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quarta-feira, 15 de março de 2017

Jennifer ha tenido cuatro hijos: de haber seguido el consejo médico, tal vez solo habría nacido uno

La otra realidad del aborto, lejos de los abortorios
A la izquierda, Jennifer con Dan, su marido. A la derecha, la hija mayor de ambos, Julianne, sostiene en brazos a su hermana Faith en las horas que vivió.

ReL  15 marzo 2017

Una parte de los abortos se producen, al amparo de la legislación que permite el llamado aborto eugenésico, por consejo médico relativo a la salud del feto, lo que para muchas madres supone la razón única por la que se someten a esa traumática y violenta separación de su hijo. Otras madres, sin embargo, resisten esa presión y apuestan por conservar su vida, y eso independientemente de que el resultado final se ajuste o no -porque muchas veces no se ajusta- a la previsión del doctor.

Jennifer Frey, fotógrafa de profesión y madre de cuatro hijos, contó para Salvar el 1 lo que pasó con su segundo embarazo:

Me quedé prendada de la niña...
Me llamo Jennifer Frey. Me gustaría compartir un trocito de mi corazón con ustedes y éste se llama Faith Elizabeth, mi hija.

Antes de contarles nada, me gustaría confesar que no siempre he sido pro-vida. De hecho, fui muy pro-elección [pro-choice] hasta que los hijos entraron en mi vida. Recuerdo que en la escuela secundaria hice un trabajo sobre el tema del aborto. Siendo la adolescente ingenua que yo era, pensaba que los casos extremos de violación o la salud de la madre o el bebé eran razones válidas para abortar.

No había pensado mucho en el tema del aborto hasta que tuve hijos, en particular mi segunda hija. Todos mis hijos han cambiado mi vida, pero ella es la que transformó lo más profundo de mi corazón.


 
Un diagnóstico muy duro 
En el embarazo de mi segundo bebé y tras el ultrasonido [ecografía] de las 20 semanas recibí una noticia devastadora. Nuestro bebé tenía anencefalia. Y escuché unas palabras que nunca había oído antes: "Incompatible con la vida".

El médico se negó a mostrarnos más imágenes del bebé para "no herir nuestros sentimientos". No nos dijeron el sexo del bebé y nos enviaron a un especialista. Salí de ahícon la sensación de que mi bebé ya estaba muerto.

La presión
En la cita con el especialista, confirmaron el diagnóstico. Nos dijeron que más del 95% de las familias con este diagnóstico abortan al bebé. Nos aconsejaron que era lo mejor ya que era demasiado duro llevar el bebé a término sólo para verlo morir. Afirmaron que el bebé no sobreviviría mucho después del nacimiento o podría fallecer en el útero. Los médicos no nos ofrecieron apoyo para escoger la vida. Nunca se nos dio como una opción.

Lo admito ahora, les creí. Yo era una cristiana principiante, madre primeriza (la mayor tenía 3 años) y todavía estaba dubitativa sobre el tema del aborto. Los doctores fueron realmente persuasivos para convencerme de que la terminación de mi embarazo era la mejor opción.

Sin tomar ninguna decisión en esa cita, mi marido y yo nos fuimos a casa, apenas capaces de hablarnos el uno al otro, y mucho menos de encarar esa situación.

Nos inclinábamos hacia el aborto. Pensaba que no iba a ser lo suficientemente fuerte como para llevar al bebé a término completo sólo para verlo morir. Incluso cogí día para el aborto. Pero por la gracia de Dios terminamos cancelándola un día antes. Algo me tocó el corazón e hizo posible que amara de nuevo a mi bebé, y recuperé ese amor de madre hacia mi hija que fue casi robado con mentiras y engaños, no sólo de los médicos, sino por la opinión de nuestro país sobre los bebés con diagnósticos adversos.

Y nació Faith
Llevamos a nuestro bebé -nuestra hija- a término completo. La llamamos Faith Elizabeth [Fe Isabel]. Durante el resto del embarazo ella se me acomodó en el vientre con la cabeza debajo de mi caja torácica izquierda, cerca de mi corazón. Guardo este recuerdo como algo muy querido.

Incluimos a nuestra hija mayor, Julianna, en toda la planificación de lo que sería la breve vida de Faith para que ella siempre pudiera recordar a su hermana.

El 27 de diciembre de 2010 nació Faith Elizabeth. Nos dijeron que esperamos lo peor, que sería sorda, ciega, muda y probablemente estaría inconsciente. Esto lo deducían por las imágenes que podían ver en el ultrasonido de las que se adivinaba que presentaba un caso severo y parecía que sólo usaba un tronco cerebral.

¡Faith nació, y desafió todas las expectativas! ¡Estaba viva, alerta, con los ojos abiertos, haciendo ruidos y respondiendo! Pasamos el día con ella, presentándola a familiares y amigos.

El adiós 
Vivió 18 horas y murió en mis brazos. Ella estuvo sólo un corto tiempo en nuestras vidas, pero su impacto en mi vida es continuo y permanente.


 
Si bien es un recuerdo triste y agridulce para mí, también hay una alegría enorme que va aparejada a él. Su vida cambió la mía. Y, cuando recuerdo la indefensión en la que estaba al recibir el diagnóstico, preguntándome si sería más fácil terminar o no, me siento feliz por haber elegido la vida. Me imagino que me hubiera llenado de arrepentimiento si hubiera decidido abortar . Estoy plenamente agradecida de haberle dado la oportunidad de vivir todo el tiempo que le fuera posible. Nunca me arrepentiré de haber dado a luz a mi hija y de haber visto cómo mi hija mayor, mucho más madura para su edad, cargaba a su hermanita en brazos.

Mal consejo médico
He estado haciendo mi propia investigación sobre el aborto desde que tuve a Faith y siempre he percibido que hay un aspecto que queda fuera de la discusión sobre el aborto. Porque el aborto se asocia a menudo con clínicas como Planned Parenthood, pero no se habla mucho de los abortos que ocurren en los hospitales debido a malos consejos médicos. Es una actividad oculta que la mayoría de la gente no conoce, y tantos bebés mueren abortados cada año gracias a las recomendaciones de los médicos y hospitales, debido a que tienen una discapacidad.

Cuando estaba embarazada de mi primogénita, se me sugirió que realizáramos pruebas genéticas y nos dijeron que nuestra hija tenía una alta probabilidad de tener síndrome de Down. Nos ofrecieron "opciones". Y esto sucedió de nuevo con nuestro tercer hijo. Tenía medidas que eran irregulares y me hablaban de hacer más pruebas para poder tener "opciones".

Hoy, mis tres hijos vivos están completamente sanos. Si hubiera escuchado el consejo de mis doctores, ¡habría abortado a tres de mis hijos y hoy sólo tendría uno vivo!

Mi familia y yo ahora somos una consolidada familia pro-vida. Estamos a favor de la vida, luchamos por la vida y ayudamos a otros que están pasando por situaciones como la nuestra. Porque sabemos lo preciosa que es la vida. Hemos aprendido que la vida es a veces corta pero dulce, y disfrutamos del tiempo que pasamos juntos. Así que vale la pena elegir la vida siempre ya sea en el vientre o en el corazón. ¡No te arrepentirás!

Gracias a Salvar El 1 por despertar conciencia respecto a este aspecto oculto del aborto. ¡Estoy disponible y me encantaría ayudar de la manera que sea necesaria!

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