En la homilía de este jueves en Santa Marta, el Santo Padre indica
que cuando hay resistencias es el diablo que las siembra allí, para que
el Señor no vaya adelante
El Papa Francisco en Santa Marta - © Osservatore Romano |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El
papa Francisco, en la homilía de este viernes de la misa celebrada en
Santa Marta, ha explicado que todos tenemos en el corazón resistencias a
la gracia. Por eso es necesario encontrarlas y pedir ayuda al Señor,
reconociéndose pecadores. Así, el Santo Padre ha hablado de las
resistencias escondidas en las palabras vacías, justificadoras y
acusadoras. Igualmente, el Pontífice ha advertido sobre el “gatopardismo espiritual” de quien dice que todo cambiará para después no cambiar nada.
“Tu gracia venza la resistencia del
pecado”. De esta oración de la colecta del día, surge la homilía del
Papa que se concentra sobre las resistencias que siempre hay en la vida
cristiana, pero aún así se sigue adelante. Están –ha explicado– las
resistencias abiertas, que nacen de la buena voluntad, como la de Saulo
que se resistía a la gracia pero que “estaba convencido de hacer la
voluntad de Dios”. Es el mismo Jesús que le dice que se pare y Saulo se
convierte. Así, ha recordado el Papa que “las resistencias abiertas son
sanas” en el sentido de que “están abiertas a la gracia para
convertirse”.
Sin embargo, ha observado, las
resistencias escondidas son las más peligrosas porque son las que no se
dejan ver. “Cada uno de nosotros tiene el propio estilo de resistencia
escondida a la gracia”, ha señalado. Pero es necesario encontrarlo “y
ponerlo delante del Señor, para que Él nos purifique”.
Es la resistencia –ha precisado el
Pontífice– a la que Estéfano acusaba a los Doctores de la Ley: resistir
al Espíritu Santo mientras querían aparecer como si estuvieran buscando
la gloria de Dios. Decir esto a Estéfano le costó la vida.
Asimismo, ha preguntado qué
naturaleza tienen estas resistencias escondidas que todos tenemos.
“Siempre vienen para detener un proceso de conversión”, ha respondido. En
esta misma línea, el Santo Padre ha asegurado que cuando hay un proceso
de cambio en una institución, en una familia, a veces se escucha decir
que hay resistencias. “¡Gracias a Dios!”, ha exclamado. Si no las
hubiera –ha subrayado el Papa– no sería de Dios. Cuando hay estas
resistencias es el diablo que las siembra allí, para que el Señor no
vaya adelante.
En la homilía, el Papa ha hablado de
tres tipo de resistencias escondidas. La de las “palabras vacías”. Para
explicarla señala la parábola de los dos hijos que el Padre envía a la
viña: uno dice “no” y después va y el otro dice “sí” y después no va.
Aquí se encuentra el gatopardismo espiritual: los que todo es sí, pero luego es todo no: “es la resistencia de las palabras vacías”.
En segundo lugar ha hablado de la
resistencia “de las palabras justificadoras”, es decir, cuando una
persona se justifica continuamente: “siempre hay una razón para oponer”.
De este modo, el Papa ha indicado que cuando hay muchas justificaciones
“no es el buen olor de Dios” sino que está “el mal olor del diablo”. Al
respecto el Santo Padre ha señalado que “el cristiano no necesita
justificarse” porque “ha sido justificado por la Palabra de Dios”. Se
trata de las resistencias de las palabras “que buscan justificar mi
posición para no seguir la que el Señor me indica”.
Y finalmente está la resistencia “de
las palabras acusatorias”. Cuando se acusan a los otros para no mirarse a
uno mismo, no se tiene necesidad de conversión y así se resiste a la
gracia como pone en evidencia la parábola del fariseo y el publicano, ha
señalado el Papa.
Por otro lado, ha indicado, la
resistencia a la gracia es un buen signo porque nos indica que el Señor
está trabajando en nosotros. Por tanto, “debemos hacer creer las
resistencias, para que la gracia vaya adelante”. La resistencia, de
hecho, busca siempre esconderse con las formalidades de las palabras
vacías, de las palabra justificadores, de las palabras acusadores y
muchas otras, trata de no “dejarse llevar adelante por el Señor” porque
“siempre hay una cruz”. Donde está el Señor –pequeña o grande– habrá una
cruz.
De este modo, el Pontífice ha
insistido en que cuando haya resistencias no es necesario tener miedo
sino pedir ayuda al Señor reconociéndose pecadores. Las resistencias, ha
explicado el Papa, son siempre un fruto del pecado original que
llevamos.
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