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sexta-feira, 19 de maio de 2017

El presidente surcoreano, devoto del Rosario, hizo bendecir su nueva residencia el día de Fátima

18 mayo 2017


Moon Jae-in es presidente de Corea del Sur desde el 10 de mayo.
El nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-in, llamó a un sacerdote para que bendijese la residencia presidencial en Seúl, denominada Casa Azul, nada más ocuparla. Es además el lugar donde tiene su despacho oficial y donde se recibe a los jefes de Estado extranjeros que visitan el país.


Moon es católico practicante, y el 25 de abril, en un debate televisivo durante la campaña electoral, afirmó que no tiene "ninguna intención" de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Cuando le preguntaron por la homosexualidad, respondió: "No me gusta", aunque dejó claro que es contrario a toda discriminación.

La Cheongwadae o Casa Azul es la residencia oficial de los presidentes de Corea del Sur.

El 9 de mayo fue elegido con el 40,08% de los votos, al día siguiente fue proclamado por la Asamblea Nacional, y el 13 de mayo, festividad de Nuestra Señora de Fátima, al ocupar la Casa Azul llamó al padre Paolo Ryu Jong-Man para que la bendijese. El padre Pablo es párroco de la iglesia de la Santísima Trinidad, en el barrio de Hongje-dong, donde Moon residía desde el pasado mes de enero.
Acompañado de algunas religiosas, el sacerdote acudió el sábado a la Casa Azul “para impartir la bendición de Dios sobre personas, lugares y cosas”, según informa Fides. También impuso las manos sobre el presidente, de 64 años, y su esposa, Kim Jeong-suk, con quien tiene dos hijos.

El presidente surcoreano junto con su esposa, el sacerdote que bendijo la residencia, y algunas religiosas que le acompañaron.

Imploró para el nuevo presidente “sabiduría como la del Rey Salomón” y le dio un consejo: “Antes de tomar cualquier decisión, rece al Espíritu Santo, que descenderá sobre usted y le dará Su luz y su fortaleza”.
Según el padre Paolo, el presidente Moon, a quien conoce bien, es “un hombre muy humilde, abierto y piadoso”, y lleva siempre en el dedo anular izquierdo una decena del Rosario, fruto de su gran devoción a la Santísima Virgen.
El sacerdote regaló al matrimonio un cuadro inspirado en el tema de la paz.


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