Brent Robbins despreciaba la fe, como fantasía... hasta que oyó la voz de Dios
Brent Robbins, doctor en psicología clínica, explica cómo encontró a Dios en un retiro, en un rato de silencio |
2 enero 2018
Brent Dean Robbins es profesor de psicología en Point Park University en Pittsburgh, Pensilvania (aquí está su ficha) y participa en varias publicaciones y asociaciones dedicadas a la investigación psicológica. Es doctor en psicología clinica por la Universidad de Duquesne y recibió un premio por el inicio de su carrera en la Society for Humanistic Psychology.
Ha explicado recientemente en un vídeo-testimonio en CHNetwork, en inglés, cómo llegó a la fe católica, para asombro de muchos de sus colegas. Básicamente, Dios le habló.
Una familia sin fe
Brent nació en una familia nominalmente católica, pero en realidad sin fe. "Mis padres eran menos que tibios". Apenas fueron alguna vez a misa y su padre, sus hermanos y sus hermanas, siempre estaban criticando a la Iglesia.
Su padre había leído a Joseph Campbell, un experto en mitología y religión comparada, de quien había tomado la idea de que todas las religiones venían a enseñar más o menos los mismos mitos. Era más bien sincrético.
Su madre tenía más fe. Pero sus padres se divorciaron, ella se casó después con un presbiteriano y el catolicismo desapareció del todo de su vida.
En la universidad: Freud, Nietszche, Marx...
"En la universidad seguí el camino de mi padre, de sincretismo, y empecé a estudiar budismo, hinduismo. Y después a los maestros de la sospecha: Freud, Marx, Nietszche... Yo era parte de la Liga Intelectual que sabía 'la verdad', es decir, que Dios es solo un mecanismo que unos usan para controlar a la gente, o que usamos para resolver nuestras ansiedades sobre la muerte o sobre problemas de parentalidad".
Hizo una tesis doctoral sobre "el gozo" o la "alegría", que él mismo define como un "anti-C.S.Lewis". "Si la lees ves que es bastante obvio que trata del ateísmo", dice. "Básicamente yo decía que cuando nos libremos de la idea de Dios, entonces lograremos el gozo, la alegría".
Y su esposa se convirtió
El catolicismo volvió a meterse en su casa a través de su esposa. Ella se convirtió, "guiada por una especie de intuición profunda", e hizo su curso de formación para adultos y empezó a ir a misa cada domingo. Al principio, iba a misa sola. Luego, empezó a invitarlo: "estaría bien si me acompañas", "¿por qué no vienes conmigo a misa mañana?", etc... Él la acompañaba en varias ocasiones, a veces solo para señalar fallos o reconfirmar su ateísmo.
Se cambiaron de ciudad y él se animó un día a acompañarla a la nueva iglesia, la catedral. La gente en misa era poco acogedora, se alejaban cuando ellos se sentaban cerca. "¿Ves? Ya lo sabía, los católicos son así", decía él a su mujer, al verlo. Pero después encontraron otra parroquia "muy family-friendly" (tenían dos hijas) y perseveraron en ella.
Un retiro, con 3 horas de silencio: Dios habló
"Cuando llevábamos un año, el ujier, que era muy amigable, nos invitó a un retiro. Y allí fuimos. Era un retiro de día completo, y había un rato de 3 horas solo para la oración en silencio. El silencio no es algo que tengamos muy a disposición en nuestra sociedad. Yo estaba bastante espantado. ¿Qué iba a hacer en silencio 3 horas? Tenía algunas oraciones para leer pero las acabé en diez minutos".
"Me senté allí, en silencio. Y rompiendo ese silencio oí la voz clara de Dios. Supe que era Dios porque decía cosas a las que yo reaccionaba diciendo: '¿Cómo? ¿Estás de broma?'"
Dios le daba instrucciones, "más bien proféticas". Por ejemplo, no le decía "deberías volver a Pittsburg", sino "vas a volver a Pittsburg". Y también: "vas a volver a tu investigación sobre el gozo". Y todo eso se cumplió. "Quedé transformado, con mi corazón sacudido". Más adelante dice: "fue como un contacto directo con Dios, me asustó".
"Poco después fui a confesarme, por primera vez en 20 años. Y me quebranté, con lágrimas. El cura me decía: 'vale, está bien, no pasa nada'. Yo sentía un arrepentimiento extremo por haberme alejado de Dios".
Conectar la fe y la vida intelectual
Ahora ya Brent Robbins vivía una gran alegría, un gozo enorme de haber enlazado su vida con Dios. Y tenía un reto: poder entenderlo y explicar intelectualmente. "Cuando le hablo a alguien de mi fe, casi siempre me responde: 'eres inteligente, eres doctor en psicología, ¿cómo puedes ser católico?'. Es genial, porque me da pie para evangelizar. Reconocen que soy inteligente y se rompe el estereotipo que tienen y me preguntan mis razones intelectuales".
"Tuve una conversión de corazón, pero he tenido que trabajar la parte intelectual. Me costó un tiempo reconciliar mi experiencia directa con Dios con mi parte intelectual. Creo que ya he llegado a ese punto, en que mi formación como profesor y mi fe están más y más integradas".
Brent Robbins cuenta su testimonio (8 minutos, en inglés)
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