| George Lamaître |
Sal Terrae-Comillas publica su biografía
Ciencia y religión: Dios oculto en todo cuanto existe
Comillas, 05 de marzo de 2016 a las 08:09
(José Manuel Caamaño, Comillas).- En 1616 la Congregación
del Índice, siguiendo las recomendaciones del Santo Oficio, emitía un
decreto que se puede considerar como la primera condena formal del
sistema copernicano. En él se suspendían no solo las obras de Copérnico,
sino también todas aquellas que divulgaran sus mismas ideas. Las
razones, de índole teológica y filosófica, eran que tanto la inmovilidad del sol como el movimiento de la tierra contradecían el sentido literal de las Escrituras.
Este sería uno de los momentos más importantes del posteriormente llamado «caso Galileo»,
el punto de partida más visible de la futura condena del gran
científico italiano seguidor y defensor de las teorías copernicanas, un
momento del que ahora se cumplen cuatrocientos años.
Lo cierto es que para la tradición judeocristiana, así como para
muchos teólogos y creyentes de distintas tradiciones religiosas, nunca
ha resultado fácil articular de forma adecuada lo que los textos
revelados narraban con lo que algunas teorías científicas describían -a
través de la observación- sobre el desarrollo y funcionamiento de las
leyes o modelos que rigen la vida y la totalidad del cosmos. Copérnico
y Galileo son solo algunos de los nombres más significativos de esta
compleja relación que tiene en Charles Darwin otro de sus momentos
simbólicos más recientes, porque además supusieron aquello que Freud
llamaba «ofensa al hedonismo humano» y que nos llevaron a la necesidad
de un auténtico replanteamiento de nuestro lugar en el conjunto del
cosmos.
Pero, probablemente, uno de los mayores problemas surgidos en esa
compleja relación entre la ciencia y la fe haya sido en torno al
misterio del origen del Universo, sobre todo desde el momento en el que
diversos científicos observan que las galaxias se alejan unas de otras
en una velocidad proporcional a su distancia, de modo que si
proyectáramos ese proceso al revés llegaríamos a un momento inicial
conocido como el Big Bang. ¿Dónde está, por tanto, el papel creador de Dios descrito en el Génesis?
¿Dónde el pecado original que la tradición cristiana tan bien ha ido
conceptualizando para explicar la propia condición humana? El conflicto entre ciencia y religión
era inevitable, y lo era sobre todo por el choque producido entre dos
posturas extremas representadas por el literalismo bíblico y por el
materialismo científico, y cuyo enfrentamiento sigue siendo actual tanto
en ciertos movimientos de corte fundamentalista como también en la
mente de algunos creyentes bienintencionados.
Quizá se pueda formular de múltiples formas, pero la pregunta que a
muchos les sigue inquietando es, por tanto, ¿cómo hablar de la creación
de Dios tan maravillosamente narrada en los primeros capítulos del
Génesis, y al mismo tiempo defender un origen material de un Universo en expansión continua?
Por eso resulta de gran interés la reciente publicación en español de la biografía del gran físico y sacerdote del siglo XX George Lemaître, uno de los padres de la cosmología actual y que además fue presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias (Ciencia y fe en el padre del big bang, George Lemaître, Sal Terrae-Upcomillas, 2015).
Pero semejante obra no es solo una biografía al uso, sino una narración de los conflictos internos y externos de un hombre apasionado por la investigación
y al mismo tiempo profundamente religioso que a lo largo de su vida
personal y académica fue forjando una comprensión articulada de la
relación entre la ciencia y la fe.
Por eso, quien se adentre en la lectura de esta obra escrita con rigor y abundante documentación por el físico y filósofo Dominique Lambert,
podrá no solo hacerse cargo de los desarrollos de una parte importante
de la física y de la teología del siglo XX, o incluso de la relación de
Lemaître con Pascal, Teilhard de Chardin, Einstein o Pío XII, sino
también, y quizá lo más interesante, adentrarse en la personalidad de
alguien en donde la relación entre la ciencia y la religión se hace
teoría encarnada en la propia vida, pues, en el fondo, los «dos caminos»
señalados por Lemaître no hacen sino conducirnos hacia ese «Dios
oculto» en todo cuanto existe.
Además, tras el minucioso estudio de esta gran figura de la ciencia
reciente, la obra se cierra con un capítulo que recoge una de las
últimas intervenciones escritas por el propio Lemaître titulada
«Universo y átomo», y en donde no solo sintetiza parte de sus
conceptos cosmológicos, sino que además nos permite comprobar de forma
sintética la forma en la que se articulaban en su persona los
descubrimientos de la cosmología con sus convicciones teológicas y
religiosas.
También en la misma colección
de Ciencia y Religión, que desde hace varios años viene editando la
Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia
Comillas con la editorial Sal Terrae, acaba de salir publicada la obra
editada por el Observatorio Vaticano Explorar el Universo, última de las periferias. Los desafíos de la ciencia a la teología
(Sal Terrae-Upcomillas 2016), y que seguramente será de gran ayuda para
aquellos interesados en esta compleja relación entre la ciencia y la
fe.
in
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