Caritas Internationalis hace un llamamiento para no olvidarse de este país tan golpeado
Haití después del huracán (Foto agencia de noticias ANS) |
(ZENIT – Roma).- Haití es un pueblo que se adapta a
situaciones muy difíciles. Está acostumbrado. Y ahora no piden
alimentación, piden semillas. Es su visión y su forma de ver “tenemos
que empezar de nuevo”. Esta es su fuerza, su capacidad de renacer. Pero
también hay cierta resignación porque están acostumbrados a esta vida
difícil. No están gritando y protestando. Es un pueblo que vive con
dignidad, sabiendo que son hijos de esclavos, pero hace más de 200 años
que tienen la independencia y se sienten orgullosos de ellos.
Así lo explica a ZENIT Michel Roy, director de Caritas
Internationalis, a su regreso de Haití. Hasta allí viajo después de la
catástrofe sufrida el pasado mes de octubre por e paso del huracán
Mathews, que dejó más de 500 fallecidos.
Es muy importante ayudar a Haití y los haitianos para que no se
sientan olvidados porque es lo que ellos piensan, indica Roy.
“Especialmente para restaurar su capacidad de producción alimenticia,
necesitan semillas y instrumentos porque todo ha desaparecido, ahora es
como un desierto”, precisa. Caritas Haití ha preparado un plan de tres
meses de reconstrucción y son 5’5 millones de euros, que es necesario
conseguir.
Asimismo, el director de Caritas International precisa que se trata
de una catástrofe mayor, los vientos fueron muy fuertes. Los primeros
días salió en televisión y luego se olvida todo. Ese es el problema.
Michel Roy visitó la zona afectada por el huracán tres semanas después y
se encontró una completa desolación. Los árboles que han quedado en pie
han perdido todas las hojas. Todo ha sido destruido. Además por las
fuertes lluvias ahora hay mucha agua, torrentes que han provocado la
desaparición de las plantaciones. Las montañas verdes ahora son como una
roca desnuda.
La mayoría de las casas –que debido a que la población es muy pobre
son construcciones muy débiles– han desaparecido. Incluso algunas casas
construidas con cemento. “Hemos escuchado historias muy trágicas”,
asegura Roy.
Por otro lado, precisa que las necesidades inmediatas fueron los
alimentos, agua potable y medicamentos. Los primeros kit fueron de
alimentos e higiene. Pero, las personas con las que se han encontrado
les han dicho que lo más importante para ellos es “cubrir las casas”
porque ahora no tienen techo y llueve cada día. Y lo segundo que piden
son “semillas” porque necesitan sembrar de nuevo los campos para poder
tener algo que comer producido por ellos.
Una prioridad para Caritas ha sido también la gente que vive más
aislada, en los pueblos de la montaña, donde hay que ir a pie o a
caballo. Ayudar a esta gente porque las grandes ONG’s o las Naciones
Unidas hacen su labor en las zonas más céntricas, donde el acceso es más
fácil.
Finalmente, Roy explica que al principio el Gobierno no lo calificó
como catástrofe mayor y no pidió ayuda de fuera. Ahora ya sí está
pidiendo, pero después de varias semanas. Al respecto, asegura que hay
una coordinación que funciona a nivel nacional, provincial y local. Pero
no hay dinero. Es un sistema político particular porque son los propios
diputados y senadores los que van al Ministerio de Interior para pedir
dinero para ir ayudar a su gente.
Las Agencias Humanitarias están presentes y hay alimentos, y existen
coordinación. Pero el límite es la falta de dinero para asegurar que
todos puedan recibir algo.
“La opinión pública no se está moviendo porque ya no hay imágenes, no
hay información sobre lo que está pasando. Y así, los Gobiernos no se
sienten en la obligación de ayudar”, lamenta el director de Cáritas
Internationalis.
Cuando hay una catástrofe –concluye– mayor al principio hay muchos
reportajes en la televisión las donaciones llegan, luego, poco a poco
desaparece. Y en esta ocasión, la Confederación de Cáritas no ha
recibido mucho dinero. Por eso, asegura, “es muy necesario que las
Naciones Unidas se mueva”.
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