experiencia, Baranov explicó que "el miedo, el dolor de la pérdida, la experiencia de la propia debilidad, la violencia vivida o el trauma" son algunos de los factores que pueden empujar a alguien a "la oscuridad".

Episodios que con frecuencia pueden generar pensamientos negativos en quienes lo sufren, como "soy indigno de la felicidad, del amor, de la vida y en fin, de la salvación, porque soy débil. O una persona que comienza a odiarse a sí misma y a su vida, y en consecuencia, a Dios. Para muchos esto comienza en una edad temprana y seguramente muchos de los aquí sentados ya se han encontrado con algo similar".

El joven se refirió a este tipo de pensamientos como "una oscuridad real" en la que una persona "puede permanecer aún que según los estándares mundanos su vida no parezca mala".

"Solo cuando lo enfrentas tú mismo comprendes lo terrible que es esta oscuridad", agregó.

Uno de los aspectos en los que incidió fue la práctica generalizada de la superstición por hasta casi una de cada dos personas, ya sea con "el hilo rojo en la mano" o el mal de ojo hasta la astrología o "cosas peores".

"Es una manera de vivir sin Dios sin sentirnos impotentes. Y esto es sólo la punta del iceberg, y ¿cuántas personas cada día se maldicen a sí mismos y a Dios imperceptiblemente ante los demás?", explicó.

"Cristo realmente sana"

En su caso, estas prácticas llegaron a formas "bastante extremas", pero sabe que no es "una excepción", pues conoce a otros que han llegado "tan lejos" que "necesitan un verdadero milagro para traerlos de vuelta a la luz".

"Y de esta misma oscuridad, Cristo saca a una persona a través de la Iglesia con tan solo permitírselo. Cómo me sacó, cómo me liberó y me mostró un camino diferente, una forma diferente de pensar, una percepción diferente de mí mismo", celebró.

Hoy, Baranov es consciente de que Jesús "puede mostrar que, a pesar de la debilidad, del dolor, de todas las experiencias negativas, eres digno de la vida, la salvación y el amor".

Y eso, añade, anula "todo lo demás que podamos pensar" para llevar a la gente a la fe.

"Cristo realmente sana, realmente conduce de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de Satanás a sí mismo y al Padre. Cómo me sacó y cómo puede sacar a cualquiera. Si tan solo hiciéramos todo lo posible para que la mayor cantidad posible de personas sepan acerca de Él y Su poder. Deberíamos hablar de ello, vale la pena proclamarlo, vale la pena vivirlo", concluyó.



sábado, 26 de agosto de 2023

Adicto a las drogas, Conor se adentró en el reiki y el satanismo: «Dios, si eres real, te necesito»

Era católico, pero se alejó de la fe tras la separación de sus padres

Conor Mc Namee.
Conor era adicto al alcohol, las drogas y el espiritismo, pero fue sanado por Dios.


J. M. Carrera / ReL


Conor Mc Namee creció en una familia católica y tuvo una infancia feliz. Todo se derrumbó para él con la separación de sus padres cuando tenía 11 años. Se declaró ateo y entregó su vida al alcohol, la música y las drogas. Entonces comenzó a adentrarse en el espiritismo y la magia negra, pero tocó fondo y pidió a Dios una señal. Lo ha contado en Cambio de Agujas.

La separación de sus padres le marcó

Pasé una infancia feliz, solo tengo recuerdos muy felices de aquellos años”, cuenta Conor: “Crecí en una familia católica `más o menos´, íbamos a misa los domingos e hice la comunión y la confirmación”.

“Cuando tenía 11 años, mis padres se separaron y un año después volvieron a juntarse, pero hubo un cambio tras su separación. Dejaron de ir a misa, y cuando tenía 14 años, hice lo mismo y declaré que no creía en Dios”.

Entregado al alcohol y las drogas

“Entonces empecé a salir todas las semanas. Bebía en la calle con mis amigos y tan solo vivía para el fin de semana. Trasnochaba entre semana y estaba agotado en clase, hasta que llegaba el fin de semana y salía a beber. Era mi ciclo de vida”, explica.

De vez en cuando tomábamos hachís y cannabis, y tuve alguna mala experiencia, pero desde los 20 años, comencé a consumir con frecuencia”.

La música, la fama y el placer eran su vida

“Tras terminar el instituto, estudié interpretación y producción musical en la Universidad de Derry”, explica. “Me uní a una banda en la que ensayábamos 8 horas al día. Incluso llegamos a tocar en Finlandia o Irlanda y grabamos nuestra música en los estudios”.

“Mi vida empezó a girar en torno a la música, admiraba a las estrellas de rock y quería ser como ellos”. Mientras, “tenía relaciones con mi novia y comencé a explorar distintas opciones lejos de la fe”. Para Conor, “la vida consistía en conseguir placer, ser famoso y tocar delante de mucha gente”. 

Comenzó a practicar reiki y probó la magia negra

Comenzó a producir música electrónica para discotecas. “Ya me drogaba todos los días, y por el estilo de vida que llevaba, me diagnosticaron celiaquía crónica, para siempre”, explica. “No sabía cómo curarme, y comencé a investigar el reiki. Después de cada sesión, me sentía drogado, fuera de mí, y acabé perdiendo el interés”.

“Leí un libro sobre Led Zeppelin en el que Aleister Crowley hablaba de magia negra y de cómo su éxito se debía a los hechizos y rituales que hacían. Yo tenía un amigo que frecuentaba retiros de magia negra, así que fui a su casa, tomamos drogas y terminamos haciendo un símbolo de poder para que mi disco tuviese éxito”, recuerda.

Conor Mc Namee cuenta su testimonio en cambio de agujas.

Conor Mc Namee cuenta su testimonio en Cambio de Agujas (HM Televisión). 

Tenía todo lo que quería pero se sentía vacío

Durante años, estuve entrando y saliendo de la magia negra, el reiki y otras prácticas espiritistas”, explica. “Llegó un momento en que tenía dinero, piso, trabajaba en una tienda de discos e incluso pude hacer una gira musical internacional. Me iba bien, pero me sentía vacío”.

Algo similar ocurría en las relaciones. “Tener una novia, vivir juntos, progresar en la relación y acabar rompiendo, eludiendo el matrimonio y compromiso… Mi vida era cada vez más caótica, sin control ni límites. Había tratado de sobrepasarlos todos. Tenía todo lo que siempre había querido en vida, pero algo en mi corazón me decía que había más”.

Suplicó la ayuda de Dios

“Estaba harto de lanzarme en búsqueda del éxito, conseguirlo y descender de nuevo. Era un bucle continuo”, explica. “Una noche, estaba acostado y casi llorando dije: `Dios, si eres real, te necesito´”.

“Pasaron los meses y empecé a tratar a Dios más como una persona que como algo abstracto”, cuenta. Por aquel tiempo, “un amigo solía hablarme de la fe. Respondía a todas mis preguntas, y me gustaba lo que aprendía. Un día, me habló de unas jornadas de estudio de la Biblia y oración, donde se rezaba por otras personas y la gente se encontraba con Dios”.

“Sentí un calor inmenso y que Dios quería curarme”

“Le pregunté a mi amigo si podía ir a una de esas jornadas”, cuenta. “invitó a su casa a los Franciscanos de la Renovación de Derry, me impusieron las manos y rezaron por mí”.

Entonces “sentí un calor inmenso por todo mi cuerpo. Tenían muchas citas de las Escrituras para mí, concretamente una sobre la comida que dice que `¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?´. Sentí que Dios quería curarme de mi enfermedad”.  

“Esa noche me dijeron que Dios es un padre que me invitaba a volver, que me llamaba a ser su hijo otra vez. Me fui y me sentí distinto”, recuerda. “Sabía que algo había cambiado”.

Cuatro franciscanos de la Renovación de Derry.

Cuatro franciscanos de la Renovación de Derry. 

Un paquete de galletas, la prueba de su sanación

“Aprendí de nuevo el padrenuestro, el avemaría y empecé a rezar cada noche…. Pasó una semana y pensé que si todo lo que habían dicho era cierto, si Dios es tan bueno, yo era Su hijo me amaba tanto, quizá podía estar sanado”.

“Siempre me habían gustado mucho las galletas de chocolate. Esa semana estaba haciendo las compras. No estaba ni si quiera cerca del pasillo de galletas, pero mientras andaba, tuve una sensación extraña: tenía que comprar esas galletas que siempre me habían gustado y que ahora no podía tomar por mi enfermedad.

“Anduve hasta el final del pasillo y ahí estaban, a mitad de precio. Pensé: `si Dios nos habla y da señales, eso tenía que ser una´. Cogí un paquete y me fui a casa. Solo iba a tomar un poco, ya que me ponía malísimo al tomar gluten. Pero decidí tener fe, ir a por todas, y comí la mitad del paquete. Pasaron las horas y estaba bien, ¡perfecto! Me fui corriendo a mi compañera de piso, la abracé y le dije: Jesús me ha curado”.

Su primera confesión en once años

Conor tuvo su primera jornada de estudio de la Biblia, y desde entonces “comencé a ir cada semana, cantábamos alabanzas, y empecé a conocer a Dios de verdad. Solo quería correr detrás de Dios”, recuerda.

“Conseguí mi propia Biblia y le pedí a un sacerdote, el padre Columba, que me ayudase a rezar de nuevo. Fui a mi primer retiro de Jóvenes 2000, y me confesé después de 11 años. Confesé toda mi vida: sexo, drogas, magia negra, toda la ira y la soberbia. Lo arrojé todo a los pies del Señor”, cuenta. “Cuando el sacerdote me dio la absolución, sentí como todo el peso, la carga y la oscuridad desaparecían”.

“Sentí una suave llamada en mi corazón”

Poco después, “tuvimos un rato de adoración. Estaba expuesto el Santísimo y sentí una suave llamada en mi corazón para ir hacia delante. Mientras estuve delante de rodillas, fue como si una ola de paz me inundase. Supe que era Jesús, y que Él me amaba”.

No tenía que demostrar nada para ganarme su amor”, explica. “Ya no se trataba de lo buen músico que fuese, no importaba nada de eso”. “Empecé a ir a la adoración todos los días, y experimenté una paz increíble en mi nueva vida. Solo quería difundir la fe para que los demás experimentasen la paz el amor y la alegría que yo había experimentado”.

“Todo cambió”, cuenta Conor. “Me fue dado un fundamento en Dios. Me consagré a la Virgen, rezo el rosario cada día, también voy a misa y a la adoración eucarística. Corté con todo lo que no me acercaba a Dios, y desde ese momento, le hice el centro de mi vida”.

Testimonio completo de Conor en Cambio de Agujas. 

Artículo de hemeroteca publicado en abril de 2021.