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quinta-feira, 23 de março de 2017

Llegó a Chad sin apenas experiencia y tuvo que hacer cesáreas y cirugías sin luz y a 40 grados

ReL  22 marzo 2017

Justo de la Fuente es médico y Misionero Idente en
Camerún; antes estuvo en Perú y Chad
Justo de la Fuente es un misionero veterano, que acumula más de 40 años en misión, entre Perú, Chad y Camerún. Nació en Bárcena de Pie de Concha (Santander, 1956). Cuando tenía 19 años y estudiaba Medicina en la Universidad de Cantabria le hablaron de los Misioneros Identes (www.idente.org), a los que conoció y se unió. Lo han entrevistado en El Diario Montañés.

–¿Qué labor ha desempeñado en estos países?
–Como médico, me especialicé en Dermatología y trabajé en Perú en zonas andinas en las que estaba Sendero Luminoso [el sanguinario grupo terrorista maoísta, nota de ReL]. Nuestro trabajo de control de lepra y otras enfermedades tropicales no fue fácil. En el Chad me dediqué al control del sida en medio de una gran pobreza y unas condiciones duras que me obligaron a sacar lo mejor de mí y que desconocía.

–¿A qué se refiere?
–Te pondré un ejemplo: había días que veía morir a 12 niños de paludismo. Pasaba visita por las mañanas en el hospital y cuando volvía por la tarde, eran ya otros niños los que ocupaban sus camas.

–¿Qué ha sido lo más duro?
–¿Se imagina la población de Santander atendida sólo por dos médicos? Así están las cosas. Llegué sin apenas experiencia y tuve que hacer cesáreas y cirugías sin luz y a 40 grados. Cada día era como morir para resucitar al día siguiente, aprendiendo de los errores. Así viví durante once años.

–¿Con qué frecuencia viene a España?
–Voy a Cantabria para mis controles médicos anuales de varios cánceres que he padecido y aprovecho para tocar las puertas de mis hermanos sacerdotes cántabros que hacen todo lo que pueden para ayudarnos. También quisiera que se abrieran las puertas de las instituciones civiles cántabras: ya sé que la coyuntura no es la mejor, pero por muy mal que estén las cosas ahí, nunca serán peores que las que viven los pueblos africanos a los que tengo la obligación de ayudar.

–¿Cuándo llegó a Camerún?
–Llegué a este país en 2008, donde trato a enfermos de albinismo, aunque la mayor parte de mi labor es como sacerdote con los universitarios de la ciudad de Soa, con 45.000 estudiantes para los que apenas hay infraestructuras. Nuestra misión es dar esperanza a todos los estudiantes africanos, para quienes hemos habilitado salas de estudio y alojamiento en la parroquia.

El Diario Montañés destaca que hay 117 misioneros cántabros en activo y otros 45 que están en España por edad avanzada, enfermedad o en otras funciones. De ellos, 84 sirven en América Latina, sólo 12 en África. De los 117, 113 son religiosos de distintos institutos y cuatro pertenecen a la diócesis cántabra. Son 67 mujeres y 59 hombres.


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