Rueda de prensa a la vuelta de su viaje a Chile y Perú
Papa Francisco En El Avión © Osservatore Romano |
(ZENIT – 23 enero 2018).- “La corrupción es como esos pantanos chupadizos que vos pisás y querés salir, y das un paso y te vas más adentro, más adentro, más adentro, y te chupó. Es una ciénaga… Ese sí es la destrucción de la persona humana”, ha dicho el Papa Francisco.
El Santo Padre respondió a una periodista de ‘La República’, de Perú, en la rueda de prensa que ofreció en el vuelo papal de vuelta de Lima a Roma, del 21 al 22 de enero de 2018.
El periodista quiso saber la opinión del Papa los actos de corrupción e indultos negociados por parte de la clase política del país, que ha defraudado al pueblo.
El Pontífice argentino confesó que él al pecado no le tiene miedo, le tiene miedo a la corrupción, porque la corrupción ya “te va viciando el alma y el cuerpo; y un corrupto está tan seguro de sí mismo que no puede volver atrás”.
Así, el Papa contó a los medios de comunicación que él escribió un librito llamado “Corrupción y pecado” y el lema que saca es que es: “pecador sí, corrupto no”. “Todos somos pecadores”, afirmó.
“Pero yo sé que todos nosotros, los que estamos acá, –también yo hago la voluntad de mi parte, y… pienso bien de ustedes que lo hacen–, cuando se encuentran en “off side”, en un pecado fuerte: “Bueno, ‘esto’ está mal, acá me porte mal con un amigo o robé, o hice ‘esto’ o me drogué”, y entonces me freno y trato de no hacerlo. Bueno, pero está el perdón de Dios sobre todo eso”, explicó Francisco.
En este sentido, el Santo Padre señaló que el político tiene mucho poder, también el empresario. “Un empresario que le paga la mitad a sus obreros es un corrupto, y un ama de casa que está acostumbrada y cree que es lo más normal explotar a las mucamas, ya sea con el sueldo ya sea con el modo de tratar, es una corrupta, porque ya lo toma como normal”, describió.
“¿Y en la Iglesia, hay corrupción?” –ha preguntado el Papa–. “Sí. Hay casos de corrupción en la Iglesia. En la historia de la Iglesia siempre los hubo. Siempre los hubo, porque hombres y mujeres de iglesia entraron en el juego de la corrupción”.
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