El encuentro tuvo lugar el domingo en Santa Marta, con presos de la cárcel “Due Palazzi” de Padua
ZENIT |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Fue
una gran sorpresa para un grupo de detenidos de la cárcel de Padua
cuando el papa Francisco les invitó a la casa Santa Marta. “Ayer por la
tarde mientras estábamos visitando algunas basílicas de Roma nos llegó
por teléfono, a través de un sacerdote, la invitación del papa Francisco
para ir a verlo a la residencia Santa Marta, en el Vaticano. Pensé que
era una broma”, contó ayer don Marco Pozza, capellán de la cárcel “Due Palazzi di Padova”, en una entrevista a InBlu Radio, el network de las radios católicas italianas.
El sacerdote estaba acompañado por un
grupo de unas cuarenta personas, entre detenidos y trabajadores, que
llegó a Roma con ocasión del Jubileo de los presos. “El Papa –dijo a la
emisora– ha querido saber de la situación y las condiciones en nuestra
cárcel. Ha querido también que le contáramos las bonitas iniciativas de
nuestra realidad de Padua. Hemos visto el rostro del Papa muy serio
cuando cuatro condenados a cadena perpetua le han pedido ayuda. Me ha
emocionado que al final de la bendición ha dado las gracias a los
presos porque le habían alegrado la jornada. La recompensa más bonita ha
sido ver la sonrisa en los rostros de estas personas”.
Durante la llamada –explicó don
Marco– este sacerdote me dijo que el Papa estaba preocupado de que no
nos mojáramos. Esperamos a que dejara de llover y enseguida fuimos hacia
la plaza de San Pedro. A pesar de la lluvia torrencial sobre Roma ni
nos dimos cuenta. Estamos contentos de terminar el Jubileo de la mejor
forma posible, pensando sobre todo en estos hermanos que han salido de
su angustiosa celda 3×2 el sábado por la mañana, y se han encontrado en
medio del corazón de la cristiandad y del papa Francisco.
Para concluir, Pozza indicó que la
historia de este encuentro se ha quedado en las miradas y en las
emociones de los detenidos. “Dos minutos después ya lo sabían los
parientes en África, Grecia, Albania y en otros países del mundo”. Como
dice el papa Francisco –señaló el sacerdote– cuando se encuentra a
Cristo es difícil tener la alegría para sí, debe ser necesariamente
contada a todos. Todo ha nacido bajo el nombre del Dios de las
sorpresas. Y nosotros hemos sido protagonistas de esta sorpresa.
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