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quarta-feira, 25 de outubro de 2017

Quedó dormido, soñó con Tierra Santa y llegó allí para difundir un asombroso hallazgo arqueológico

25 octubre 2017


Jesús García, veterano periodista y escritor, explica
lo que encontró en Tierra Santa
El pasado sábado 21 de octubre el periodista, escritor y comunicador Jesús García  participó con su testimonio en la inaguracion de la tercera temporada de la Vigilia de testimonio, adoración y alabanza  Asalto al Cielo, organizada mensualmente por el sacerdote de la diocesis de Getafe Álvaro Cárdenas, párroco de la Asunción de Nuestra Señora, de Colmenar del Arroyo, en la Sierra Oeste de Madrid.

Ha sido la segunda vez en la que Jesus García ha participado con su testimonio en esta vigilia.
En su primera ocasión compartió la experiencia de su conversión y vuelta a la Iglesia, desde su decepción de ésta hasta que la Virgen lo llamó con amor en Medjugorie.

En esta segunda ocasión ha compartido la experiencia del amor y del cuidado providente de Dios en su vida desde el momento en que comenzó a fiarse de Dios y a poner todo en sus manos. La ocasión para compartir su testimonio ha sido su última aventura como escritor.

Oró y soñó con Tierra Santa
Era a finales del verano de 2013. Como todo escritor que termina una libro se preguntaba cuál sería el tema de su siguiente obra. Como suele hacer, rezó, poniendo su siguiente trabajo en manos de Dios.

Un miércoles fue a una vigilia de oración. Durante la adoración eucarística cayó unos minutos en un apacible sueño. Cuando se despertó una certeza se había apoderado de él: escribiría sobre Tierra Santa.

Al mes siguiente se casó, y como parte de su viaje de novios visitaron Tierra Santa. Allí se reencontró providencialmente con el sacerdote mexicano Juan Solana, que había conocido en una ocasión anterior. Éste les contó uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología judeocristiana de los últimos 150 años del que él había sido protagonista en primera persona. El hallazgo se realizó sobre un terreno que había comprado para construir una iglesia al borde del lago de Galilea, Tiberiades o de Genesaret, como suele llamarse también. Era ni más ni menos que la ciudad de Magdala, donde Jesús paseó por sus calles, donde predicó en su sinagoga y en sus plazas, y en donde vivió la señalada discípula de Jesús María Magdalena. Todo maravillosamente conservado y como era en tiempos de Jesús.

El testimonio de Jesús García versó sobre la asombrosa guía providente de Dios en su vida, que le condujo, a través de inesperados, sucesivos y significativos acontecinientos, a escribir El proyecto Magdala. Un descubrimiento del siglo I para el hombre del tercer milenio” (véalo aquí), y los providenciales caminos que condujeron al P. Juan a Tierra Santa, a Magdala, y a verse inmerso, sin haberselo podido nunca imaginar, en una aventura tan excepcional.


María Magdalena y la arqueología
Aprovechó la ocasión para apuntar dos temas que han salido a la luz a raiz de este trascendental hallazgo y que están despertando un nuevo interés:

  • La personalidad de María Magdalena, la significativa posición que ocupó en la comunidad de discípulos fundada por Jesús y la luz que este papel de María Magdalena aporta al papel de la mujer en la Iglesia.
  • El extraordinario valor de una piedra encontrada en la sinagoga de Magdala, única en toda la arqueología del siglo I de Tierra Santa. Piedra que representa, en un lugar de oración judio como es una sinagoga, el templo de Jerusalén, cosa que los judíos tenían prohibido por respeto a la santidad de Dios que moraba en el Templo de Jerusalén.
Jesús García indicó que este descubrimiento ha llevado a los expertos a afirmar que esta piedra es "el eslavón perdido" entre el Israel de la primera Alianza y la comunidad cristiana de la nueva Alianza, y que revela una comunidad judía cuya fe ha evolucionado profundamente tras el paso de Jesús por ella; una comunidad que ya no cree que Dios esté solo en Jerusalén, o que sólo allí se le pueda adorar, sino que está y puede ser adorado allí donde en nombre suyo y de Jesucristo se reunen los fieles para orar.

Todo un excepcional descubrimiento para comprender mejor tanto el judaísmo como el cristianismo del siglo primero y una preciosa ocasión para el diálogo entre judíos y cristianos.

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