El Papa recuerda cuando era niño y recibió la noticia de que la guerra había terminado
Los diarios anunciaron el final de la II Guerra Mundial |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Todos tenemos la responsabilidad
de custodiar la paz, porque la guerra inicia en el corazón del hombre.
Lo ha asegurado el santo padre Francisco en la homilía de la misa que ha
celebrado este jueves 16 de febrero de 2017, en la Casa santa Marta.
La paloma, el arco iris y la alianza, en estos tres puntos presentes
en la primera lectura del Génesis, se detuvo el Santo Padre. La alianza
que Dios hace es fuerte, aseguró Francisco, “pero no es fácil custodiar
la paz”.
“Es un trabajo de todos los días –señaló– porque dentro de nosotros
está esa semilla, aquel pecado original, el espíritu de Caín que por
envidia, celos, avidez y querer dominar, hace la guerra”.
Por eso se lee en la primera lectura “pediré cuenta al hombre de la vida del hombre, a cada uno, de su hermano”.
“Hoy en el mundo hay derramamientos de sangre. Hoy en el mudo hay
guerras. Tantos hermanos y hermanas mueren, también inocentes, porque
los grandes, los potentes quieren un pedazo de tierra, más poder o ganar
más con el tráfico de las armas”.
“Y también a nosotros, aunque aquí nos parece estar en paz, el Señor
pedirá cuentas sobre la sangre de nuestros hermanos y hermanas que
sufren la guerra”, dijo.
Cómo se preocupa uno y cuida uno el arco iris y la paloma de la paz,
“¿qué hago para que el arco iris sea siempre una guía?”, porque “todos
nosotros estamos involucrados en esto”.
La oración por la paz “no es una formalidad, el trabajo por la paz no
es una formalidad”, y señaló que “la guerra inicia en el corazón del
hombre, en la casa, en las familias, entre amigos y de allí a todo el
mundo”.
Cuando miramos el diario o los noticieros, ¿somos sensibles a las
noticias de las bombas que caen en un hospital, una escuela o que matan a
los niños? La paz “no solo hay que custodiarla, sino construirla con
las manos, artesanalmente, todos los días”.
El Papa recordó un hecho que vio en su niñez: “Inició a sonar la
alarma de los bomberos, después en los diarios y en la ciudad. Esto se
hacía para llamar la atención sobre algún hecho, tragedia u otra cosa. Y
sentí a la vecina que llamaba a mi mamá: ‘Señora Regina, venga, venga,
venga. Mi madre salió un poco asustada: ¿Qué paso?. Y esa señora de la
otra parte del jardín le decía: ‘¡Ha terminado la guerra’!, y lloraba.
“Que el Señor nos de la gracia de decir: ‘ha terminado la guerra y
llorando. Ha terminado la guerra en mi corazón, en mi familia, en mi
barrio, en mi trabajo, ha terminado la guerra en el mundo”. Así será más
fuerte la paloma, el arco iris y la alianza.
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