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terça-feira, 13 de fevereiro de 2018

Mari Carmen, 37 años de misionera en Malí ayudando a miles de niñas: «¡Aquí estoy la mar de feliz!»

12 febrero 2018


Mari Carmen lleva 37 años en Malí
y no tiene intención de volver

Mari Carmen, religiosa de María Inmaculada, lleva prácticamente el mismo tiempo de misionera que el que ha vivido en España. Aunque nacida en la localidad cordobesa de La Victoria,
 ha pasado los últimos 37 años en Malí, un país de gran inestabilidad en estos momentos.

Pese a la inseguridad del país ella afirma que “aquí estoy la mar de feliz” y es una de las siete monjas, la única española, que atiende a más de 500 chicas entre 12 y 23 años que cada día acuden a la casa de acogida que regentan en Bamako, capital del país.

"Las niñas salen de aquí con empleo"
En un reportaje publicado en ABC, la religiosa cordobesa cuenta que las chicas que están internas en el orfanato, más de 200, aprenden a hacer labores como cocinar o coser. “Nuestra misión es formar a las jóvenes para la sociedad”, afirma Mari Carmen, que agrega que “las niñas salen de aquí con empleo”.


El orfanato en el que desarrollan todas estas actividades fue construido por Manos Unidas y es financiado por distintas organizaciones y también  por la Diputación de Córdoba. El centro tiene tres comedores y a las chicas que van allí cada día les dan un bocadillo de judías, “les da mucho hierro”, una sala donde arreglan la ropa, un par de salas para dar clases, un ordenador con internet, una capilla, habitaciones y una guardería.

Una ayuda a las madres jóvenes
La monja española explica que “los matrimonios son forzados, con 13 años las niñas ya son madres” y además en muchos casos “no han dejado de dar la teta cuando ya están de nuevo embarazadas. Con veintipocos años ya tienen 7 hijos.

Esta casa es una ayuda para estas madres pues “dejan a los niños en la guardería, porque los padres se desentienden de ellos, y así pueden ir a clase”.

“Les buscamos becas y ayudas, y las colocamos cuando salen de aquí”, asegura la religiosa, que además cuenta cómo con los alimentos que hacen –pasteles para bodas, sándwiches- los venden a un precio competitivo  y así compran más material para cocinar.

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