«Tratado legal sobre los mudos», de 1550, primer libro sobre el tema, cultural y evangelizador
Un monje benedictino actual... quizá la lengua de signos de Fray Ponce de León nace de signos del silencio monástico |
4 octubre 2017
Recientemente ha finalizado en la Biblioteca Nacional de España (www.bne.es) la exhibición de la exposición “Manos con voz propia. Quinientos años de lengua de signos”, que ha conmemorado el décimo aniversario de la promulgación de la Ley 27/2007, por la que se reconoce la lengua de signos española (LSE) y la lengua de signos catalana (LSC).
La web oficial de la Biblioteca Nacional explica que en ella se conserva el primer manuscrito sobre el tema, "Tratado legal sobre los mudos”, de 1550, que, escrito por el Licenciado Lasso, pretendió defender los derechos sucesorios del segundo hijo del Marqués de Berlanga, de modo que pudiese heredar un mayorazgo a pesar de ser sordo.
La exposición ha contado con un número de elementos que, como suele ser habitual, no han puesto suficientemente de manifiesto la verdad histórica, es decir, científica, en virtud de la cual podría haberse ofrecido al visitante la posibilidad de descubrir la importancia que la Iglesia Católica ha tenido en relación a este lenguaje de los signos.
Un manual para enseñar a un "sordomudociego" de 1928 |
La Iglesia y el lenguaje de los mudos
Lo primero interesante de decir a este respecto tiene que ver con el libro "Tratado legal sobre los mudos, por el Licenciado Lasso”.
Se publicó a principios del siglo XX una edición crítica por con un estudio preliminar y notas de Alvaro López Núñez, que se encuentra en acceso gratuito en internet (aquí)
Álvaro López Núñez |
Lo primero que interesa decir es que el autor dedica su libro a José Marvá Mayer, científico católico cofundador de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Álvaro López Núñez fue su más importante biógrafo.
Álvaro López Núñez (1865-1936) fue académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y acérrimo defensor de la asistencia social, algo en lo que coincidió con José Marvá Mayer. Su postura política fue la democracia cristiana. Murió asesinado junto a su hija Esther al comienzo de la Guerra Civil Española.
El pequeño de una familia numerosa de ocho hijos, estudió y se licenció en Filosofía y Letras, tras lo cual se dedicó a la enseñanza privada en Palencia, León y Medina de Rioseco y a la literatura. Fue publicando sus obras literarias y fundando periódicos de inspiración católica tales como La Lectura Dominical o El Universo, este último con Rufino Blanco Sánchez, asesinado por progresistas del Frente Popular en 1936 .
Casado a los veinte años con la poetisa de Medina de Rioseco, Carolina Valencia Castañeda (1860-1954), tuvo seis hijos: tres varones, Federico (que fue primer jefe del Estado Mayor de África, luego gobernador militar de Huesca y acabó jubilándose en Canarias con un cargo similar), José María e Ignacio, y tres mujeres, Teresa, María y Esther, la última de las cuales fue fusilada, junto a su padre, en las tapias del cementerio de La Almudena por progresistas del Frente Popular, que nos quieren ahora hacer creer con la Memoria Histórica que defendían la ciencia, los mismos que dicen que la Iglesia Católica es enemiga de la misma.
Después de éste detalle, evidentemente con un contenido muy significativo para cualquier católico o persona de buena voluntad, el estudio crítico del libro de Lasso enfatiza algo de lo que Lasso no deja lugar a dudas; la identidad del creador mundial del lenguaje de signos, del cual él tomó y escribió todo lo que incluye a este respecto en su libro. El creador mundial del lenguaje de signos fue Pedro Ponce de León, monje benedictino.
Enterado Lasso –cuya identidad definitiva sigue siendo en parte un enigma, habiendo quien indica que se trataba también de un monje- de que fray Pedro había enseñado a hablar a un grupo de mudos mediante signos, acudió a donde ejercía tal actividad conviviendo con ellos, al Monasterio de San Salvador de Oña, es decir, un establecimiento eclesiástico que albergó la primera escuela de sordomudos del mundo.
El propio Licenciado Lasso llena su libro de alusiones a fray Pedro, de citas de san Agustín, los evangelios… es decir: el propio Lasso es un ferviente católico que, además nos presenta la obra de fray Pedro como eminentemente evangelizadora y demostradora de que los sordomudos son personas que pueden participar de la Eucaristía o recibir una herencia si llegara el caso.
Las primeras escuelas
Más o menos contemporáneo a fray Pedro vivió el gigante de la pedagogía española, san José de Calasanz.
Aspecto que todavía hoy puede contemplarse del estado ruinoso en el que quedaron las Escuelas Pías de san Fernando, de la obra de san José de Calasanz, tras una visita del Frente Popular
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Y es que en materia de pedagogía, por mucho que nos quieran hacer creer que antes de la Institución Libre de Enseñanza no hubo nada de provecho, eso sencillamente no cuela cuando se contrasta con la realidad.
En España fue la Iglesia Católica la que fundó las escuelas y las desarrolló, desde monásticas a episcopales, catedralicias, estudios generales y universidades, y la que en pleno siglo XX ha seguido esa intensa labor con personalidades docentes con enorme base científica tales como Ezequiel Solana, Andrés Manjón –cura católico- , Juan Zaragüeta –cura católico- , Víctor García Hoz –miembro del Opus Dei- . Algunos, como los mencionados Alvaro López Núñez, Rufino Blanco o el propio san Pedro Poveda fueron brutalmente asesinados por activistas del Frente Popular.
También fueron destrozadas instituciones educativas como las Escuelas Pías de San Fernando, que el progresismo de posguerra tuneó para que no fuera tan patente el desastre que sus ancestros habían organizado.
Este conjunto de datos bien podría haber constituido un folleto titulado Guía Católica para la Exposición Manos que hablan, para padres, educadores y gente de buena voluntad que además de aumentar su cultura hubiera podido aumentar su conocimiento sobre una realidad incontrovertible y científica de primera magnitud: la Iglesia Católica en España ha favorecido el desarrollo de la pedagogía mundial sin renunciar a la fe, precisamente porque su vocación máxima ha sido y es la de enseñar la verdad que es Cristo, que da sentido a todo lo demás.
(Alfonso Carrascosa es científico del CSIC)
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