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quinta-feira, 23 de março de 2017

Un bello anuncio de pasteles envasados transmite la doble visión cristiana sobre el rostro de Dios

Su autor es el joven director judío Meir Kay

Un niño sale de casa dispuesto a encontrarse con Dios: es el punto de partida de este anuncio en forma de corto.
C.L. / ReL 22 marzo 2017

Meir Kay es un joven judío neoyorquino de 27 años, director y productor de cine y orador motivacional, cuyos vídeos han recibido ya más de doscientos millones de visitas con unos mensajes que él mismo define "de alegría, positividad y amabilidad".


He aquí, por ejemplo, su dramatización del célebre ejemplo del bote de mayonesa sobre las prioridades en la vida y la gestión del tiempo:


Una de sus últimas producciones se titula Eating Twinkies with God [Comer Twinkies con Dios], en la práctica un spot comercial de esa marca de pasteles infantiles envasados:


Para promocionarlos, Meir ha elegido un mensaje de honda significación religiosa, y específicamente cristiana. Lo mejor es verlo antes de comentarlo, para no desvelar su contenido:


En el Evangelio, Jesucristo nos enseñó dónde descubrir su rostro cuando Él se hubiera ido: en el rostro de los necesitados: "En verdad os digo, cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25, 31-46).

De esta forma se resolvía una de las paradojas del Antiguo Testamento, señalada por Benedicto XVI en una de sus últimas catequesis de los miércoles antes de renunciar al pontificado: "En todo el Antiguo Testamento está muy presente el tema de la «búsqueda del rostro de Dios», el deseo de conocer este rostro, el deseo de ver a Dios como es; tanto que el término hebreo pānîm, que significa «rostro», se encuentra 400 veces, y 100 de ellas se refieren a Dios: 100 veces existe la referencia a Dios, se quiere ver el rostro de Dios. Sin embargo la religión judía prohíbe totalmente las imágenes porque a Dios no se le puede representar, como hacían en cambio los pueblos vecinos con la adoración de los ídolos. Por lo tanto, con esta prohibición de imágenes, el Antiguo Testamento parece excluir totalmente el «ver» del culto y de la piedad.

»¿Qué significa, entonces, para el israelita piadoso, buscar el rostro de Dios, sabiendo que no puede existir ninguna imagen? La pregunta es importante: por una parte se quiere decir que Dios no se puede reducir a un objeto, como una imagen que se toma en la mano, pero tampoco se puede poner una cosa en el lugar de Dios. Por otra parte, sin embargo, se afirma que Dios tiene un rostro, es decir, que es un «Tú» que puede entrar en relación, que no está cerrado en su Cielo mirando desde lo alto a la humanidad. Dios está, ciertamente, sobre todas las cosas, pero se dirige a nosotros, nos escucha, nos ve, habla, estipula alianza, es capaz de amar. La historia de la salvación es la historia de Dios con la humanidad, es la historia de esta relación con Dios que se revela progresivamente al hombre, que se da conocer a sí mismo, su rostro".

El Papa Ratzinger explicaba que la Encarnación había resuelto la paradoja: Dios ya tenía rostro, el rostro de Jesucristo. Y fue Él mismo quien nos invitó luego a ver Su rostro en el de aquellos que tienen hambre o sed, necesidad de abrigo, de techo, de consuelo. Es lo que ha entendido a la perfección el niño protagonista del vídeo.

Y es también lo que ha entendido, pero en el sentido opuesto, la mujer sin techo con quien el pequeño comparte su merienda. En la Carta de Santiago (1, 17), el apóstol nos invita también a ver a Dios en todo lo bueno que recibimos, incluidos unos Twinkies: "Toda dádiva buena y todo don perfecto, de arriba desciende, del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variaciones".

Ver a Dios en aquel a quien damos, ver a Dios en aquel que nos da: es el doble rostro del Dios del Nuevo Testamento, presentado en este anuncio por un seguidor de la Torá.

Quien, por cierto, lo puso en práctica invitando a cuatro sin techo a ver con él en un glamuroso establecimiento la final de la Superbowl:


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