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domingo, 4 de agosto de 2019

Abortó dos veces y participó en varios más, pero fue una ecografía la que abrió sus ojos a la verdad

Leslie Dean es enfermera, activista provida y realiza ecografías a chicas que quieren abortar


Leslie Dean realiza ahora ecografías a mujeres que se plantean abortar, y al igual que le ocurrió a ella muchas se sorprenden al escuchar el latido de su bebé




Leslie Dean es activista a favor de la vida y una de las coordinadoras de Silent No More's Awareness Campaign, que conciencia sobre la realidad del aborto. Y lo hace con convicción pues ella misma en el pasado fue víctima de las graves consecuencias de acabar con la vida de un hijo. Abortó no una vez sino dos, pero además siendo enfermera participó en varios más observando en primera persona como algunos de estos bebés nacían vivos y eran arrojados a la basura hasta que morían.
Fue Dios el que salió a su encuentro para sanar sus graves heridas y ahora ella intenta a través de su propia experiencia evitar que otras mujeres caigan en los mismos errores que cometió de joven.
En un artículo que firma en The Daily SignalLeslie explica por qué apoya la ley provida que ha aprobado el estado de Alabama y que prohíbe el aborto en cualquier etapa del embarazo, excepto si la vida de la madre corre peligro.
Un pasado abortista
“Mis dos abortos habrían sido ilegales según la nueva ley de Alabama”, afirma Leslie, que además señala que ha recorrido “un largo camino para llegar a esta posición”. Esta mujer cuenta que de joven fue proabortista y recuerda cómo en 1972 se unió a una marcha a la salida del instituto para protestar por el veto que se había hecho a Planned Parenthood para dar una charla en su escuela.
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Leslie posa contenta junto a su nieta / Facebook
Pero su verdadero contacto con el aborto se produjo poco antes de recibir su título de Enfermería. Hacía prácticas en un hospital de Maryland y en el turno de noche le pidieron que ayudara a un médico cuando de repente se encontró con que estaban realizando abortos en el segundo trimestre del embarazo.
“Había tres mujeres allí: todas habían recibido inyecciones de solución salina en el útero y luego se las había puesto oxitocina para estimular las contracciones”, recuerda ella. Acompañó sobre todo a una de estas chicas. Tenía 29 años y la noche anterior había encontrado a su esposo con otra mujer en la cama. Como venganza había decidido abortar pero diciéndole a él que había sido un aborto espontáneo provocado por el inmenso dolor que le había hecho pasar por su infidelidad.
El bebé arrojado aún vivo a un cubo
El bebé tenía 20 semanas, y el cuerpo del pequeño estaba muy quemado por la solución salina, pero aún estaba vivo. El médico levantó al bebé para ver si tenía la mirada fija, pero en ese momento la madre vio a su pequeño y empezó a gritar sin control: “Oh Dios mío, ¿qué he hecho?”. El doctor poco después dejó caer al bebé en un cubo. “Lo vi moviéndose y jadeando para respirar, y luego murió”, cuenta Leslie.
Tras acabar su turno llegó a su casa completamente enferma e indispuesta pues ocho meses antes ella estaba embarazada y había decidido con su esposo abortar para así acabar la carrera. Leslie relata que “ese matrimonio terminó, como suele ser el caso en las relaciones que involucran el aborto. Me volví a casar, tuve un hijo, y cuando pronto quedé embarazada de un segundo, mi esposo afirmó que no estaba listo y aborté nuevamente”.
En el segundo aborto ella asegura que luchó por seguir adelante con el embarazo pero él amenazó con dejarla y finalmente cedió. Cuando fue al abortorio tenía en su retina aquel aborto que presenció haciendo las prácticas de enfermería. Pero el médico le dijo que el bebé no tenía latido ni forma humana. Ya tranquilizada, practicó el aborto a esta mujer.
La verdad que muestra una ecografía
Sin embargo, dos años más tarde volvió a quedar embarazada, y esta vez su marido sí quería tener este hijo. “Me mostraron una ecografía de mi bebé de la misma etapa en la que aborté a los otros dos. Tenía brazos, piernas, un latido distinto (separado del mío), y sobre todo, se movía constantemente mientras lo observaba”, recuerda de aquel momento.
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Entonces se dio cuenta de todo. Leslie afirma que “el horror que sentí cuando me di cuenta de que me habían mentido, no una, sino dos veces, y por diferentes médicos, fue abrumador. El arrepentimiento fue aplastante. Y la ira era inconmensurable”.
En aquel momento de tanto sufrimiento y pena, esta mujer encontró “el perdón cuando un querido amigo me presentó a Jesús. Encontré la curación en un grupo de recuperación post-aborto e hice el propósito de que no mentirían ni engañarían a otras mujeres como lo habían hecho conmigo”.
"¡No es mi cuerpo, es el suyo!"
Ahora es jefa de enfermería en un centro de embarazos y realiza ecografías a las pacientes que acuden a su clínica en busca de ayuda. “Diariamente veo la conmoción, y luego las lágrimas de las mujeres cuando se dan cuenta de que el niño al que iban a abortar está vivo y se mueve dentro de ellas”.
De hecho, nunca olvidará lo que le dijo una adolescente de 16 años que iba a abortar. Leslie consiguió que se hiciera una ecografía antes y entonces esta joven dijo: “¡El corazón del del bebé es mucho más rápido que el mío! ¡Tiene su propio latido, separado del mío! ¡No es mi cuerpo, es el suyo!”.
Por ello, Leslie está convencida de que “las mujeres necesitan saber la verdad” y “merecen tomar una decisión informada de algo tan importante. Merecen conocer los hechos y no los puntos a favor del aborto que están plagados de mentiras y engaños. Se merecen toda la verdad”.

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