En la homilía de este viernes en Santa Marta, el Santo Padre invita a
los sacerdotes a preguntarse si son “mediadores” o “funcionarios”
El Papa Francisco en Santa Marta - © Osservatore Romano |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Los
sacerdotes son mediadores del amor de Dios, no intermediarios que
piensan en el propio interés. Así lo ha subrayado el papa Francisco, en
la homilía de este viernes de la misa celebrada en Santa Marta, que se
ha centrado en las tentaciones que ponen en riesgo el servicio de los
sacerdotes. De este modo, ha advertido sobre los “rígidos” que cargan
sobre los fieles cosas que ellos no llevan. También ha señalado que la
mundanidad que transforma al sacerdote en un funcionario, le lleva a ser
“ridículo”.
Haciendo referencia a las palabras de
Jesús en el Evangelio, el Santo Padre ha explicado que también hoy hay
cristianos “insatisfechos” que “no consiguen entender qué ha enseñado el
Señor”, “no consiguen entender el núcleo de la revelación del
Evangelio”. Por eso ha hablado de los sacerdotes “insatisfechos” que
“hacen mucho mal”. Viven insatisfechos buscando siempre nuevos proyectos
“porque su corazón está lejos de la lógica de Jesús” y por eso “se
quejan y viven tristes”.
Sin embargo, la lógica de Jesús
debería dar “plena satisfacción” a un sacerdote, ha recordado el Papa.
Jesús –ha subrayado– es el mediador entre Dios y nosotros. Y “nosotros
tenemos que tomar este camino de mediadores”, “no otra figura que se
parece mucho pero no es lo mismo: intermediarios”. Así ha explicado el
Papa que “el intermediario hace su trabajo y toma la paga, nunca
pierde”.
En esta línea, Francisco ha explicado
que el mediador se pierde a sí mismo para unir las partes, de la vida, a
sí mismo, el precio es ese: la propia vida, paga con la propia vida, el
propio cansancio, el propio trabajo, muchas cosas.
El auténtico sacerdote “es un
mediador muy cercano a su pueblo”, el intermediario no sabe qué
significa “ensuciarse las manos”. Por eso –ha precisado– el sacerdote
que cambia de mediador a intermediario no es feliz, está triste. Y busca
un poco de felicidad “en el hacerse ver, en el hacer sentir la
autoridad”.
Al respecto, el Pontífice ha
advertido que para hacerse importantes, los sacerdotes intermediarios
toman el camino de la rigidez. Asimismo ha asegurado que un sacerdote
mundano, rígido, “es un insatisfecho porque ha tomado el camino
equivocado”.
En este punto, el Santo Padre ha
contado una anécdota que a su vez le contó un anciano monseñor que
trabaja en la curia, “un hombre bueno, enamorado de Jesús”. Este
monseñor fue al Euroclero (tienda cerca del Vaticano donde se puede
comprar ropa para sacerdotes) a comprar un par de camisas. Allí vio
delante del espejo a un chico -de no más de 25 años- o joven sacerdote o
que iba a ser ordenador, con un manto grande, largo, con terciopelo, la
cadena de plata y se miraba. Después se puso también el “saturno”
(sombrero sacerdotal), se lo puso y se miraba en el espejo. “Un rígido
mundano”, ha indicado. De este modo, Francisco ha contado que el “sabio
monseñor” consiguió superar el dolor, con una broma de sano sentido del
humor y añadió: “Y después dicen que la Iglesia no permite el sacerdocio
a las mujeres”. Así que –ha indicado– el trabajo que hace el sacerdote
cuando se convierte en funcionario termina en el ridículo, siempre.
En esta línea, el Santo Padre ha
propuesto a los sacerdotes que en el examen de conciencia consideren
esto: “¿hoy he sido funcionario o mediador?”
También ha contado que una vez una
persona le dijo que reconocía a los sacerdotes por la actitud con los
niños: “si saben acariciar a un niño, sonreír a un niño, jugar con un
niño”. Esto es interesante –ha precisado– porque significa que saben
abajarse, acercarse a las pequeñas cosas.
Para finalizar la homilía, el
Pontífice ha propuesto tres iconos de sacerdotes mediadores y no
intermediarios. El primero es Policarpo que “no negocia su vocación y va
valiente a la pira y cuando el fuego le rodea, los fieles que estaban
allí, sintieron el olor del pan”. Así –ha explicado– termina un
mediador: como un trozo de pan para sus fieles. En
segundo lugar san Francisco Javier, que muere joven en la playa de la
Isla Shangchuan, “mirando a China” donde quería ir pero no podrá porque
el Señor lo llama. El último icono propuesto por el Papa es el anciano
san Pablo en las Tres Fuentes. Esa mañana –ha concluido el Pontífice–
los soldados fueron donde él, lo arrestaron y él caminaba encorvado.
“Sabía muy bien que esto sucedía por la traición de algunos dentro de la
comunidad cristiana pero él luchó mucho, mucho, en su vida, que se
ofrece al Señor como un sacrificio”, ha precisado.
in
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