Francisco Sanz, Cardenal Veglió y Mercedes Fernández |
"El que no acoge al otro no es cristiano, aunque vaya a misa los domingos"
El curial denuncia que "a veces, tratamos mejor a los animales que a las personas"
José Manuel Vidal, 04 de noviembre de 2016 a las 21:59
(José Manuel Vidal).- Experto diplomático de la Santa Sede,
lleva desde el 2009 al frente del dicasterio vaticano de los emigrantes y
refugiados. A sus 78 años, el cardenal Antonio Maria Veglió
(Macerata, 1938) sigue conservando su buen humor y su fino olfato para
hablar alto y claro de uno de los grandes problemas de nuestro tiempo:
la riada enorme de las personas que huyen de la guerra o del hambre.
Invita a España y a Europa a una mayor generosidad y a no "levantar
muros", al tiempo que denuncia a las mafias que trafican con personas y a
los europeos, que viven en su burbuja del bienestar y que "a veces tratan mejor a los animales que a las personas".
De paso por Madrid, el purpurado italiano, prefecto del Pontificio Consejo para los Emigrantes,
se sometió, con sinceridad absoluta y suma transparencia, a todas las
preguntas que quisieron hacerle expertos y periodistas, convocados por
la Facultad de Teología de Comillas.
¿Qué es y qué hace el Pontificio Consejo para los Emigrantes e Itinerantes?
Es un dicasterio, creado después del Vaticano II, en el que
trabajamos 20 personas, para cubrir una amplia actividad, porque nos
ocupamos, entre otras cosas de emigrantes, itinerantes, refugiados,
gitanos, circo, trata de personas o pastoral de la carretera. Nuestro
objetivo es la sensibilización de los obispos y de las organizaciones
internacionales.
¿Su Pontificio consejo se va a integrar pronto en otro dicasterio?
Sí, el nuevo dicasterio se está estructurando y nuestro Pontificio
Consejo pasará a integrarse en él. Por mi parte, mi trabajo ha
terminado. Tengo la edad de jubilarme.
¿La inmigración es un problema para Europa?
Todos sabemos y experimentamos que el problema de la emigración es
grave y que no se puede resolver con cuatro palabras. El problema no se
resuelve diciendo 'que vengan todos' ni que 'todos se vayan a casa'. Eso
sí, hay distintas formas de afrontarlo. Desde la derecha, contraria a
la emigración o desde la izquierda, favorable a ella. En cambio, en la
Iglesia no hay diferencias substanciales respecto al tratamiento de la
inmigración. Todos decimos que la persona es hija de Dios con sus
derechos que nadie puede violar.
¿Hay un derecho a emigrar?
Por supuesto. Y los Gobiernos europeos están afrontando este derecho
con diversas posiciones políticas. La postura contraria a la emigración
está creciendo. Algunos Gobiernos sólo ven el aspecto político. Es la
Europa vieja y cansada, a la que le fastidian los que llaman a sus
puertas. Europa se sigue cerrando. Es a esa Europa a la que el Papa le
dice: 'No te reconozco'.
¿Cómo conseguir la integración de los inmigrantes?
La integración es la solución ideal, distinguiendo entre integración y
asimilación. La Iglesia no apoya la asimilación, sino la integración.
Aunque esta última no es fácil, porque somos egoístas. Pero, en este
mundo nuestro pequeño y globalizado, cualquier persona tiene derecho a
emigrar. Y la emigración no se detiene con vallas ni con muros, que,
antes o después, se caen o son derribados.
¿Cual sería, a su juicio, la solución ideal al problema de la emigración?
Sin duda alguna, la ayuda a los países de procedencia, de los que
huyen los emigrantes por culpa de las guerras o del hambre. Los países
ricos tendrían que ser más generosos y, así, evitaríamos que tuviesen
que abandonar su familia, su país y sus hijos. Europa prometió, hace
años, dar el 0,7% del PIB al desarrollo de los países del Sur. Sólo lo
hizo realmente un país escandinavo. Europa habla mucho, pero hace poco.
Están muriendo miles de personas en el Mediterráneo. No se puede cerrar
los ojos a esa tragedia.
¿Cómo controlar la inmigración?
Admitiendo, pero con control, el flujo de emigrantes. La Iglesia
tiene la solución teórica al problema de la emigración. En teoría, todas
las personas tienen derecho a emigrar.
¿Significa eso que hay que acoger a todos los emigrantes y refugiados?
Es obvio que, en teoría, sí, pero, en la práctica, no. Pero el
problema tampoco se resuelve con muros, que no valen para nada y
terminan cayéndose. De todas formas, es fácil enunciar los principios.
Es mucho más difícil aplicarlos. Con la salvedad de que, además, sobre
este tema también decide la política que, habitualmente, busca votos y
prescinde de los principios.
¿Los emigrantes son sujetos de derechos, pero también de deberes?
Por supuesto. Una vez admitidos en Europa, los inmigrantes tienen que
respetar nuestra identidad. No pueden decir eso de 'el crucifijo me
fastidia, quítenlo'. Eso no puede ser. Hay que combinar tres derechos:
el derecho a emigrar, el derecho a no emigrar y el derecho a controlar
los flujos migratorios.
Algunos Gobiernos europeos optan por admitir sólo a refugiados cristianos.
La Iglesia nunca puede considerar la emigración como un problema.
Para nosotros, todos somos hermanos e hijos de Dios. Nosotros no podemos
discriminar. De hecho, la Iglesia italiana ha ofrecido conventos y
casas religiosas para acoger a refugiados sin distinción de credo. Cerca
de 100.000 personas están acogidas en monasterios, pero todavía podemos
hacer más.
También hay cristianos que se oponen a la acogida de emigrantes y refugiados.
El que no acoge al otro no es cristiano. Hay muchos católicos que van
a misa los domingos, pero siguen cerrados a la acogida. Ésa no es una
actitud propia de un católico. Los que así reaccionan es porque tiene
miedo. Somos muy egoístas y vivimos en nuestras torres de marfil y no
queremos que nadie nos moleste. Las presencia de otros nos fastidia.
¿Qué opina de la postura del Gobierno español ante los emigrantes y los refugiados?
Me gustaría que, tanto España como Europa, aceptasen más emigrantes.
Sólo después de la visita del Papa a Lampedusa, Europa se despertó un
poco. Tanto España como Europa pueden hacer más. En este aspecto, es de
alabar la generosa actitud de Italia, que está siendo ejemplo de
acogida. Aunque, a veces, los países que más se cierran son los que más
han emigrado.
Hay otros países europeos que han cerrado sus fronteras a cal y canto, como Hungría.
El presidente Orban hizo un referéndum en Hungría y lo perdió, pero
él sigue adelante con su política antimigratoria y levantó un muro en
sus fronteras. Europa podría castigar a Orban y decirle que, si no
recibe refugiados, le quitan las ayudas. Pero no lo hace, porque a
Europa tampoco le interesa. Se conforma con dar dinero.
¿Se ponen en peligro las raíces cristianas de Europa con la llegada de emigrantes y refugiados?
Europa es cristiana en teoría, no en la práctica. Ojalá la Iglesia
pueda cambiar la mentalidad europea en le tema de la emigración y
sensibilizar a la gente para que sea acogedora y piense de otra manera.
Porque, a veces, tratamos mejor a los animales que a las personas.
¿Qué siente ante las imágenes repetidas de los emigrantes muertos en el cementerio del Mediterráneo, como dice el Papa?
Son imágenes que parten el corazón y que invitan a la acogida de los que huyen del hambre y de la guerra.
¿Algunos hacen negocio con la emigración?
Por supuesto. Se gana más dinero con el negocio de la emigración que
con el de la droga. Hay mucha gente que se aprovecha del fenómeno
migratorio. Por ejemplo, en Libia, donde los criminales que manejan este
negocio meten 200 en barcas para muchas menos personas y, a poco de
salir, se hunden.
¿Qué opina del acuerdo entre Europa y Turquía?
Es una salida fácil para Europa, pero la Iglesia no lo puede aceptar.
Entre otras cosas, porque Turquía no es un ejemplo de democracia y,
allí, los refugiados están hacinados en campos. Ellos querían venir a
Europa y nosotros los devolvemos a Turquía a cambio de dinero para este
país. No es justo. El acuerdo sólo beneficia a Turquía.
¿Cómo están los refugiados acogidos por el Vaticano?
La Comunidad San Egidio está al cuidado de ellos. El traerlos con él,
fue un gesto del Papa, para darnos ejemplo a todos, incluso a los que
criticaron, sin razón, que los acogidos por el Vaticano fuesen
musulmanes. Esperemos que la guerra termina y, entonces, volverán a su
país, porque nadie quiere morir fuera de su patria.
¿Para cuándo una encíclica de Francisco sobre la emigración?
Francisco aborda el tema de la emigración y de los refugiados en casi
todas sus declaraciones y en un gran documento anual, pero no estaría
nada mal que publicase una encíclica sobre el tema.
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