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quinta-feira, 2 de agosto de 2018

El milagro de Durango: el rector de Guadalupe-Chicago, en el avión, sacaba a los incapacitados

Historias de fe de los supervivientes: 103 estrellados, el avión explota, ningún muerto


El milagro de Durango es como se le recordará, ya que no hubo ninguna víctima mortal...


El avión se estrelló con más de cien personas y ninguna murió. "Han sobrevivido 103 personas a una muerte más que probable. En Durango se ha producido un milagro. En eso coinciden hasta los no creyentes", afirma la crónica de El País, un periódico poco dado a las efusiones religiosas. 
Sucedió el martes 31 de julio: el avión de Aeroméxico se estrelló pocos minutos después de despegar del Aeropuerto Guadalupe Victoria en Durango (México). 
Al confirmarse que no había muertos, la arquidiócesis de Durango publicó un tuit para pedir oraciones “por los lesionados del vuelo AM2431 operado por Aeroméxico”. “Que Dios misericordioso les conceda la salud y dé paz a sus familiares. Oramos también por todos los cuerpos de rescate y médicos, para que obren con sabiduría”, expresaba la nota.
Después se supo que en el avión viajaban 99 pasajeros y cuatro tripulantes. La prensa local informó que entre los heridos habría 12 en estado crítico
Un sacerdote que intentaba ayudar a los heridos
Entre los supervivientes del accidente se encuentra el padre Esequiel Sánchez Arambula, natural de Durango y rector del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (www.solg.org) en Des Plaines (Chicago, EEUU). Estaba en México celebrando su cumpleaños con su familia.
En El País dan más datos sobre su situación. "Están a punto de pasarlo a quirófano. Su voz pesa toneladas y apenas se escucha por el efecto de los analgésicos. El sacerdote Ezequiel Sánchez, de 50 años, tiene una muñeca rota y el brazo izquierdo fracturado por diferentes puntos. Le han dicho que le van a colocar una placa de metal. Le hace gracia: "Ahora seré el padrecito biónico".
"Muchos conocidos viajaban en ese avión —él calcula que eran unos 15— para acudir a la fiesta que le habían preparado en un pequeño municipio de Durango, su tierra natal. Este martes tenían el regreso a Estados Unidos, con escala en la capital mexicana", añade el periódico. El sacerdote explica, además, que él sabe de pilotar aviones.
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"Sánchez todavía no se explica cómo están vivos: "Había una posibilidad muy pequeña de sobrevivir", reconoce. Él, sentado en el primer asiento del avión, se percató desde el despegue de que la aeronave no tenía la suficiente fuerza como para resistir a aquel viento. Y sospechó que algo no andaba bien en los motores: "Si el avión hubiera seguido subiendo, hubiera requerido más maniobra, probablemente habría tenido que girar y hubiéramos acabado todos atrapados dentro con todo ese combustible".
El sacerdote tiene grabada la imagen del avión calcinado. "Yo intenté sacar a toda la gente que pude. Pero no sabía si había todavía alguien más ahí quemándose y en ese momento ni te podías acercar porque solo respirar ese aire te quemaba los pulmones". "Fue un milagro, claro que sí. Pero yo no me considero un privilegiado, porque hay gente que tiene accidentes y no sale. Es un error decir que Dios me hizo a mí o a nosotros nada más el milagro. Fue simplemente una oportunidad".
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Ezequiel, con el brazo herido pero caminando por su propio pie, cuando llegan los sanitarios

Oraciones desde el santuario de Guadalupe en Illinois
Su compañero, el padre Manuel Padilla, vicerrector de este joven santuario mariano, explicó, en declaraciones recogidas en Aciprensa: “En general está bien, nos pide que recemos por él y por los demás pasajeros del avión”. Añadió que el P. Sánchez tiene un brazo fracturado y que aún no se sabe cuándo le darán de alta.
El padre Padilla también ha difundido un vídeo en Facebook agradeciendo “a nuestra Madre la Virgen de Guadalupe por la probable intervención que tuvo en el accidente aéreo” en el que “gracias a Dios, ninguno pereció”. 
La Arquidiócesis de Chicago también emitió un comunicado para informar que el sacerdote “sufrió algunas lesiones, pero estamos agradecidos de saber que está alerta y descansando. Oramos por el Padre Sánchez y por todos los afectados por este accidente aéreo”.
Un santuario con siete misas el domingo, seis en español
Según informa el santuario en su sitio web, el P. Sánchez nació en Chicago de padres inmigrantes mexicanos originarios de Durango. Fue ordenado sacerdote en 1995 y rector del santuario en 2016. En el santuario de Des Plaines hay una misa diaria a las 7:00 de a tarde y siete misas los domingos, seis de ellas en español. En las fiestas marianas atrae gran multitud de peregrinos hispanos.
El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines, Illinois, comenzó cuando en 1987 el señor Joaquín Martínez adquirió una estatua de la Virgen de Guadalupedurante una visita a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México. Cuando la estatua llegó a Chicago, este devoto y otros feligreses llamados “Amigos de Nuestra Señora de Guadalupe” decidieron comenzar una misión por la cual la imagen empezó su peregrinación a varias parroquias y casas de familia para fomentar la devoción guadalupana en Chicago. En 1988 encontraron un lugar fijo y en 1997 se bendecía como "Cerrito del Tepeyac de Chicago". (Más información sobre este santuario, en español, en www.solg.org).
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Otros supervivientes hablan de milagro
Delia Arrieta, otra accidentada, profesora de la Universidad de Juárez (en Durango), no niega el milagro pero añade que lo que salvó después muchas vidas fue la decisión de todos de correr tras el choque y de sacar a los heridos y alejarse. "Cuando vi las llamas del avión y lo escuché explotar, ahí sí me desmoroné. Dije: "¡Dios santísimo, podría haber estado yo también en la explosión!"".
Otro superviviente que habla de Dios es Rómulo Campuzano, de 61 años, secretario general del Partido Acción Nacional (PAN) de Durango. Había rezado mucho en la iglesia el domingo, porque volaba para que le practicaran una operación de corazón. "En cualquier momento nos podemos morir. Yo pensaba que donde iba a correr peligro era en el quirófano y la verdad es que ayer a las tres y media de la tarde estuve a punto de morirme", cuenta.
Pudo salir de los primeros por la puerta de emergencia que abrió una azafata a la que llama "un ángel de la guarda". Y añade: "Debemos darle las gracias a Dios porque iluminó al piloto, que supo cómo maniobrar en un momento difícil y encima es el más lastimado". "Si esto me tocó vivirlo a mí, pues bendito sea Dios. Qué bueno que me hizo parte de este milagro", comenta.


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