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terça-feira, 4 de abril de 2017

Italia: en la zona del terremoto de 2012, el Papa llevó un mensaje de esperanza

El papa Francisco viajó este domingo a la ciudad italiana de Carpi y Mirándola, en el noreste de Italia


Mapa del centro histórico de Carpi
Mapa del centro histórico de Carpi
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 3 Abr. 2017).- Decidir de qué parte del sepulcro estar, donde Jesús que es resurrección y vida, o en la de Lázaro antes de la resurrección, donde huele a sepultura. Este fue el mensaje central que el papa Francisco llevó este domingo a las poblaciones de las zonas de Italia que sufrieron el terremoto de 2012, visitándola ciudad italiana de Carpi y la de Mirandola.

El Santo Padre partió a las 8.15 en helicóptero del Vaticano y llegó a la ciudad de Carpi en el campo de rugby “Dorando Pietri”, donde fue recibido por las autoridades civiles y religiosas. Allí el alcalde de Carpi, Alberto  Bellelli, le regaló al Santo Padre un ladrillo del Campo de concentración de Fossoli, del fascismo y nazismo, durante la II Guerra mundial.

Poco después el Papa llegó al la Piazza Martiri (Plaza de los Mártires), donde a las 10.30, presidió la celebración eucarística. Recordando en la homilía el milagro de la resurrección de Lázaro el Papa señala a esta población que se levanta después del terremoto de 2012, una frontera: “Por una parte está la gran desilusión, la precariedad de nuestra vida mortal que, atravesada por la angustia de la muerte, experimenta a menudo la derrota, una oscuridad interior que parece insuperable”. Y “por la otra, está la esperanza que vence la muerte y el mal y que tiene un nombre; la esperanza se llama: Jesús. Él no trae un poco de bienestar o algún remedio para alargar la vida, sino que proclama: ‘Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí aunque muera, vivirá’. Por esto dice: ‘quitad la piedra’ y grita a Lázaro con voz fuerte: ‘Sal’”.

Concluye así que “también nosotros estamos invitados a decidir de qué parte estar. (…)  Hay quienes se dejan encerrar por la tristeza y quienes se abren a la esperanza. Hay quienes se quedan atrapados en las ruinas de la vida, y quienes, como vosotros, con la ayuda de Dios, reconstruyen con paciente esperanza”.

Concluida la santa misa le siguió la oración del Ángelus, en la que el Papa expresó dolor por el alud en Colombia; refiriéndose a los recientes disturbios en Venezuela y Paraguay pidió apertura al diálogo y evitar la violencia, y bendijo cuatro piedras fundamentales de edificios que se construirán en Carpi, al mismo tiempo que entregó una piedra de un templo destruido en Irak, para reconstruir Carpi.

El Santo Padre prosiguió el itinerario y poco después de medio día tuvo un encuentro en la capilla del seminario con los sacerdotes diocesanos, los religiosos, religiosas y los seminaristas, donde el Papa improvisó unas palabras, almuerzó con ellos y después se detuvo unos minutos en la catedral.

Por la tarde el Pontífice partió al cercano pueblo de Mirándola y las poblaciones afectadas por el terremoto a las cuales dirigió unas palabras. “En esta ciudad vuestra, que tiene aún las señales visibles de una  prueba tan dura, quiero abrazarles, así como a los habitantes de otras zonas afectadas por el terremoto de mayo de 2012.  Ya mi venerado predecesor, el Papa Benedicto XVI, pocas semanas después de aquel evento vino a  este territorio para traer  su solidaridad y aliento personales”, recordó Francisco.

“Pienso en todo lo que han sufrido, las heridas, en las casas, en las actividades productivas, en la iglesias y otros monumentos cargados de historia, arte, símbolo de la espiritualidad y de la civilización de todo un pueblo”. Sin olvidar las heridas internas de los seres queridos que han perdido”. Indicó saber que las cicatrices se quedarán por toda la vida y mirándolas, exhortó, “tengan el valor para crecer y hacer que vuestros hijos crezcan con esa dignidad”.

Al final del encuentro, se dirigió en automóvil a la plaza de la catedral de Mirandola, otra de las poblaciones afectadas por el terremoto, desde allí a la parroquia de San Giacomo in Roncole para depositar una ofrenda de flores en el monumento situado en la zona adyacente a la parroquia, en recuerdo de las víctimas del movimiento telúrico.

Concluida la visita y después de despedirse de las autoridades, minutos ante de las 18 horas, el helicóptero que llevaba al Papa despegó del campo de deportes adyacente a la parroquia para regresar a Roma, donde llegó al el helipuerto del Vaticano poco después de una hora.

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