Murió a los 41 años a causa de un cáncer de mama
La casa de la familia Pakaluk era un imán para los niños del vecindario.
Ruth Pakaluk vivía en Worcester, Massachusetts (EE.UU) y era la madre que preparaba brownies para los niños del barrio después del colegio. Su casa siempre era el punto de encuentro para los juegos y la diversión de los más pequeños.
"Era como la 'Madre del barrio'", dice su marido, Michael Pakaluk, profesor de la Universidad Católica de América. National Catholic Register cuenta la historia de Ruth.
Atea, deportista... y artista
Para el Dicasterio para las Causas de los Santos, la vida de Ruth Pakaluk merece una investigación más profunda, para ver si algún día debería ser declarada santa.
La activista provida, conversa al catolicismo, madre de siete hijos y graduada de Harvard, falleció de cáncer de mama en 1998 a los 41 años. Ahora, la diócesis de Worcester, donde vivía en el momento de su muerte, cuenta con la aprobación del dicasterio para comenzar una investigación formal sobre su vida.
Ruth Van Kooy nació el 19 de marzo de 1957 en el norte de Nueva Jersey (EE.UU) y creció en Norwood, cerca de la frontera con el estado de Nueva York. De ascendencia mitad holandesa y mitad escocesa, asistió a una iglesia presbiteriana en su infancia.

Activista provida, conversa, madre de siete hijos y graduada de Harvard.
Fue una estudiante sobresaliente que tocaba el oboe, el violín y el bombo. También practicó hockey, cantó en coros regionales y, según la página web de su causa, "produjo, dirigió y actuó en numerosas obras de teatro y musicales".
Era atea ("o casi", escribe su esposo) y una entusiasta defensora del aborto legal cuando conoció a Michael Pakaluk, un compañero de segundo curso en Harvard College. Él se había criado en un hogar católico, pero también se consideraba "no creyente".
Aunque, ambos estaban comprometidos con la búsqueda de la verdad, lo que finalmente les llevó al cristianismo.
Se casaron tras su tercer curso de universidad, en una iglesia presbiteriana. Y para entonces comenzaron a ir a misa en una iglesia católica. Ruth se convirtió al catolicismo en la víspera de Navidad de 1980. Unos años más tarde, ambos se hicieron supernumerarios del Opus Dei.
En 1982, mientras Michael cursaba un doctorado en filosofía en Harvard, Ruth —por entonces una joven madre con un bebé— ayudó a fundar un grupo provida en Harvard. Se unió a la junta directiva de Massachusetts Citizens for Life en 1984 y, finalmente, fue su presidenta desde 1987 hasta 1991.
A principios de la década de 1990, Ruth organizó la oposición a un programa de educación sexual de Planned Parenthood, y logró que la junta local, que supervisa el distrito escolar, rechazara el programa. En 1993, un año después de la votación del comité, reclutó a una madre para que se postulara al comité escolar.
Un imán para los niños
"Una de las cosas que más me llama la atención de Ruth es su discreción. No era asertiva en sus relaciones personales. No era ostentosa ni agresiva. No era llamativa. Pero sí estaba en primera fila en los debates, era una mujer fuerte e imponente", dice su postulador.
En 1988, la pareja y sus cuatro hijos se mudaron a Worcester, a unos 72 kilómetros al oeste, donde Michael había conseguido un trabajo como profesor en la Universidad de Clark. Vivían "en un barrio pobre, en una casa con alfombras de hace cuarenta años y sin agua caliente corriente", describe Michael.
Max Pakaluk, su segundo hijo, ahora de 42 años, comenta que la casa de su familia era un imán para los niños del vecindario, muchos de ellos viviendo en hogares monoparentales con madres solteras, que se sentían atraídos por lo que Ruth preparaba generosamente.
A Ruth le preocupaba la brecha que veía entre sus hijos, que leían con frecuencia, y los niños del vecindario, que no lo hacían, por lo que exigía a los niños que visitaban la casa que leyeran un libro antes de poder salir.
"Aunque era muy culta e inteligente, para ella era una alegría quedarse en casa y cuidar de sus hijos. Y no pedía perdón por ello", dicen sus amigos.
"Nunca se escandalizó por nada de lo que hicieran sus hijos. Tenía una visión muy clara de la condición humana. Los niños pueden hacer todo tipo de cosas, y no sirve de nada fingir sorpresa y disgusto. Eso solo empeora las cosas", decía.
"Era una persona muy reflexiva. Elegía sus palabras con cuidado. Era una maestra nata. Tenía una gran formación y conocía muy bien su fe", añaden.
Ruth, además, iba a misa diaria por dos razones: una personal, relacionada con la muerte súbita de su hijo pequeño Thomas en noviembre de 1989, y otra "universal".
"Ella me dijo que ir a misa y recibir la comunión diaria era lo más cercano que podía estar de Thomas mientras aún estaba en esta tierra", dice su amigo Cheffers.

Tenía una gran formación y conocía muy bien su fe.
La segunda razón: "Los dos acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad —la Encarnación y la redención— tienen lugar en cada misa. ¿Para qué querría estar en otro sitio?", solía decir Ruth.
Ruth iba a misa diaria en la Catedral de San Pablo, y, después, se quedaba una hora rezando, dijo el obispo Richard Reidy, que ahora dirige la Diócesis de Norwich, Connecticut (EE.UU), pero que en ese momento era rector de la catedral de Worcester y cura de la familia Pakaluk.
En octubre de 1991, a Ruth le diagnosticaron cáncer de mama, que finalmente se extendió a otras partes de su cuerpo. Vivió con él unos siete años.
Sin embargo, su hijo Max no recuerda que su vida cambiara mucho hasta que su madre quedó postrada en cama poco antes de morir. "Creo que intentó no darle mucha importancia. Simplemente intentó actuar como si no pasara nada", dijo Max.
Siguió viajando con la familia, como a la Marcha por la Vida en Washington, D.C., en 1998, el año en que murió, poco después de un ciclo de quimioterapia.
"Cuando supo que tenía cáncer terminal, es asombroso con qué calma lo tomaron todo, supongo que esa es la fe", dijo su suegra, Valerie Pakaluk, de 92 años. "La forma en que afrontó su enfermedad fue extremadamente heroica", añadió su hijo Max.
Según Max, su actitud era: "No voy a dar ninguna señal de que estoy enferma. No voy a ser el centro de atención. No voy a causar problemas. Y, sobre todo, no voy a ser la razón por la que mis hijos no tengan una vida normal".
Un mes antes de su muerte —el 23 de septiembre de 1998— Ruth animó a su esposo Michael a volver a casarse, incluso se centró en una candidata, "sugiriendo con calma" que Catherine Hardy, estudiante de posgrado de Harvard, cuyos padres eran amigos de la familia, y cuyo segundo nombre es Ruth, "podría ser la indicada para criar a sus hijos".
"Respiró hondo y dijo: 'Hace mucho tiempo que pienso que Catherine Hardy sería una buena esposa para ti, y ahora veo que se ha mudado a Cambridge'".
Catherine Pakaluk , como se la conoce ahora, se casó con Michael en agosto de 1999. Es economista y profesora asociada en la Universidad Católica de América, donde Michael, de 67 años, es catedrático de economía política. Catherine y Michael tienen ocho hijos. Michael y Ruth, 32 nietos.
"Siempre tuve la convicción de que sería canonizada", comentó Michael Pakaluk, quien afirmó estar colaborando con la causa. "Ella es un gran ejemplo, alguien a quien admirar".


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