Un fenómeno persistente y extendido, afirma el periodista libanés Camille Eid
La atención a los refugiados es una de las vías por la cual muchos musulmanes descubren el cristianismo. |
ReL 24 mayo 2016
En todo el mundo, incluidos los países
de mayoría musulmana, está creciendo el número de conversos al
cristianismo. Se trata de un fenómeno constatado tanto por las
estadísticas allí donde son posibles como por el testimonio de
misioneros o de los conversos mismos. Entre las causas de este fenómeno,
la inmigración procedente de los países en guerra (Siria e Irak, principalmente), las facilidades que ofrece internet para romper la barrera del desconocimiento del cristianismo o incluso la misma radicalización del islam hasta hacerlo insoportable para sus propios adeptos.
Un análisis del Interdisciplinary Journal of Research on Religion habla incluso de un incremento global en el mundo de casi diez millones de conversos del islam al cristianismo. Dudley Woodbury, estudioso de la materia, calcula que sólo en los Estados Unidos son veinte mil los bautismos que se celebran anualmente. En lo que respecta a Europa, en Pascua se ha difundido la noticia de las ciento noventa y seis conversiones sólo en la diócesis de Hamburgo. De todo ello ha hablado Benedetta Frigerio en Tempi con Camille Eid, periodista libanés coautor del libro Cristianos venidos del islam (LibrosLibres): -Recientemente se oye hablar de conversiones del islam al cristianismo como si fuera una auténtica tendencia. ¿De qué se trata en concreto? -No es nada fácil obtener estadísticas que sean precisas, porque siempre hay un margen que es difícil de calcular. Los datos disponibles proceden de las Iglesias que comunican el porcentaje de bautizados procedentes del islam. Si se observan estos índices hay en todas partes un incremento constante, tanto en Europa como en los países de mayoría musulmana. Sin embargo, ésta sólo puede ser la punta del iceberg, puesto que en algunos países la conversión desde el islam está prohibida por ley y no existen registros de este tipo; a pesar de todo, sabemos que también en estos países las conversiones al cristianismo están aumentando.
-¿Cómo podemos saberlo si no se registran?
-En Argelia, la prensa está llevando a cabo desde hace tiempo una batalla cada vez más dura contra las conversiones al cristianismo, lo que hace pensar que se están incrementando. El padre Pierre Humblot, un sacerdote expulsado recientemente de Irán después de 45 años de misión y ahora residente en Francia, ha hablado de trescientos mil iraníes convertidos al cristianismo, un fenómeno de masa. Lo que es increíble, dado que en el país las celebraciones en lengua local están prohibidas. En Túnez, la hija del ex presidente Moncef Marzouki ha escrito una tesis sobre el fenómeno de las conversiones al cristianismo en su país. Otra tesela del mosaico es lo que está sucediendo en un programa de la televisión norteafricana Al Hayat, presentado por un marroquí convertido al cristianismo e hijo de un imán: durante su programa se narran las historias de ex musulmanes y llegan llamadas de personas que se han convertido o que incluso se convierten gracias a la transmisión televisiva. Son jordanos, egipcios, tunecinos, marroquíes, pero también franceses. El presentador, después, refuta las bases del islam. Fue conmovedor el episodio en el que el presentador contó cómo fue excluido por su familia y la rabia de su padre el cual, sin embargo, antes de morir le envió una carta en la que había escrito la oración del Padre Nuestro. Los episodios que están en YouTube circulan bastante por la red. -Si a la luz de lo que dice es razonable creer que el fenómeno está aumentando, ¿cómo se puede saber cuál es su influencia? -No se puede saber, pero se puede deducir que las cifras que no sabemos pueden ser verdaderamente importantes. Esto es posible también porque si bien antes los regímenes conseguían frenar con éxito la difusión de la Buena Nueva, impidiendo el proselitismo y la venta del Evangelio, hoy en día con internet es mucho más fácil descubrir los contenidos del cristianismo. -En su opinión, ¿qué impulsa a un musulmán a convertirse? -Hasta hace unos diez años muchos musulmanes convivían con los cristianos en sus países de origen, pero sin tener acceso a la Biblia. Junto al descubrimiento del Evangelio del amor y de la verdad, lo que les impulsa a buscar respuestas en otros lugares es un islam cada vez más represivo. Descubrir que Dios es amor es revolucionario. -Una bonita paradoja: Occidente se rinde a la ideología nihilista islamista y los islámicos se convierten al cristianismo. ¿Por qué? -Es doblemente paradójico: muchos occidentales están atraídos por la ideología de la muerte hasta el punto de que dejan todo para ir a combatir con el ISIS, mientras que quien ha sufrido la violencia del fundamentalismo islámico y la sumisión sin razones a las órdenes de la ley coránica cambia ante los mandamientos del amor. Pero muchos lo hacen precisamente a partir del Corán. De hecho, intuyendo que Jesús no puede ser sólo un profeta les entra la curiosidad y lo redescubren como Dios en el Evangelio.
-Recientemente ha sido
noticia el caso de la diócesis de Hamburgo, que este año ha acogido en
la iglesia a ciento noventa y seis catecúmenos procedentes de la
religión islámica. ¿Es una nueva tendencia?
-Seguramente la gran inmigración causada por la guerra en Siria e Irak y la acogida por parte de los alemanes es uno de los factores de esta creciente tendencia. Pero no basta para explicar este fenómeno, dado que en Alemania la mayoría de los conversos es de origen iraní o afgano, pero también marroquí. Además se ha hablado de la diócesis de Hamburgo, pero no hay que olvidar a los catecúmenos de otras ciudades alemanas que no han sido contabilizados. En Europa hay, además, los registros franceses que hablan de cuatro mil bautizados al año, de los cuales el 4% se convierte desde el islam. Los datos más recientes de Austria, de abril pasado, nos hablan del bautismo de unos cuarenta sirios, afganos e iraníes. -En el caso de Hamburgo hay quien sospecha que los inmigrantes piden el bautismo para ser registrados como conversos con el fin de obtener asilo político. -Quien lo sostiene ignora los riesgos que corren las personas que se convierten. Además, entre los conversos franceses, por ejemplo, hay historias de hombres que después del bautismo se han convertido en sacerdotes o que han empezado a hablar de su fe con otros. -¿Qué obstáculos puede encontrar un musulmán que quiere convertirse? -Por una parte muchas familias rechazan a los propios miembros que abandonan el islam. Recuerdo la historia de un converso marroquí cuya familia celebró el funeral con un ataúd vacío. Posteriormente se hizo sacerdote. En cualquier caso, la legislación islámica de distintos países de Oriente Medio es un gran freno a la libertad religiosa porque prevé para los conversos la pérdida de la herencia o la condena por apostasía, castigada con la cárcel o incluso con la muerte.
-La Iglesia, ¿puede poner límites respecto a quien pide el bautismo?
-Hay sacerdotes que, justamente, actúan con cautela, pidiendo primero la lectura de algunos textos y empezando el camino del catecumenado. Otros tienden a esconder los bautismos para salvaguardar a los catecúmenos, sabiendo que hay personas bautizadas en Occidente que han sido mandadas al país de origen con la excusa de pasar allí las vacaciones y no han vuelto nunca más. Existe también el problema de las Iglesias católicas de algunos países de Oriente Medio que impiden las conversiones para no tener problemas con los gobiernos correspondientes. Conozco a personas que han sido rechazadas por la Iglesia católica y acogidas por la protestante, que no tiene relaciones institucionales con los gobiernos: esto es gravísimo porque no se debe rechazar nunca el bautismo. -¿Hay algo más que no está en las estadísticas? -Sí, los bautizados por la sangre y los bautizados de deseo. Los primeros son los mártires asesinados porque han sido descubiertos antes de poder recibir el bautismo. Los segundos son los que han deseado ardientemente entrar en la Iglesia pero que por circunstancias no han podido hacerlo. No se puede calcular cuántos son. Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).
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