El Santo Padre señala que la fraternidad debe llevar a estar por
encima de la lógica de los intercambios y sin olvidar la gratuidad
El Papa y UNIAPAC - © Osservatore Romano |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “La corrupción es la peor
plaga social” porque “es la ley de la selva disfrazada de aparente
racionalidad social”. Lo aseguró el papa Francisco dirigiéndose a los
empresarios reunidos este jueves en audiencia concedida a la Conferencia
internacional de las Asociaciones de empresarios católicos, (UNIAPAC).
Añadió que “la corrupción es un fraude a la democracia y abre las
puertas a otros males terribles como la droga, la prostitución y la
trata de personas, la esclavitud, el comercio de órganos, el tráfico de
armas, etc. La corrupción es hacerse seguidor del diablo, padre de la
mentira”.
Quiso precisar entretanto que esto se da “no solamente en la
política, sino también las empresas, medios de comunicación, en las
Iglesias, y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los
movimientos populares”.
Alertó que existen muchas veces tentaciones de minimizar este mal
como justificarse porque hay que “salvar la empresa o su comunidad de
trabajadores” o la tentación de pensar que “se trata de algo que todos
hacen o que no tienen mayor importancia”. Y concluyó que “cualquier
intento de corrupción, activa o pasiva, es comenzar a adorar al dios
dinero”.
El Santo Padre quiso indicar un tercer punto, ‘la fraternidad’ que
debe llevar a estar “por encima de la lógica de los intercambios” sin
olvidar la gratuidad, como elemento imprescindible de la vida social y
económica”. Porque, añadió, “el respeto del otro como hermano debe
extenderse también a la comunidad local en la que se ubica físicamente
la empresa y las relaciones jurídicas y económicas de la misma.
Sobre la fraternidad, el Pontífice recordó también las emigraciones y los refugiados, un tema “que oprime nuestros corazones”.
“La Santa Sede y las Iglesias locales -aseguró- están haciendo
esfuerzos extraordinarios para afrontar eficazmente las causas de esta
situación, buscando la pacificación de las regiones y países en guerra y
promoviendo el espíritu de acogida”.
Señalando las causas de los conflictos se refirió a la fabricación de
actividades que alimentan la guerra: “Les pido por esto a los
empresarios –exhortó el Papa– que traten de convencer a los gobiernos
para que renuncien a cualquier tipo de actividad bélica”.
Y volviendo a las migraciones señaló que es necesario que estas sigan
siendo “un factor importante de desarrollo” sin olvidar “que vuestros
abuelos o nuestros padres, llegaron de Italia, España, Portugal, Líbano u
otros países a América del Sur y del Norte, casi siempre en condiciones
de pobreza extrema”. A pesar de ello “pudieron sacar adelante una
familia, progresar y hasta convertirse en empresarios porque encontraron
sociedades acogedoras, a veces tan pobres como ellos, pero dispuestas a
compartir lo poco que tenían” dijo.
“Mantengan y transmitan –exhortó Francisco– este espíritu que tiene
raíz cristiana, manifestando también aquí el genio empresarial y al
concluir recordó que la UNIAPAC y ACDE le evocan “el recuerdo del
empresario argentino Enrique Shaw, uno de sus fundadores, cuya causa de
beatificación pude promover cuando era arzobispo de Buenos Aires”.
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